Otoño, es tiempo de setas

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¿Quién dijo que era difícil maridar setas con vino? 

¿Cuántas veces has pedido setas en un restaurante y te has rendido con la carta de vinos lanzándote a por una cerveza ante la dificultad que entrañaba maridarlas? Es una idea muy recurrente lo de que las setas no pegan con muchos vinos. (Klonopin) Pues nada más lejos de la realidad.

Vamos a darte seis ejemplos de cómo el vino puede ser el mejor aliado de las setas. Si eres de los que, navajilla y cesta de mimbre en ristre, se lanza al monte para encontrar las mejores setas y luego dar buena cuenta de ellas, toma nota.

Crema de champiñones

Una vez que los días son más cortos y el termómetro baja, empiezan a apetecer los platos calientes de cuchara. Esta crema es ideal como primer plato y casa a la perfección con una buena copa de Baigorri Blanco Fermentado en Barrica, que le aporta untuosidad al conjunto.

Setas al ajillo

Perfecto entrante y primer plato, o tapita estupenda para ejercitar el codo en las tabernas. Su mejor aliado es un rosado provenzal ligero y fresco como Hecht & Bannier Côteaux d’Aix en Provence.

Revuelto de setas variadas

Que bien casa el huevo con un surtido de setas de temporada un poco pochadas con su toque de pimienta negra. El riesgo se incrementa con este maridaje: necesitamos un vino con carácter y matices poderosos; qué mejor que una manzanilla pasada de Sanlúcar como Barbiana, que le dará el contrapunto salino perfecto a este plato.

Setas a la plancha con jamón ibérico

Riquísimas junto a un rosado con poderío y complejidad como Pradorey Rosado Fermentado en Barrica, que le proporciona cremosidad y frescura y unos matices aromáticos que te vuelven loco.

Risotto con boletus

Una de las setas más top formando parte de un guiso de arroz, ¿qué podría salir mal? Pues un vino que no pegue ni con cola. Eso no nos va a suceder con un tinto borgoñón ligero y casual, fluido y con buena acidez como Trenel Fleurie, un monovarietal de Gamay que se bebe con miedo a que se acabe la botella.

Guiso de níscalos con ternera

Esta variedad de seta, extraordinaria pero potente, necesita que el vino nunca esté por debajo de su sabor, y más cuando forma parte de un guiso con carne de ternera, que deja siempre una salsa imposible de nos ser asaltada por los barquitos de pan. Para que la experiencia sea digna de recordarse, descorcharemos un Gotes del Priorat, contundente y con una gran mineralidad que se acopla estupendamente con el níscalo.