Conocemos Garmón con Eduardo García

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Hace cinco años que entrevistamos a Eduardo García. Tiempo suficiente para volver a hablar con él sobre todo lo vivido en este tiempo, especialmente en lo que tiene que ver con Garmón, la nueva bodega boutique que la familia tiene en Olivares de Duero, donde elaboran un Ribera del Duero muy actual que ya ha logrado despertar el entusiasmo de los críticos como Decanter o The Wine Advocate.

Hace cinco años que hablamos contigo y damos por hecho que en este tiempo el universo de la familia García ha dado muchas vueltas. ¿Cuáles han sido las novedades más destacadas?

En cinco años hemos corrido mucho. En 2013 iniciamos el proyecto del primer vino blanco de la familia, elaborado con uva Godello. Después, dentro del proyecto de San Román, elaboramos un nuevo vino, Cartago, que salió al mercado en 2015. Ya más recientemente, en Toro, hemos iniciado el proyecto de elaborar un vino blanco a partir de la uva Malvasía, que ya está embotellado y saldrá al mercado a comienzos de 2019. Y por supuesto, hemos puesto en marcha el proyecto de Garmón. Pero de estos cinco años me gustaría destacar también nuestro crecimiento vitícola, que ha sido muy rápido. Actualmente en San Román estamos en 120 hectáreas de viñedo propio, en Mauro tenemos 80 hectáreas, y en Garmón hemos incorporado al proyecto 5 hectáreas ubicadas en Quintanilla de Onésimo y Valbuena de Duero y hemos plantado este 2018 unas 15 nuevas hectáreas ubicadas en Valbuena y Olivares de Duero. Son, en cualquier caso, proyectos que siempre han ido surgiendo y que nunca hemos forzado.

Eduardo, Alberto y Mariano García en Garmón Continental.

¿Qué papel ocupa actualmente vuestro padre en el día a día de vuestra actividad y cómo os complementáis al frente de las diferentes tareas?

Mi padre es un compañero más, y la presencia tanto de mi hermano como mía en el proyecto en ningún caso la vemos como un relevo generacional. Mi hermano empezó a trabajar con él en el año 1998 y yo en el 2001, y siempre nos ha dado libertad para desarrollarnos en todos los aspectos. Nunca lo he visto como jefe ni yo me he visto como una sustitución suya. Tanto mi padre como mi hermano tienen sus funciones y yo me ocupo principalmente de la parte vitícola y de elaboración, y estamos muy bien avenidos los tres. Mi padre está haciendo una labor fundamental y es un consejero maravilloso, pero los tres somos un equipo, no somos una primera y segunda generación.

Centrémonos en Garmón, vuestra gran novedad en este tiempo. ¿Qué os impulsó a poner un nuevo proyecto en marcha en una zona tan cercana a la que ya trabajáis?

Yo estuve en Astrales hasta el año 2013 y era muy consciente del potencial de los viñedos viejos de Burgos con los que habíamos trabajado en ese proyecto, y me daba pena abandonarlos. Podíamos haber incorporado esos viñedos al proyecto de Mauro, pero hice ver a mi padre y a mi hermano que lo mejor era iniciar un nuevo proyecto en solitario con ellos. Les gustó la idea y empezamos a ponerlo en marcha, siempre con la idea de hacer un proyecto más pequeño y sostenible para poder disfrutarlo al máximo, por eso nos planteamos hacer como mucho 80.000 botellas al año.

Botella de Garmón 2015.

¿Por qué habéis decidido ahora elaborar un vino dentro de la D.O. Ribera del Duero cuando vuestros vinos de Mauro no están dentro de la misma?

La realidad es que las cosas fluyen, no ha sido algo buscado. Mauro surgió porque mi padre tenía un viñedo y una casa en Tudela de Duero, y en esa época las denominaciones de origen no tenían tanta importancia como en los últimos tiempos, así que cuando el proyecto se amplió, seguimos con ese concepto de vinos que no han estado acogidos a D.O, pero en ningún caso fue por un acto de rebeldía. Ahora en Garmón contábamos con unos viñedos que están acogidos a la D.O. y cumplimos con todos los parámetros para embotellar los vinos como Ribera del Duero, así que por qué no hacerlo.

Para el fan de Mauro o San Román… ¿Cuál es el aspecto diferencial de Garmón respecto a los otros vinos de la familia?

Mauro es el vino hedonista por antonomasia, de trago largo y de consumo más directo; San Román es la concentración, un vino más graso, de mayor volumen y más óptimo para una larga guarda; y Garmón es un vino más complejo, elegante, fresco y muy serio. El que pruebe Garmón por primera vez va a descubrir una mayor complejidad y elegancia que en los otros dos proyectos. En cualquier caso, es el terreno el que te aporta cada cosa. La zona de Burgos es más fresca y aporta uvas con mayor acidez, y por eso intentamos potenciarlo más. En Toro también intento hacer vinos frescos, pero la tierra te da vinos más concentrados y potentes.

La realización de una viticultura ancestral es otro de los aspectos diferenciadores en Garmón. Cuéntanos en qué consiste este tipo de viticultura.

Yo era el típico viticultor bastante escéptico con el tema de la viticultura biodinámica, pero una vez que empezamos a llevar a cabo una viticultura ecológica y vimos los primeros resultados, quisimos dar un paso más. Empiezas a ver cosas muy interesantes que te van enganchando al mundo de la biodinámica, que por otro lado es mucho menos radical de lo que mediáticamente parece. Empezamos a practicarla en los viñedos de Mauro, después en los de San Román, y vamos a implementarla ya en las nuevas plantaciones de Garmón. Por otro lado, en los viñedos propiedad de otros viticultores con los que ahora realizamos Garmón hay de todo, algunos están certificados en ecológico y los que no lo están nos dan sus razones y las entendemos. Por encima de todo hay que respetar la opinión del viticultor.

Viñedo Moradillo, uno de los que forma parte del proyecto Garmón.

¿Y cuáles son esos resultados de los que hablas?

Hemos visto que el comportamiento de la planta frente a las heladas y las sequías ha sido mejor en las plantas cultivadas con biodinámica. Además, ciertos tratamientos endurecen mucho la madera, y aunque no es todavía demostrable, parecen favorecen la disminución de enfermedades de la madera como la yesca. También vemos que el compost que elaboramos con compuestos biodinámicos, aunque no dan tanto vigor a la planta, sí les aporta mayor equilibrio y vida, y el aspecto de la viña es también diferente. Incluso, ya sea casualidad o no, las fechas de vendimia cada vez las hemos adelantado más a medida que hemos ido trabajando en biodinámica, lo que tampoco significa que sea bueno o malo. También soy el primero en reconocer que existen grandes vinos elaborados mediante una viticultura industrial y malos vinos elaborados a partir de viticultura biodinámica, y lo más importante al final como elaboradores es hacer buenos vinos.

¿Cuáles han sido las grandes diferencias entre las añadas 2015 y 2016 en Garmón?

2015 fue un año seco y cálido hasta agosto, cuando empezó a refrescar mucho por las noches. Gracias a ello y a que en septiembre se mantuvo la continentalidad de la zona, no tuvimos problema para evitar un exceso de concentración y de tanino. En nuestro caso además podemos vendimiar pronto porque controlamos nuestra propia uva y tenemos bajos rendimientos, lo cual es fundamental. 2016 fue el típico año en el que todo el mundo gana, tanto el viticultor, como el bodeguero, como el distribuidor, porque fue una añada extraordinaria en todos los sentidos. Es una añada con taninos más suaves, con mucha fruta en nariz y que quizás esté listo para beber antes. También es cierto que en nuestra zona es complicado tener años realmente malos, ya que nuestra altitud nos garantiza siempre cierta frescura. Puede haber años más difíciles, aunque esos también me gustan.