Priorat, terruño sagrado

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Durante mis vacaciones familiares en Tarragona aproveché un día para escapar del bullicio de la costa Dorada y visitar el Priorat. Cuando llegas a este oasis aislado y de difícil acceso, sientes que el tiempo se detiene y que todo y todos viven por y para el vino.

El Priorat es un lugar sagrado para los amantes del vino por muchos motivos. Para empezar, su  origen se remonta a la llegada de los monjes cartujos en el siglo XII. La leyenda cuenta que un pastor les reveló el secreto de ese hermoso enclave: en el pino más alto se encontraba una escalera por la que ascendían y descendían los ángeles. Por ello, la orden religiosa estableció su cartuja en este místico lugar. Al poco tiempo, ya cultivaban viñas. Hoy las ruinas de la Cartuja de Escaladei (“escalera de Dios”) son el símbolo del origen de este templo del vino europeo.

Durante casi mil años, la viticultura en la región ha estado en constante lucha por su supervivencia. La desamortización de Mendizábal, las crisis y la terrible filoxera causaron graves estragos. En los años 80, la emigración a las ciudades y el envejecimiento de la población llevaron a estas históricas viñas al borde de la desaparición. 

Pero justo a tiempo aparecieron en escena un grupo de héroes artífices del increíble resurgir del Priorat. El gran Álvaro Palacios junto a Daphne Glorian, René Barbier, José Luis Pérez y Carles Pastrana vieron el tremendo potencial de estas tierras abandonadas. En los años 90, Parker coronó con una lluvia de excelentes puntuaciones a sus vinos culminando esta revolución de película.

Pero, ¿qué es lo que vieron estos cinco magos en este remoto paisaje? Pues un clima tan desafiante como prometedor y un terruño realmente único.

EL TERRUÑO

A pesar de estar a pocos kilómetros de la costa, el Priorat cuenta con un clima continental. Con veranos de temperaturas muy altas y escasas lluvias, las uvas logran una altísima concentración aromática. Por la noche, la temperatura baja drásticamente permitiendo que las uvas retengan una afiliada acidez que aporta equilibrio y garantiza una extraordinaria capacidad de guarda. 

A este clima se une el factor que más caracteriza a los vinos del Priorat, el suelo de licorella. Este es el nombre que recibe este tipo de pizarra de estructura laminar. Se trata de un suelo muy pobre y que apenas retiene el agua. Esto, unido al clima árido, obliga a las raíces a profundizar en la tierra en busca de nutrientes adquiriendo así su distintiva mineralidad.

El tercer factor que cierra este triángulo glorioso del vino es el alto porcentaje de viñas viejas de Garnacha y Cariñena. Estas dos variedades muestran una sublime adaptación en este árido terruño. Mientras que la Garnacha exhibe frescura, aromas de fruta roja y notas especiadas; la Cariñena aporta estructura y, gracias a su gran afinidad para evolucionar en botella, convierte a estos vinos en joyas de coleccionista. 

Vistas del Montsant desde Mas Doix

MAS DOIX

Después de un camino de curvas apto solo para valientes llegamos a Mas Doix, todo un emblema del Priorat. Esta bodega, con unas vistas espectaculares, se encuentra en Poboleda, protegida por las sierras del Montsant y el Molló.

Retomando la tradición familiar por la viticultura, Valentí y Ramón Llagostera fundaron en 1998 Mas Doix con un claro objetivo: preservar las viñas viejas y mostrar al mundo la identidad de cada parcela y de las variedades tradicionales. 

Mas Doix presume de una colección perfecta para conocer todas las caras del Priorat. En la cúspide se encuentran dos joyas alabadas por la crítica: su 1902 y su 1903.

El 1902, cuyo nombre hace referencia al año de plantación de este viñedo de más de 120 años, es un monovarietal de Cariñena tremendo. En cada gota se percibe su potencia, la rusticidad y su perfil eterno. Con una producción muy limitada, es una referencia para toda una vida. Fue un auténtico privilegio poder probarlo.

Si el 1902 desnuda los encantos de la Cariñena, el 1903 refleja en cada gota la pureza, la finura y el perfume hechizante de la Garnacha. A partir de viñas que superan los 75 años, este tinto es sin duda una de las garnachas más emocionantes de la región.

Además de estas dos obras maestras, pudimos disfrutar de sus sorprendentes blancos y del resto de tintos: Les Crestes, el más ligero y accesible, y Salanqués, en mi opinión una de las referencias del Priorat con mejor relación calidad-precio. Por último, su exitoso Doix, un preciso ensamblaje de Garnacha y Cariñena, la referencia que mejor expresa la magia del Priorat tradicional.

La bodega Mas Doix y la sierra del Montsant de fondo

FAMILIA NIN-ORTIZ

Desde Poboleda nos dirigimos a Porrera para visitar la bodega Familia Nin-Ortiz, una de las casas que más me ha hechizado. Para mí, su colección es una oda al terruño, al poder de la naturaleza y a la artesanía vinícola. 

Este proyecto nace de la historia de amor entre Carlos Ortiz y Ester Nin. Carlos llegó al Priorat movido por su pasión por escalar. Allí encontró su otra gran pasión entre las cepas de esta región histórica. Con mucho esfuerzo, adquirió sus primeras fincas y empezó a comercializar su propio vino.

En 2007 su vida dio otro giro de 180 grados al conocer a Ester Nin, sin duda una de las mujeres más aclamadas del Priorat y figura clave del presente y el futuro de la región. Enóloga en Clos i Terrasases, la bodega de Daphne Glorian, todo lo que toca lo convierte en oro.  Para goce de los amantes del Priorat, Ester y Carlos unieron sus vidas y sus viñedos dando vida a la Familia Nin-Ortiz.

Esta pareja es todo un ejemplo de viticultura sostenible, orgánica y biodinámica. Para ellos, la clave de un vino vivo, expresivo y único está en la biodiversidad del suelo, en las cepas tradicionales y en las levaduras autóctonas.

Trabajan el viñedo de forma manual, tan solo con la ayuda de sus mulas. Las vendimias suelen realizarlas de forma temprana para lograr vinos con una óptima acidez y mantener intacto el carácter primario de las uvas. En la bodega elaboran parcialmente con raspón para ganar estructura y taninos, evitando el uso de barricas para así mostrar de forma cristalina la esencia varietal y de cada parcela.

Vistas del terruño de Porrera desde la bodega Familia Nin-Ortiz

Para terminar, pudimos sentir con nuestro paladar la magia del Priorat. Empezamos con sus Planetes (Cariyena Blanca, Garnatxes, Classic) la elegancia embotellada. Finísimos, expresivos y nítidos…. un auténtico delirio para los sentidos. Cada gota refleja la filosofía artesanal y la búsqueda incansable de la pureza de la Nin-Ortiz. 

Después de catar todos sus vinos, llegamos a la cúspide de su colección con La Coma d’en Romeu y Nit de Nin Mas D’En Caçador

El primero es la Garnacha en estado puro, plena, sin maquillajes, al natural. Esta maravilla coronada por Luis Gutiérrez como una de las mejores garnachas del Priorat nace de un viñedo de tan solo 1,5 hectáreas con más de 75 años. Floral y perfumada, se perciben con intensidad las distintivas notas de fruta roja y los apuntes de grafito y minerales que permanecen en el recuerdo. 

Para terminar, probamos Nit de Nin Mas D’En Caçador. Con una producción realmente limitada, este ensamblaje de Cariñena, Garnacha y Garnacha peluda nace de un coster centenario muy especial. Una maravillosa armonía de aromas se abre en el paladar regalando un perfume afrutado y floral acompañado de recuerdos terrosos. Espectacular.

Después de estas dos visitas paramos en uno de los bares tradicionales de la zona, donde fuimos conscientes de las catas inolvidables que acabábamos de vivir y supimos que ese día de agosto no solo se convertirá en uno de los mejores de las vacaciones, sino en una experiencia que recordaremos cada vez que descorchemos una de las perlas del Priorat.