Descubriendo la Rioja Alta. ¿Te subes al coche?

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Hace unos días estuve representando a Bodeboca en un viaje por la Rioja Alta para conocer de primera mano lo que se está cociendo en el mundillo del vino y de la gastronomía por estas tierras bendecidas con un gran clima y los mejores suelos para la elaboración de grandes vinos, tanto de precios elevados como asequibles. El axioma al que hay que aferrarse tras una salida como esta es que es muy difícil encontrarse con un mal vino por estos parajes

Este encuentro fue organizado por el enólogo, comunicador, gestor comercial y, sobre todo, cicerone, José Ignacio Junguitu, “Jungui”, en representación de la Ruta del Vino Rioja Alta. En el juntó a varios comunicadores de vino y gastronomía y a periodistas del sector. Bodeboca no podía ser ajeno a un viaje como este. 

De Chamartín a Miranda de Ebro 

Tras una peripecia ferroviaria que nunca agradeceré lo suficiente a Renfe, llegué a Miranda para unirme a la tropa en el Barrio de la Estación de Haro. La entrada al calado de Bodegas Roda acabó en un santiamén con las penurias infligidas por el sector ferroviario.

La visita a las seis bodegas que forman parte de la iniciativa de la Ruta del Vino Rioja Alta es obligada para conocer buena parte de la historia del vino riojano en general, y de la Rioja Alta en particular. No hay nada como adentrarse en esos templos que han sabido aunar como ningún otro la revisitación del pasado con la mayor vanguardia elaboradora y el desarrollo del turismo enológico, que cuenta con una oferta de lo más atractiva. Solo entrar y comenzar a sentir el frescor de calados y salas de elaboración y crianza, y uno se reconcilia con el ser humano. 

Pasaporte y cinta para entrar en las seis bodegas

Bajo la batuta de Roberto Puras, coordinador de la visita, y tras la entrega del pasaporte del Barrio de la Estación, llevamos a cabo la visita a las bodegas La Rioja Alta S.A, Muga, Gómez Cruzado, Bodegas Bilbaínas, Cvne y la mencionada Roda, donde el grupo pudo ver todas las bodegas en profundidad y catar algunos de sus vinos más señeros. Inolvidable experiencia que recomiendo a neófitos y a conocedores. 

¡A comer, que hay hambre!

Es lo que tiene levantarse muy temprano y viajar directos a la visita y cata, que al final se hace tarde y uno tiene más hambre que dios talento. En lugar de zamparse un bocata a la vereda de la carretera o en medio de un viñedo pasando calor, nuestro guía nos dio la sorpresa de invitarnos a Lumbre, extraordinario restaurante regentado por Jorge Blanco en la localidad de Casalarreina y cuyo germen fue el mítico La Cueva de Doña Isabela. Excelente menú y una de las mejores cartas de vinos de Rioja, catalogados por tipos y por pueblos. Maravilloso.  

Foto cedida por Hitcooking

Salimos satisfechos, plenos, con ganas de copa y puro, pero ya nos esperaba el insigne Mihail, el chófer nacido en las inmediaciones de la frontera de Rumanía y Moldavia que fue nuestro conductor durante los dos días que duró la intensa ruta que nos redondeó la figura. 

Próxima parada, la bodega urbana de Javier Arizcuren 

Sin solución de continuidad bajo el atento “pastoreo” de nuestro querido Junguitu, seguimos el tour dirección Logroño, donde haríamos noche en el Aniana Alojamiento Boutique regentado por la encantadora Eva. Para eso aún faltaban unas horas que cubrimos de la mejor manera posible visitando una bodega que rememora las más de doscientas que hubo antaño en la capital de La Rioja, la mayoría subterráneas. No es el caso de la de Javier Arizcuren, arquitecto cuya pasión no son los planos ni los alzados, sino el vino, las vides, lo apegado a la tierra. 

Sorprende entrar en lo que parece una pequeña tienda de vinos de barrio y encontrarte tras una puerta acristalada la bodega de uno de los proyectos que más nos han interesado en los últimos tiempos. Al entrar, nos encontramos en un angosto espacio depósitos de acero inoxidable a la derecha y frente a ellos las barricas de roble donde se crían los vinos. Allí se hace todo a mano, hasta el etiquetado y lacrado de las botellas. ¡Y algunos siguen con la cantinela de que el vino es caro!

Javier Arizcuren explicándonos su proyecto

La sorpresa final es que apareció Javier, que traía uva vendimiada por la mañana para meterla en depósito y pudimos departir un rato con él. Probamos in situ algunos de sus vinos y solamente te diré que los pruebes ya: te van a encantar, rezuman verdad.  

De pinchos por la calle del Laurel

Lo bonito de este viaje de conocimiento vinícola y gastronómico es que tocamos todos los palos, desde lo que ofrece un restaurante de alta cocina a la comida más tradicional y democrática, los pinchos, raciones y tapas que se pueden degustar por todo el casco viejo de Logroño, enmarcado en las calles del Laurel y San Juan aunque podemos certificar que hay más en la ciudad bañada por el Ebro. El criterio de nuestro anfitrión me gustó: tocar todo, los vinos más top y la alta cocina representados en el Barrio de la Estación y Lumbre, y saborear lo más cercano y asequible, pero no inferior en calidad, como el fast food logroñés, y lo que vendrá más adelante, los vinos de cooperativa. 

Pinchos de champiñones en la calle del Laurel

Antes de dormir, un heladito en dellaSera. Llegué a pensar que se acercaba San Martín e iba a servir a la cena navideña de alguien, pero me alegré de probar un helado de cuyo nombre no puedo acordarme pero que tenía entre sus ingredientes el vino 5V de Abel Mendoza. Además, metí cuchara en uno denominado Sombra de Higuera; ambos magníficos. Duchita y al sobre que mañana hay que seguir comiendo y bebiendo, además de aprender mucho, que conste. 

Desayuno en Perretxico

No es en Tiffany’s junto a Audrey Hepburn, pero este desayuno fue mucho mejor. Ligero no, mejor. Si tuviera que entrar en combate o vendimiar, sería el lugar al que iría. El desayuno que nos prepararon resucitaba a un muerto, pero además estaba muy rico. A tope de power para viajar hasta Uruñuela y hacer una visita a la cooperativa Zinio, la artista anteriormente conocida como Bodegas Patrocinio. 

Cata en Zinio

Zinio nos sirvió como aglutinador de los vinos cooperativos hechos en asociación de viticultores para unir fuerzas y sinergias y conseguir gran calidad con una inversión más ajustada. Que nadie piense en esas cooperativas de hace un tiempo en el que el vino a granel poco cuidado lo invadía todo. En Rioja es otra cosa: la misma calidad en el viñedo y en las instalaciones que las grandes bodegas que dan como resultado estupendos vinos con el añadido de que son más baratos. Lo que catamos en sus instalaciones, doce vinos, nos dejó gratamente sorprendidos por su pureza, naturalidad y calidad. 

Visitando un mito

Destino Cenicero, más en concreto Bodegas Riojanas, uno de esos lugares al que hay que acudir sí o sí en una ruta vinícola que se precie. Auténtica lección de historia pasear por sus bodegas, desde la más antigua a la más actual, viendo el pasar del tiempo entre barricas y botellas que estaban ahí mucho antes de que hubiéramos nacido.

Botellero de Bodegas Riojanas

Y como colofón una gran cata en el gastrobar de la propia bodega, aglutinador social de la localidad, con la dirección de la bodega en pleno. Allí descubrimos unos tempranillo blancos sensacionales.

Comida de despedida en Asador José Marí

De Uruñuela a Rivas de Tereso en un trayecto muy bonito por carreteras enclavadas en un entorno sugerente. Comimos en la terraza con unas bellas vistas relajantes que te conectan con tu yo interior y te hacen preguntar ¿por qué voy corriendo todo el día estresado cuando existen rincones como este donde el sosiego te domina? Comida tradicional riojana, guisos, brasa, sencillez y gran servicio. Un lugar al que acudo por segunda vez y que es un imperdible en cualquier ruta por esta zona de La Rioja colindante con Álava. 

Como fin de fiesta antes de partir, una copita en el chill-out de la azotea donde el momento del atardecer es pura vida a las faldas de las sierras de Cantabria y de Toloño, en el puerto de La Herrera, en pleno término municipal de San Vicente de la Sonsierra. 

El regreso, de Miranda de Ebro a Madrid

Dos jornadas intensas imbuidos en la Rioja Alta y todo lo que nos ofrece, que es mucho, y habían pasado como un suspiro. Era la hora de tomar el tren hasta Madrid, que como no podía ser de otra manera salió con media hora de retraso. Algo se recuperó por el camino y no llegamos tan tarde a Chamartín, ese espacio de la capital en la que parece que se esté rodando la nueva secuela de Mad Max. Qué contraste con lo vivido tan sólo cinco horas antes. Pero así es la vida, puro contraste. Y que dure.