Cata en Primeur: encantada de conocerte futura estrella
Catar en primeur es un ejercicio de fe. Tener la convicción de que lo que tienes delante es un diamante en bruto. Es ir más allá, como viajar en el tiempo, para imaginarte en lo que se va a convertir un vino. Si lo pudiera comparar con algo no vinícola, podría deciros que el ejercicio debe ser algo parecido a lo que hacen los agentes que descubren nuevos talentos: has visto algo en alguien que te emociona y sabes que con el tiempo será una estrella.
Ayer tuve la oportunidad de catar algunas futuras estrellas gracias a la invitación de los amigos de Aseuniv, distribuidores de grandes vinos en Madrid. Un evento reducido, en el que los únicos protagonistas son unos vinos que se encuentran todavía haciendo sus crianzas. No son vinos terminados, o como decía el delegado de Artadi para Madrid: son bebés y hay que tenerlo en cuenta cuando se cata.
Comencé la cata con los vinos del genial Bertrand Sourdais, al que llaman «el vigneron de Soria«. Un hombre que cada vez que cuenta algo da una clase, lo hemos constatado en las varias entrevistas que le hemos hecho para nuestras Ventas Privadas en Bodeboca.
De sus tres vinos en Dominio de Es os diré que es impresionante cómo se expresa la Tinto fino desde diferentes suelos. Dominio de Es viñas viejas con su mezcla de parcelas calcáreas, La Mata sobre arcilla del que me sorprendió su textura tan aterciopelada y La Diva sobre arena calcárea, un espectáculo aún sin terminar que le sirvió a Bertrand para explicarme el concepto de “digestibilidad” de un vino. Dicho de forma muy gráfica, que baje por nuestro esófago y no caiga como un ladrillo.
En la mesa siguiente estaban los vinos de Álvaro Palacios. Un cambio de registro total, con vinos como Gratallops 2016 o Finca Dofí 2016 que prácticamente me podría haber bebido hasta la última gota a pesar de que les queda todavía un año para criarse y afinarse. ¡Qué aromas! ¡qué frutalidad! no podía despegar mi nariz de la copa. ¡La Garnacha es muy grande!.
Tan grande como el vino que me cautivó de esta interesante jornada (y eso que la botella era realmente pequeña). Si pudiera quedarme con uno sólo de ellos sin duda elegiría Les Aubaguetes 2016, un vino nuevo de Álvaro, procedente de una viña con cepas de 115 años, a la que le tenía el ojo echado desde hace tiempo y con la que finalmente se hizo. Unas uvas que anteriormente se habían comprado a su propietario y que formaban parte del coupage de Les Terrases. Es la segunda añada elaborada íntegramente con esta parcela que ofrece ya un trago embriagador, lleno de personalidad, texturas, matices, un espectáculo de vino que va a dar mucho que hablar. Tiempo al tiempo.
Descendientes de J. Palacios, el proyecto de Álvaro Palacios y su sobrino Ricardo Pérez Palacios, aparecían a continuación para cambiarme, de nuevo, el registro. La Mencía de una añada 2016 atlántica y muy fresca en el Bierzo.
De los cuatro vinos que caté, todos con algo especial, destaco que La Faraona 2016 bien vale lo que cuesta. Estaba ya sencillamente brutal, con especiados y balsámicos pero sobre todo con un algo, difícil de expresar en palabras, que me hizo cerrar los ojos para imaginar que yo estaba en medio de su viñedo, oliendo todo. ¡Te transporta!
Terminé la jornada con los vinos de Artadi. Vinos que se habían sacado ayer de sus depósitos en Álava, que se habían embotellado y que se habían enviado a Madrid expresamente para esta cata. ¡Un privilegio! Una cata de 6 vinos muy didáctica y en cierta forma divertida, en la que todos los presentes encontramos en cada vino el carácter que los diferencia de manera muy evidente. Debo recomendar encarecidamente a quien me lea que se compre el Valdeginés 2016: su vigor, frutosidad y juventud, con enorme recorrido, dará muchas, muchas alegrías. Pero también La Morera de San Lázaro 2016, sorprendentemente muy bebible ya, con una estructura espectacular y en nariz muy floral ¡Prometo que promete!
Todos los vinos mencionados en este post se encuentran actualmente disponibles en Bodeboca para su compra en primeur.
