Pinot noir, reina de corazones

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Imprevisible, caprichosa y hechizante. Así es la Pinot noir, la uva tinta más cotizada del mundo y la más deseada entre los amantes del vino.

Aunque su fama se la debe a Borgoña, esta variedad, conocida entre los viticultores como la “rompecorazones”, se encuentra en distintas zonas del Viejo y del Nuevo Mundo. La finura, la complejidad y la elegancia de sus vinos los ha convertido en la obsesión de los más hedonistas.

La Pinot noir es la uva de los románticos y soñadores, de los que arriesgan todo por un momento de placer. Muy delicada, de piel muy fina y volátil, parece que Verdi escribió “La donna é mobile” de Rigoletto pensando en ella. 

Irresistible pero de alto riesgo: puede dar vida en determinadas añadas a los mejores vinos del mundo, perfumados, expresivos y celestiales, mientras que en otros años sus creaciones pasan sin pena ni gloria. Un sinvivir para los viticultores.

Para que pueda brillar, la Pinot noir tiene que contar con la atención constante y el mimo extremo en la viña y en la bodega. Además, necesita unas condiciones climáticas y un terruño muy especiales. 

Para empezar, le gustan los climas frescos, en los que puede tomarse su tiempo para desarrollar su amplio abanico aromático y mantener su vibrante acidez. El problema de estas regiones es que suelen ser más propensas a sufrir las lluvias tempranas del otoño y la fina y delicada piel de la Pinot noir es muy propensa a las enfermedades. Este tiempo adverso antes de la cosecha puede terminar con la producción de todo el año. 

La transparencia y su poder de comunicar el alma de un terruño es una de sus grandes virtudes. La reina de Borgoña es la responsable del origen del enigmático término “terroir”. Una misma uva, una misma añada y tan solo unos metros de diferencia dan vida a dos referencias totalmente distintas. No hay otra variedad en el mundo que exhiba de forma tan nítida en cada gota su corazón varietal a la vez que el alma de cada parcela.

Sí, es la femme fatale de los viticultores, pero merece la pena el sufrimiento: no hay mejor experiencia gustativa que disfrutar de la magia de un buen pinot noir.

Viñedo de Pinot noir en Borgoña

Borgoña, cuna y reino de la Pinot noir.

En una estrecha franja sobre laderas al sur de Dijon es donde se encuentran algunas de las viñas más privilegiadas del planeta. 

Los célebres viñedos de Côte d’Or son el lugar donde la Pinot noir encuentra las condiciones ideales para exhibir todo su poder seductor. ¿Quién no ha oído hablar de La Tâche, de Gevrey-Chambertin o de Vosne-Romanée? Y es que estas pequeñas AOCs son las celebrities del vino mundial, alcanzando en sus mejores añadas precios estratosféricos.

Pero ¿cuál es el misterio borgoñón que levanta tantas pasiones? Pues es un coupage perfecto formado por un clima continental, suelos calcáreos, suaves laderas con una orientación perfecta y una tradición milenaria como guardianes del buen vino que se remonta a los monjes cistercienses de la Edad Media. 

Además, en Cote d’ Or, se encuentran los négociants y los domaines, artífices del mito y la fama de Borgoña. Pioneros de este sistema de compra-venta de uvas, estas almas dedicadas al vino centran toda su atención en el carácter y las virtudes de cada parcela. 

La fe ciega en el terruño también es la base de su sistema de clasificación, fuente de inspiración de otras grandes regiones. En la base se encuentran sus vinos genéricos de Borgoña, seguidos de los de sus pueblos y, en un tercer nivel, de los Premier Cru. Por último en la cúspide se encuentran los Grand Cru, el anhelo de todos los amantes del vino.

Explorando sus distintas AOCs y terruños, puedes pasarte una vida entera en Borgoña. ¿Por dónde empezar? Puedes iniciar tu aventura en Côte de Nuits. Deléitate con el perfume más elegante de Borgoña sumergiéndote en Chambolle-Musigny o un poquito más al sur, explora los pinot más robustos y complejos de Gevrey-Chambertin

Y qué decir de Pommard, en el corazón de Côte de Beaune. Intensos, elegantes y con pulidos taninos. Pommard guarda referencias de coleccionistas en las que sus aromas primarios, secundarios y, con el tiempo, terciarios dejan un recuerdo imborrable.

Que no te asuste la fama de inaccesible de la región. Es cierto que aquí se encuentran los vinos más deseados del mundo pero también te esperan muchas delicias al alcance de todos.

Estados Unidos, la Pinot noir más trendy

¿Quién no recuerda Entre copas? En 2004, Paul Giamatti, gran aficionado y defensor de las bondades de la Pinot noir, protagonizó la película a la que se atribuye en parte la gran popularidad de esta uva entre los millennials.

Esta cinta hizo que el consumo de la Pinot noir aumentase en Estados Unidos, a pesar de su sensibilidad a las peculiaridades de la viña. Hoy los vinos elaborados con ella gozan de gran prestigio en todo el mundo.

Algunos de los mejores vinos de Pinot noir estadounidenses los encontramos en Willamette Valley (Oregón) y Russian River Valley (Sonoma). También hay otras denominaciones menos conocidas: Anderson Valley (Mendocino), Santa Lucía Highlands (Monterrey) y Santa María y Santa Rita Hills (Santa Bárbara).

El viñedo de Willamette Valley, que ocupa el 74% del total de Oregón, está plantado en un 88% con Pinot noir. Su niebla matutina hace que las laderas orientadas al sur sean las ideales para plantar esta uva, igual que sucede en Borgoña. Son vinos que destacan por su delicadeza y notas terrosas. 

Más al sur, en Russian River Valley (Sonoma, California) también hay niebla, algo que agradece la Pinot noir. Esto, sumado a la abundante luz solar y a unos suelos arenosos, hace que en esta zona encontremos pinot noir más afrutados, aunque sin perder el característico toque mineral. 

Además de Russian River Valley, encontramos otras zonas como Petaluma Gap, con un 75% de Pinot noir plantado, y Carneros, donde esa cifra se reduce al 45%. El estilo de Russian River Valley marcó la pauta, con sus vinos pálidos, ligeros y fluidos, pero pronto empezaron a verse penalizados por las puntuaciones de la crítica de entonces, que buscaba vinos más estructurados. 

Por eso los elaboradores empezaron a mezclar la Pinot con otras variedades como la Alicante Bouschet y la Syrah y a hacer maceraciones más prolongadas en bodega. En el viñedo, quitaron hojas para aumentar la exposición solar de las uvas y conseguir así que sus pinot noir tuvieran más cuerpo y color.

Con distintos estilos y expresiones, los tintos de Pinot noir de Estados Unidos muestran una cara diferente de esta variedad en comparación con la del Viejo Mundo, representada fundamentalmente por Borgoña.

Pinot noir de Nueva Zelanda

Nueva Zelanda y Australia: la cara más austral

La historia de la Pinot noir en Nueva Zelanda es reciente pero intensa. Presente desde finales de siglo XIX, no empezó a cobrar relevancia hasta 1973, cuando el enólogo Nick Nobilo, elaboró el primer monovarietal. En tan solo cuarenta años pasó de ser una completa desconocida a la uva tinta más cultivada del país. 

Por esas fechas, un agente de aduanas del aeropuerto de Auckland llamado Malcolm Abel descubrió un esqueje de vid en la goma de la bota de un pasajero que regresaba de Francia. Abel, que se encontraba en proceso de establecer su propio viñedo en Kumeu, interrogó al pasajero, que acabó confesando que lo había robado del legendario Grand Cru borgoñón La Tâche. En lugar de destruirlo, decidió guardarlo y plantarlo en su viñedo, dando lugar al famoso clon Abel.

Entre tanto, en Martinborough, Clive Paton, propietario de Ata Rangi, deseaba incorporar Pinot noir en los viñedos de su bodega. Fue el primero en apostar por este clon, y, muy pronto, otros se unieron. Rápidamente la uva llegó a Marlborough y Central Otago, la meca de esta variedad en las antípodas. 

El frescor y la gran cantidad de horas de sol del clima neozelandés otorgan a estos vinos un perfil más maduro, con matices concentrados de fruta roja y cuerpo medio. Suelen necesitar un tiempo en botella, siendo ideales para quien disfruta de un tinto fluido y fresco. 

En Australia sucedió algo parecido a lo ocurrido en Nueva Zelanda. Y es que a pesar de haber llegado al país en 1830, los viticultores no daban con la tecla al buscar los terruños en los que plantar la delicada variedad francesa.  

Los viticultores comenzaron a ver la luz hacia 1990 con la llegada de nuevos clones, descubriendo que en los climas frescos de Victoria, Tasmania, y Adelaide Hills se daba de maravilla. Allí sentaron las bases de los vinos que encontramos hoy: sedosos y ligeros. Tienden a destacar sus finas notas de cereza y herbáceas, pero a medida que van madurando encontramos interesantes matices terciarios. 

Sudáfrica y Sudamérica: una uva caprichosa

En la década de 1920, el profesor Abraham Izak Perold, padre de la Pinotage, importó en 1925 un clon suizo y Muratie, en Stellenbosch, se convirtió en la primera finca plantada con Pinot noir en Sudáfrica. Los comienzos no fueron fáciles pero Tim Hamilton, fundador de Hamilton Russell Vineyards, se sintió rápidamente atraído hacia la cepa francesa en el valle de Hemel-en-Aarde y se extendió a regiones como Elgin y Franschhoek. Sus encantos, procedentes de su Borgoña natal, arraigaron entonces en esta parte del Nuevo Mundo.

Cualquiera pensaría que, debido al clima, Sudáfrica no es lugar idóneo para elaborar pinot noir, pero lo cierto es que los días soleados unido a la corriente marítima de Benguela y a los vientos de la zona le ofrece unas condiciones inmejorables.

La podemos encontrar en las zonas más frescas del país, como la Costa del Cabo o Walker Bay, donde se da vida a tintos, elegantes y con carácter, que, envejecidos en roble, ofrecen una extraordinaria complejidad.

En Sudamérica la Pinot noir también ha encontrado rincones donde puede exhibir todos sus encantos. En Chile, las primeras vides de Pinot noir llegaron a finales del siglo XIX. Actualmente, existen cerca de 3.000 hectáreas plantadas en el país que cuenta con una gran variedad de climas y de altitudes. 

Es en los valles costeros que reciben la fría corriente de Humboldt donde la Pinot noir chilena brilla con más intensidad, principalmente en de San Antonio y Casablanca. Su elaboración traspasa las barreras geográficas llegando incluso al desierto de Atacama, el más árido del mundo, demostrando como esta delicada uva también es capaz de adaptarse a los lugares más extremos. 

Pero no se queda solo en Chile, la cepa conquistó Argentina también en el siglo XIX. Mendoza es el marco ideal para su desarrollo, sobre todo en el valle de Uco pero se encuentra en muchas otras áreas en altitud, al sur del país y cerca del océano.

Gracias a la gran diversidad de climas, de paisajes de películas y de una topografía increíble, hoy podemos disfrutar de múltiples versiones de la reina de Borgoña.

Aquí tienes una selección de vinos para que destapes todas las caras de la Pinot noir:

Louis Jadot Gevrey-Chambertin 2016

Louis Jadot Gevrey-Chambertin 2016

Jugoso, fresco, elegante y cautivador, así es este monovarietal de Pinot noir que captura el alma de la prestigiosa AOC Gevrey-Chambertin. En un primer trago te hechiza con sus aromas de fruta fresca roja que, poco a poco, dan paso a las sutiles notas secundarias. Una delicia ideal para disfrutar con platos de caza y con una buena tabla de quesos.

Domaine de Montille Pommard Premier Cru Les Perezolles 2018

Este Premier Cru de Pommard captura el encanto irresistible de la Pinot noir de una apelaciones más distinguidas de Borgoña. Regala su característico perfume de fruta roja en un vino jugoso e irresistible. Un flechazo para los amantes de esta adorada uva gala.

Bruno Colin Santenay Vieilles Vignes Rouge 2019

Este pinot noir borgoñón seduce con el cautivador perfume y la delicadeza que ha convertido a esta región francesa en el paraíso de los paladares más exquisitos. Con un equilibrio perfecto, una vibrante acidez y un final persistente, esta referencia resulta ideal para ser disfrutada en cualquier momento. Sublime con una tabla de quesos

Cristom Jessie Vineyard Pinot Noir 2019

Esta joya de Willamette Valley recibe su nombre en honor a la bisabuela de Tom Gerrie, la también viticultora Jessie Summers. A partir de un desafiante viñedo en pendiente sobre suelos volcánicos nace este vino poderoso pero a la vez distinguido, de carácter eminentemente floral con una estructura tánica firme y un magnífico potencial de envejecimiento

Goloso, intenso, afrutado y perfumado, esta maravilla, tremendamente fácil de beber, seduce desde el primer trago.

Pura armonía que no defraudará a los que disfrutan con el encanto de la Pinot noir del Nuevo Mundo.

Take it to the grave Pinot Noir 2021

La región australiana de Limestone Coast es conocida por la distinguida Pinot noir que en ella se cultiva y que protagoniza vinos tan atractivos como este Take it to the grave.

Nacido de la unión de sinergias entre Nicholas Crampton y el enólogo Corey Ryan, destaca por su vibrante fruta roja, sus taninos finos y su agradable acidez.

Crystallum Peter Max Pinot Noir 2020

Peter y Max son los nombres de los primeros agricultores que suministraron la uva para la primera cosecha de este referente. Los proveedores de uva han cambiado desde entonces, pero el nombre sigue siendo el mismo para honrar los inicios de esta gama de Pinot noir procedente de múltiples viñedos.

Tara Red Wine 1 Pinot Noir 2019

Nacida de los viñedos de Longomilla y Nicolasa, en pleno desierto de Atacama, esta auténtica joya del vino chileno, de escasa producción, destaca por ser un pinot noir diferente que refleja las condiciones climáticas extremas de la zona y la personalidad de su singular terruño. Profundo, intenso, con una marcada mineralidad y un recuerdo ligeramente salino

Autoras: Blanca Paz García, Mariana Moura, Laura Calvo y Concha Hierro