Sudáfrica: un puente entre el Viejo y el Nuevo Mundo

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Está en la otra punta del mundo, y, sin embargo, compartimos prácticamente el mismo huso horario. Esto deja en evidencia la realidad de que Sudáfrica sólo está lejos para quien no la busca. Porque a pesar de sus 13.130 kilómetros de distancia de España, hay una forma de disfrutar de la Nación del Arcoíris sin necesidad de pasar 24 horas en un avión: a través de sus vinos

Este país es uno de los diez grandes productores a nivel mundial. Y es que desde que finalizó el apartheid, sus vinos han gozado de la atención internacional por su gran variedad de estilos y variedades, muchas de ellas híbridas obtenidas de las foráneas más célebres. Su clima templado, fundamentalmente mediterráneo por la influencia ejercida por los océanos que la rodean (Atlántico e Índico), las diferentes altitudes y la increíble riqueza de suelos, ofrecen un sinfín de posibilidades a sus apasionados elaboradores con unas condiciones casi perfectas en los viñedos.

Desde blancos intensos y complejos, a tintos elegantes y finos, pasando por sus increíbles espumosos, vinos dulces e incluso generosos. Estas son referencias imprescindibles para cualquier winelover que se precie. 

Vistas desde los viñedos de la bodega Chamonix.

Orígenes

La historia vitivinícola sudafricana es rica y más extensa de lo que podríamos imaginar. Retrocedamos al año 1652. Estamos en Sudáfrica, o lo que va a serlo en un futuro, y los holandeses son los ávidos exploradores que desembarcaron en esta tierra austral capitaneados por Jan van Riebeeck, quien trabaja para la Compañía de las Indias Orientales. Es nombrado Comandante de la Colonia del Cabo y asienta los cimientos de la actual Ciudad del Cabo, un punto estratégico, tanto geográfica como económicamente, que serviría como lugar de abastecimiento para las rutas establecidas entre los Países Bajos y las Indias Orientales. 

Una de las principales ocupaciones de Van Riebeeck para poder abastecer estas rutas, y evitar el escorbuto entre los marineros durante sus viajes, era la plantación de uvas para producir vino. Así es como siete años más tarde, el 2 de febrero de 1659, se realizó la primera vendimia de Muscadet del Loira. Aquí comenzaba una aventura que nos llevaría a la Sudáfrica que conocemos hoy, y que no sería posible sin el hombre que sucedió a Van Riebeeck, Simon van der Stel, quien impulsó y mejoró la calidad y el territorio vinícola sudafricano.

¿Cómo se organizan sus territorios?

Ahora que sabemos de dónde venimos, debemos saber dónde nos hallamos. Para ello, es necesario destacar que el sistema de Indicaciones Geográficas sudafricano se denomina Wine of Origin (W.O.), establecido en 1973. Este sistema clasifica las zonas vinícolas de la siguiente forma: las más grandes y genéricas son unidades geográficas, que incluyen otras más pequeñas pero bien definidas, las regiones, que normalmente comparten características geológicas dominantes. Les siguen los distritos y, por último, los wards.

Mapa de Western Cape

Coastal Region

Vamos a hablar de las más importantes, concretamente de la unidad geográfica de Western Cape, lugar que tiene un gran protagonismo tanto históricamente como en lo que a volumen se refiere ya que 90% del vino sudafricano procede de aquí. En la Región Costera, en el distrito de Cape Town, el ward de Constantia es la zona vinícola más antigua de Sudáfrica, impulsada por el propio Van der Stel. Es donde empezó todo allá por 1685 con la bodega Groot Constantia, todo un referente aún hoy presente.

Constantia está localizada al sur de Ciudad del Cabo, donde un refrescante clima atlántico ofrece una clemente y refrescante brisa al viñedo que contribuye a un largo y lento periodo de maduración en verano. En invierno, aunque las temperaturas son amenas, la precipitación es muy abundante superando habitualmente los 1.000 milímetros. Sus suelos se componen principalmente de arenisca de Table Mountain, con altas concentraciones de marga y granito. Estas condiciones son muy favorables para variedades como la Sauvignon blanc o la Moscatel de Alejandría, por lo que sus blancos son excepcionales. 

De hecho, Constantia es famosa porque de aquí proviene uno de los vinos dulces más famosos del mundo, el vino de Constantia (o vin de Constance), un moscatel de vendimia tardía. El hype con este vino comenzó con Napoleón Bonaparte, quien encargó que cada año se le enviasen 1.126 litros en barricas a Longwood House, su hogar en el exilio en la isla de Santa Helena. 

Entre las vides de Raats, en Stellenbosch.

En cuestión de antigüedad, el distrito de Stellenbosch sigue de cerca a Constantia. También lo fundó Van der Stel, de hecho, su nombre significa “bosque de (van der) Stel”, y se encuentra al este de Ciudad del Cabo, entre la Bahía Falsa y varias cadenas montañosas. Sus temperaturas tan solo son unos pocos grados más elevadas que en Burdeos, y sus terrenos se componen de margas aluviales o arena, cerca de los ríos, y granito descompuesto a medida que nos acercamos a las montañas. 

De Stellenbosch provienen algunos de los mejores tintos del mundo, como Boschkloof Epilogue 2021, coronado con 100 puntos por Tim Atkin. Variedades como la Cabernet sauvignon, la Merlot o la Syrah encontraron aquí un segundo hogar. Pero quien se lleva un protagonismo especial es la Pinotage, una híbrida entre la Cinsault y la Pinot noir única y propia de Sudáfrica. Para los blancos, Chardonnay y Sauvignon blanc suelen ir de la mano, aunque también encontramos Chenin blanc entre sus vides, también llamada localmente Steen. 

Mencionar que un gran número de variedades internacionales adoptaron un segundo nombre en Sudáfrica. Así, y entre otras muchas, la Palomino se conoce como White French, la Moscatel de Alejandría es aquí la Hanepoot, y a la Sémillon se le llama Groendruif. Además, encontramos cruces muy distintivos como la previamente mencionada Pinotage o la Ruby cabernet, resultante de la combinación de Cabernet sauvignon y Cariñena. 

Retomando nuestro viaje, al norte de Stellenbosch encontramos otro distrito de la Coastal Region, Paarl. Su nombre no podría ser más apropiado, pues viene de parel, que en holandés significa perla, y se le dio por la forma en que la tierra reluce tras las lluvias. Es aquí donde encontramos algunas de las bodegas más famosas de Sudáfrica, como Boekenhoutskloof, en los wards de Franschhoek y Wellington. Los vinos de esta región empezaron a tener más y más protagonismo en el siglo XX, pero sus inicios se remontan también a los tiempos del bueno de Van der Stel, cuando los hugonotes franceses se asentaron aquí en la década de 1680, plantando viñas y huertos.

El clima de Paarl es más cálido y seco que el de los otros distritos costeros del Cabo, pues está menos expuesto a las influencias de enfriamiento del mar al situarse más en el interior. Los viñedos se encuentran entre las laderas de Paarl Rock, la cara norte de la montaña Simonsberg y en el valle del río Berg sobre suelos arenosos al fondo del valle que se van volviendo granito y pizarra a medida que vamos ascendiendo. A mayor altitud, mejor es el vino, pues son las laderas superiores las que gozan de estos suelos pobres que obligan a las vides a enraizarse más profundamente y presentar rendimientos contenidos.

Cepas de Merlot de Boekenhoutskloof.

Pero sigamos adelante. A 65 kilómetros de Ciudad del Cabo hacia el norte, hay un distrito que está cobrando cada vez más protagonismo. Se trata de Swartland, o ‘tierra negra’ en holandés. En sus inicios esta era una zona de cultivo de trigo, pero que ha demostrado ser una joya vinícola, siendo hoy un centro de innovación en el sector. De aquí provienen, entre otros, varios cape blends de calidad superior, como por ejemplo un éxito rotundo en nuestra comunidad: The Chocolate Block de la previamente mencionada Boekenhoutskloof. Pero si por algo han ganado fama por estos lares es por sus blancos, y para muestra los de Mullineux & Leeu.

Breede River Valley

Dejando atrás la península del Cabo, a unos 100 kilómetros al este, encontramos Breede River Valley, cuyo río bautiza la región. Cálida y seca, ésta es famosa por sus dos distritos: Robertson y Worcester, de donde proviene al menos un quinto del vino producido en Sudáfrica gracias a sus numerosas cooperativas. Sus generosos de Muscadel (Moscatel de grano menudo) y Hanepoot son una delicia, pero la gran mayoría del vino aquí obtenido es blanco seco de Chenin blanc y Colombard, además de que parte de éste se destina a la destilación. En Robertson los espumosos están comenzando a cautivar el ojo de la crítica internacional, con joyas tan especiales como Graham Beck Blanc de Blancs 2017, un cap classique de Chardonnay con una increíble persistencia, fina mineralidad y muchísimo disfrute a cada trago.

Vistas en el valle de Robertson desde la propiedad de Graham Beck.

Cape South Coast

Por último, viajando hacia el sur llegamos a la región de Cape South Coast, famosa por distritos como Walker Bay, Elgin y Overberg, entre otros. Por su proximidad al océano, variedades de clima fresco como la Pinot noir, la Chardonnay y la Sauvignon blanc tienen mucho más éxito aquí que en otras partes del país. Cada vez son más los paladares aventureros que se adentran a probar los frutos de esta tierra, como The Smuggler’s Boot Pinot Noir 2019 de Richard Kershaw.

En suma, Sudáfrica es un puente que aúna variedades del Viejo Mundo con técnicas del Nuevo Mundo. Un paraíso en el que disfrutar a lo grande, captando una esencia única y distinta que convierte este rincón del mundo en un templo vinícola al que peregrinar incontables veces y continuar descubriendo sus mil caras.