Joan, Josep y Xavi, vignerons en Vilalba dels Arcs

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Joan Ramón Bada, enólogo, Josep Arrufat, viticultor, y Xavi Orobitg conforman Vins del Tros, un proyecto pequeño que cultiva el viñedo de forma natural, favoreciendo la expresión de la tierra y reencontrando la pureza de los aromas de un paisaje idílico en la zona menos conocida de elaboración de vinos de Cataluña.

 ¿Cómo os conocisteis?

Es una historia de coincidencias, Joan y Josep nos conocíamos desde la infancia, somos de Terra Alta y pertenecemos a familias que durante tres generaciones han elaborado vino. Xavi apareció después de un viaje a China en el que escuchó hablar de uno de nuestros vinos que se había catalogado como uno de los mejores de Cataluña –el Señora Carmen – y como no lo encontraba en ningún sitio, se puso en contacto con nosotros para conocernos. Aquí empezó nuestra historia conjunta.

¿Qué vamos a encontrar con Ay de mí?

Es un vino que está muy marcado por el carácter varietal, y es que tiene un porcentaje muy elevado de Garnacha tinta, de la que hay una mayor cantidad de cepas en Terra Alta. La elaboramos con un respeto enorme, mínima intervención en bodega, fermentaciones naturales y una crianza sutil en roble francés. Es un vino que hace disfrutar copa a copa, muy frutal y elegante.

 De dónde viene el nombre del vino y su curiosa etiqueta

Ay de mi se decidió como nombre porque cuando empezamos con el proyecto estábamos en plena crisis económica y al ser nuestro primer vino, lo primero que nos vino a la cabeza fue la frase mítica “Ay de mi, a ver qué va a pasar”, una reflexión que nos hicimos los tres pensando en lo que suponía elaborar en estas circunstancias. La etiqueta en la que aparece un 600 abandonado y un ovni tiene algo de realidad, el coche existe y lo podemos ver en el viñedo, se ha convertido en una especie de símbolo de la bodega, tanto que quisieron retirarlo y pedimos que nos lo dejasen.

¿Cómo es Vilalba dels Arcs?

Vilalba dels Arcs está en el norte de la comarca de Terra Alta, en la provincia de Tarragona. Nuestras fincas están situadas a unos 500 metros sobre el nivel del mar. Son pequeños minifundios de media, una y hasta dos hectáreas, realmente pequeños. Destacan los suelos de limos o panal, como se les llama en la zona, y también tenemos zonas pedregosas y de mucha arcilla.

Ahora se habla mucho de la importancia de las variedades autóctonas, ¿Para vosotros qué supone?

Trabajar con variedades autóctonas fue nuestra máxima desde que iniciamos el proyecto porque creemos que las variedades que están arraigadas en el terreno son mucho más amables a la hora de trabajarlas y transmiten un carácter diferenciado. Nos interesaba desde que iniciamos el proyecto transmitir territorio, paisaje y cultura con nuestros vinos.