Entrevista a Miguel Alonso del Yerro

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Puede que pasen algo desapercibidos entre los grandes nombres de Ribera del Duero, pero no hay que despistarse, los vinos de Alonso del Yerro tienen incondicionales y nosotros lo sabemos desde hace al menos cinco años. Bien puntuados por Parker y también por nuestros socios, se posicionan actualmente como una de las versiones de la Ribera del Duero más auténticas y personales. Miguel Alonso del Yerro nos dedicó parte de su tiempo hoy para contarnos cómo piensa su familia. Conocerlos es un placer, al igual que sus vinos.

Han sido tus padres los que uniendo sus apellidos crearon la bodega ¿cuánto de familia hay en estos vinos?

Un 60% es familia y un 40% vino. Todo es familiar, desde el nombre de la empresa, de los vinos, de los depósitos. Para que os hagáis una idea, cada año que nace un nieto se le estampan los pies en una barrica y el vino que está en esa barrica se le reserva al nieto para cuando cumpla por lo menos 18 años. Este año ha nacido el séptimo nieto.

En vendimia trabajamos toda la familia y cuando éramos pequeños siempre veníamos con amigos para que nos ayudaran en el mes de vendimia. En época de estudiantes nos veníamos siempre y montábamos siempre una cuadrilla. Mi hermana María, es la segunda de cinco hermanos que somos, nos ha ayudado mucho con su faceta de traductora y luego también en su faceta de bloguera y experta en Internet y posicionamiento web.

¿En qué momento decides involucrarte definitivamente en el proyecto?

Desde hace seis años yo me incorporé a la bodega tiempo completo. Me puse a estudiar Agrónomos porque siempre me gustó el campo y mi padre se lanzó  a montar la bodega cuando yo estaba en tercero de la universidad. Acabé la universidad y tuve una mini crisis de fe con la Ingeniería Agrónoma, así que me puse a probar en el mundo de la consultoría y banca y me fui a Londres para hacer unas prácticas en asesoramiento financiero.

Suelo decir que soy ingeniero agrónomo oxidado porque me dediqué a la banca durante seis años. Mi padre siempre consideró que era valioso probar otras cosas, nos animó a probar y a buscar por nuestra cuenta otras cosas. Esto me vino bien para la gestión de la bodega aunque tengo que decir que es un sector totalmente opuesto.

¿Tener una bodega es un negocio?

Yo desde luego lo veo como un negocio, pero igual el punto de vista de mi padre difiere porque él se lanzó a tener esta bodega como una pasión, un sueño, una ilusión personal. Eso sí, es un negocio en el que es muy difícil de conseguir llegar a la cima.

¿Qué es lo más importante que has aprendido de tus padres?

Más que como bodegueros, como personas, me asombra cómo han perseguido sus sueños y cómo han podido llevarlos a cabo incluso a contracorriente. Por ejemplo, sobrevivir en tiempos difíciles. Cuando yo me incorporé estábamos en los peores años de esta crisis. Cuando la montaron una bodega podía encumbrarse gracias a los críticos y prensa pero ahora la gente no solo se fía de lo que digan cuatro o cinco críticos y lo que busca es probar cosas nuevas. La gente, afortunadamente, no solo compra un vino porque tenga puntos Parker.

¿Cómo dio tu padre con el viñedo?

Mi padre conocía muy bien toda esta zona, pasó muchos años pateándose el terreno. Visitaba viñedos desde que yo tenía 18 años y siempre recuerdo que él miraba todo lo que podía y a mí me asombraba que tuviera tan claro lo de hacer vino. Siempre trabajó en la empresa familiar pero cuando llegó a los niveles altos prefirió empezar algo desde cero con su mujer y sus hijos. (Ambien)

Mi madre fue muchos años el freno para esta aventura que tenía mi padre en mente. Éramos cinco hermanos y estábamos muy tranquilos hasta que en 2002 y con cincuenta y pocos años le dijo: o lo hacemos ahora o no lo vamos a poder hacer nunca.

En el contexto actual de Ribera de Duero ¿cómo os posicionáis?

Me gusta recalcar de nuestra bodega el tamaño y nuestra pequeña producción. Tenemos 22 hectáreas de palo a palo, mi primer trabajo fue patearme todo el viñedo para analizar bien lo que teníamos entre las manos. Es un tamaño que desgraciadamente en España no se lleva, todas las bodegas que conocemos o con las que nos gusta compararnos, son muchísimo más grandes que nosotros. A mi padre le gusta decir que el viñedo que tenemos es de dimensión humana. Lo cuidamos como si fuera un jardín.   

¿Qué os inspira, vinícolamente hablando?

Me encanta el concepto francés de bodega familiar, quizás el tamaño de la familia nuestra difiere de ese modelo porque somos muchos, pero ese es el concepto que nos gusta y en el que intentamos reflejarnos. Igual nos falta un muro de piedra en la entrada.

Nosotros no entramos en la guerra de precios, luchamos todos los años por posicionar nuestros vinos en los segmentos medio altos. Intentar llegar a lo que dijo un día Pedro Ballesteros, que fue algo así como que  España llegará a ser relevante en el escenario internacional del vino cuando llegue a tener 50 bodegas que elaboren 50.000 botellas y que se vendan a 50 euros.

Tenéis dos vinos en vuestro portfolio, Alonso del Yerro y María, tres si contamos el proyecto en Toro con Paydos ¿no pensáis ampliar?

Nos gustaría pero no queremos hacer más vino en Ribera del Duero, no queremos cambiar nada en este aspecto y estamos encantados con lo que hacemos. La bodega fue diseñado para este tamaño de viñedo. Sí que nos gustaría empezar otro proyecto, la idea de mis padres era sacar 5 vinos en distintas partes de España, uno por cada hijo. A día de hoy no hay nada cerrado, en el mundo del vino todo lleva su tiempo. Somos más de comprar un viñedo que una bodega y todo llegará.

¿Qué es lo único que no debe cambiar en el vino?

La tipicidad y el carácter de la zona y de la variedad es lo que todos deberíamos intentar respetar al máximo. El mercado está empujando a las bodegas a ir a este concepto, aunque por otro lado está muy prostituido.  Me parece bien que todos los consejos reguladores se amolden a lo que el consumidor pide pero no es fácil, esa pelea la tiene que hacer cada bodega en su casa.

En el camino de la viticultura sostenible desde los inicios ¿cómo afrontáis actualmente esta filosofía ?

Nosotros cada año hemos avanzado, de hecho fuimos la primera bodega en conseguir el certificado de Producción Integrada. En 2006 llegó Lionel Gourgue y sin entender nada de español, nos dijo que le dejásemos cuidar el viñedo y que nos olvidásemos de las certificaciones. Nuestra filosofía está a caballo entre lo ecológico y biodinámico.  Año tras año vamos haciendo pruebas y las que nos van gustando las vamos incorporando, como el compost y las infusiones para recuperar la actividad microbiótica del suelo. En definitiva vamos aplicando las que nos confirman que vamos en la buena dirección.

¿Quién seguirá vuestros pasos?

Estoy yo y no descarto que alguno de mis hermanos se incorpore al proyecto en algún momento, como mi hermano Pedro. Supongo que seguiremos la tradición familiar, que salga y aprenda en otros sitios, aunque igual no descarto que se incorpore. Y sobre la siguiente generación, son todavía muy pequeños pero les encanta venir al viñedo y a la bodega.