Rafa Cambra, vigneron en Fontanars dels Alforins

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Rafa Cambra es un pequeño productor de Fontanars dels Alforins. Es un enclave pequeño – de 800 habitantes – bastante peculiar por su ubicación,  al suroeste de Valencia,  en el límite de cuatro provincias. Aquí es donde comienza el cultivo de la Monastrel, una zona con mucho sol y calor en la que Rafa ha logrado hacer un tinto que expresa delicadamente su lugar de procedencia.

¿De dónde viene la Monastrel que usas para Uno?

Son unas cepas  viejas de 55 años casi más altas que yo, en vaso (es decir, con una forma similar a la de un candelabro), sobre suelos arcillo-calcáreos, que drenan muy bien y almacenan agua para soportar los veranos muy secos .

¿Porqué son tan importantes las viñas viejas?

Mi opinión es que no toda la viña vieja da un gran vino, pero sí que creo que todos los grandes vinos nacen de cepas viejas. Su equilibrio, las reservas que en años complicados permiten una buena madurez, su vigor equilibrado entre fruto y hojas, entre otros factores, te aportan un fruto de mucha calidad.

¿Qué supone hacer una intervención mínima en el campo?  

Es respetar el entorno y la naturaleza que tengas a tu alrededor. En mi caso, al estar rodeados de pinares y de cereal, no tenemos una plaga dominante y los diversos cultivos se encuentran en armonía, como estaban desde hace siglos. El girasol en verano, los olivos, los almendros en las zonas más altas, todo contribuye a que exista una biodiversidad y por tanto menos enfermedades que tratar de combatir en el viñedo. (Xanax)

¿Cómo controláis el efecto del sol en las viñas?

A diferencia de otras zonas vitícolas, en la época de primavera por ejemplo, no hacemos la poda en verde ni deshojados , para que las hojas queden en formación libre y no esté siempre una cara expuesta al sol. Es importante que la uva no esté constantemente asoleada y tenga horas de sombra.

¿Qué te aportó el haber trabajado en una bodega mítica como López de Heredia?

López de Heredia fue la bodega de mis primeras prácticas y gracias a ellos me pregunté hasta qué punto una barrica te cambia un vino. Con el paso del tiempo, la experiencia me enseñó que la barrica tiene que ser algo neutro, lo importante es la fruta, la viña, y de eso no me olvido.

¿Qué es más importante en la personalidad de un vino, la viña o el trabajo del enólogo?

Yo me inclino por un equilibrio. Las uvas son como un diamante en bruto  y nosotros somos el escultor, hay que darle forma a ese diamante, pulirlo, pero en ningún caso modificarlo. El vino guarda un halo de romanticismo, que te permite cada vez que abres una botella, identificar su origen, es la magia que tiene el poder ver la singularidad de un entorno y un paisaje, esto es para mi lo más importante en la personalidad de un vino.