Breve historia de nuestra Albillo

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La Albillo es una de las variedades blancas más nuestras, ya que su origen es cien por cien español. Sin embargo, es también una de las uvas más desconocidas para los aficionados al vino, algo en lo que sin duda influye la complejidad de su nomenclatura.

Actualmente, el catálogo de variedades de uva publicado por el Ministerio de Agricultura diferencia entre la Albillo mayor, que abunda especialmente en zonas de la meseta superior como es el caso del Valle del Duero; y la Albillo real, propia de regiones del centro de la península, como es el caso de los viñedos de Ávila, Toledo o Madrid.

Reto (D.O Manchuela)

Además de estas nomenclaturas oficiales, hay que sumarle alguna otra, como es el caso de la Albillo de Albacete (cultivada principalmente en la zona de la Manchuela y que podemos encontrar en exquisitos vinos como Reto, de Bodegas Ponce), la Albillo de Granada (cultivada en la Alpujarra granadina así como en zonas de Extremadura), la Albillo Criollo o la Albillo Monte Lentiscal, ambas propias de las Islas Canarias. Sin olvidarnos de la Blanca del País, nombre que a veces también se utiliza para referirse a esta casta.

En cuanto a sus características vitícolas, la Albillo es una variedad de pronta maduración, color amarillo pardo, porte erguido y producción media. Sus racimos son de tamaño medio, sueltos, y con bayas doradas de piel muy fina. Aunque como comentábamos anteriormente, estas características pueden diferir sensiblemente en función de la zona de cultivo.

Aunque cada vez son más y mejores los vinos blancos elaborados únicamente con esta variedad, la Albillo también es frecuente encontrarla como variedad mejorante en algunos tintos, por ejemplo en vinos embotellados bajo la D.O. Ribera del Duero, donde sí está permitida para la obtención de vinos tintos.

El Lebrero (V.T. Castilla y León).

Cuando se trata de vinos blancos, la Albillo suele dar vinos aromáticos, en los que predominan las notas de frutas de hueso, manzana y melocotón, con un color muy sutil entre amarillo pálido y pálido acerado, y una acidez media.

Una de las bodegas que sí la trabajan para la obtención de un monovarietal blanco es Félix Callejo. Noelia Callejo, su enóloga, reconoce que se trata de una variedad que durante décadas no se ha tomado muy en serio en la zona, ya que no se trataba de una variedad útil para la elaboración de vinos de gran producción. “Su historia es un poco paralela a la de la Garnacha. Para obtener buenos vinos con ella hay que controlar su producción, y por eso muchos viticultores la arrancaron”, nos ha contado.

Noelia Callejo, que con la Albillo elabora El Lebrero, un blanco untuoso con larga capacidad de guarda, es una de las “salvadoras” de esta variedad autóctona en la zona más septentrional de la Ribera del Duero. “La Albillo es un tesoro, una variedad única, que existe en muy pocas zonas, autóctona de nuestro país y que merece la pena sacarla adelante y que no se pierda. En nuestra zona no es nada difícil de trabajar, pues está tan asentada como la Tempranillo”, finaliza.