Alsacia: un paraíso de blancos por descubrir

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Al norte de Francia y fronteriza con Alemania encontramos una región vinícola singular. Hablamos de Alsacia, tierra de interesantes y variados blancos que se clasificó como Appelation d´Origine Controllé (AOC) en 1962.

El paisaje que la rodea, entre la llanura del Rhin y la cordillera montañosa de Los Vosgos, posee un atractivo inigualable. Una hermosa geometría de laderas encadenadas que conforme avanza el día cambian de color, de textura y casi de forma.

En términos de terreno cultivable, Alsacia incluye dos departamentos: Haut Rhin y Bas Rhin. En ellos, 119 comarcas tienen autorización para elaborar vinos bajo la AOC Alsacia. En total, cuentan con 20.000 hectáreas de viñedo, que se dividen en tres grandes categorías: los genéricos AOC Alsace y los top AOC Alsace Grand Cru, con una tercera clasificación que agrupa a los espumosos Crémant d´Alsace.

Entre las variedades más plantadas, se reparte casi a partes iguales entre la Riesling, la Pinot blanc y la Gewurztraminer (20% para cada una de ellas) le siguen la Pinot gris, la Sylvaner y la Pinot noir.

Los factores climáticos de otoños soleados, veranos cálidos y bajas precipitaciones (en Alsacia llueve menos que en ninguna otra parte de Francia) parecen haberse conjurado para que las uvas maduren sin prisas. La cordillera montañosa de Los Vosgos es la responsable directa de proteger a los viñedos de las lluvias que vienen del Atlántico.

Pero lo realmente interesante es descubrir que Alsacia es un auténtico paraíso edafológico. Con un relieve accidentado y numerosas fracturas tectónicas, la variabilidad en la composición del suelo es tal, que si se camina 100 metros en cualquier dirección, se encuentren tantos tipos de suelos distintos. No es de extrañar, por tanto, que cada municipio y colina se divida en cientos de piezas con nombre propio.

El pueblo de Bernardvillé es uno de los más famosos de Alsacia. Está situado justo debajo de una impresionante ladera, con orientación sur, llena de viejos castillos medievales. Un valle que ofrece una secuencia de geologías: granito y esquistos en St Ulrich, margas y areniscas en Kirchberg, piedra caliza en Geisberg, margas calcáreas en Osterberg y margas en Haguenau.

La Riesling es la variedad que refleja mejor la influencia del terroir y en la que mejor se pueden percibir los diferentes matices de aromas y sabores que aportan los suelos. También se dice que en Alsacia la Gewürztraminer llega a rozar la perfección, un dato a tener muy en cuenta para los más fans de esta variedad. En el otro extremo, encontramos uvas menos conocidas como la Pinot gris, con rasgos varietales tan claros que resulta más difícil identificar la contribución del terruño.