¿Qué te aporta un vino de altura?

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Mil metros sobre nivel del mar es la cifra que se maneja frecuentemente en viticultura de altura. En esta medida tan redonda se marca el nivel de confort de los viñedos, acercarse mucho o superar esta altura es exponerse a las inclemencias del tiempo y arriesgar, año tras año, la cosecha de uva.

Por fortuna nada en la naturaleza es tajante. Y contamos con numerosos ejemplos de viñedos que ubicados en una cota superior, entregan grandes vinos. Las consecuencias del cambio climático han entrado en los últimos años en esta ecuación, el progresivo calentamiento global está desplazando al alza estas indicaciones de altitud a la hora de plantar un viñedo. Son muchas las bodegas que han iniciado una búsqueda de viñedos en cotas más altas de cara a asegurar su producción en el futuro.

Acercándose a los mil metros encontramos viñedos como los de Pago del Cielo (895m), de los que sale el conocido tinto CelesteValtravieso (920m) que se sitúan entre los más altos de la DO Ribera del Duero. En Calatayud, la bodega San Alejandro cuenta con viñedos a más de 900 metros. En plena Sierra de Gúdar Javalambre (Teruel), a 980m encontramos el pequeño proyecto de viñedo en altura con el que se elabora el tinto Rubus. Un poco más al sur, en Manchuela está Altolandon, con viñedo a 1.100 metros, uno de los más altos de la Península, junto con los de las Alpujarras andaluzas. En la malagueña Ronda destaca Cortijo de los Aguilares que se abastece de uvas cultivadas a más de 900 metros. Un caso extremo encontramos en las laderas tinerfeñas de la DO Abona, donde algunos viñedos se encuentran a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar, contándose entre los más altos de Europa. (editorialmash.com)

Pero más allá de las cifras y los récords, es justo que demos respuesta a la principal pregunta: ¿Qué aporta la altura a los vinos?

Sobre todo es destacable la mayor acidez, producida por la amplitud térmica, es decir la gran diferencia entre la temperatura máxima y la mínima que se suele registrar en las cotas altas. La altura tiene un efecto refrescante. A pesar de que la insolación es mayor a medida que aumenta la altura, la maduración de los racimos es por el contrario más lenta y progresiva que en cotas bajas. Esta ralentización del ciclo madurativo hace que el vino resultante gane complejidad y riqueza de matices.

Ricardo Velasco, enólogo de Valtravieso apunta que el viento es el gran aliado de los viñedos en altura, ya que evita que los hongos y otras enfermedades proliferen en él. Además, la mayor parte de estos viñedos en altura se cubren anualmente de nieve, que suele ser siempre bien recibida. No así las heladas secas, que pueden perjudicar mucho a las plantas. Normalmente cuando nieva la temperatura se mantiene en torno a los cero grados. La nieve supone un aporte hídrico que se va fundiendo lentamente y que crea una reserva en el subsuelo para momentos de sequía. Además, la nieve introduce nitrógeno de la atmósfera en la tierra que resulta beneficioso para el vigor de la planta.

Fotografía: Viñedo de Pago del Cielo