Placeres estivales con Ribera del Duero
El verano es un tiempo hecho para desconectar, para dejar la agenda y el reloj a un lado y rendirse a los pequeños y particulares placeres que todos tenemos. Si has llegado hasta aquí, seguro que compartimos un placer común bastante disfrutón: el de la buena mesa.
La buena mesa no es solo la de un restaurante de lujo. También lo es esa comida en el porche de una casa de campo con amigos, varias copas de vino y unas carnes a la brasa de fondo asándose lentamente, sin prisa.
El vino ejerce de hilo conductor de cientos de ocasiones a lo largo de estas maravillosas semanas, tan ansiadas durante todo el año. Y si hay un lugar que aglutina sensaciones en España es sin duda la Ribera del Duero, un territorio privilegiado en el que hay una enorme diversidad de estilos gracias a sus diferentes condiciones de suelo, altitud o clima. Aquí te vamos a dar las claves para disfrutar al máximo de sus vinos en estos meses marcados por el calor.
TINTOS CON CRIANZAS CORTAS
Los que no toman tinto en julio y agosto renuncian a algo sublime. Los tempranillos ribereños elaborados con crianzas más cortas transmiten aromas de fruta que explotan en el paladar, además de contar con una acidez que aporta una sensación refrescante. Solo hay que saber cómo sacar todo su partido.
El primer consejo que hay que tener en cuenta es la temperatura de servicio. Recomendamos meter la botella en la nevera al menos dos horas antes de servir. Además, es muy útil tener a mano una cubitera con hielo para jugar con el calor del exterior. Sí, no es ningún sacrilegio.
Aquí debemos aplicar el sentido común, no es igual estar en una terraza en Santander que en Sevilla, por eso debemos ir tanteando la situación para que el vino se mantenga fresco. Ojo, sin llegar a enfriarlo demasiado para que el tanino no destaque demasiado.
En cuanto a momento de consumo no se nos ocurre mejor situación que una barbacoa, uno de los grandes clásicos de la temporada veraniega. Chorizos, morcillas, espárragos (verduras también, por favor) chuletas, pincho de lechazo… Leña y Tempranillo ribereño es combinación ganadora siempre.
TIEMPO DE ROSADOS
Un clásico del verano y de Ribera del Duero son los rosados, y en especial los claretes; un estilo de gran arraigo en la zona. Destacan por su frescura, frutosidad, buena acidez y por contar con una versatilidad gastronómica casi infinita. Son perfectos por supuesto para un aperitivo, pero también para acompañar una comida de inicio a fin. Imagino por ejemplo ese imprescindible arroz a banda con una copa de rosado… ¡Qué regalo para los sentidos!
ALBILLO MAYOR: LA NUEVA INCORPORACIÓN A LA FAMILIA
Desde la añada 2019 también se pueden encontrar blancos de Ribera del Duero. Blancos con la variedad autóctona Albillo mayor como gran protagonista. La verdad es que esta uva nos ha conquistado desde que la probamos, con una fruta exuberante y un paso por boca envolvente y fresco. Presenta además una prometedora evolución en botella si han pasado por barrica, por lo que se pueden degustar auténticas joyitas si te haces con alguna referencia con años.
Dicho esto, es tu turno para pensar en los placeres estivales de los que quieres ser protagonista en estas vacaciones.
De Málaga, amante del vino y la comida en general, y de la manzanilla y los torreznos en particular. Publicitario de formación y profesión, dejé el mundo de las agencias de publicidad para entregarme a una pasión: la comunicación del universo vinícola.