Rocío Benito, sumiller y divulgadora vinícola

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A Rocío Benito (Valladolid, 1994) la pasión por el vino le llegó con tan solo 18 años mientras trabajaba en la barra de Villa Paramesa. “Teníamos como 15 o 16 botellas magnum siempre abiertas y gracias a ello me enfrentaba a clientes que demandaban cada día saber la diferencia entre todos esos vinos. Fue entonces cuando me di cuenta de que detrás de ello había un mundo infinito”, nos explica esta sumiller todavía veinteañera que hace unos meses recibió en Madrid Fusión el premio ‘Futuro y talento del mundo del vino’ en reconocimiento a la figura de Juli Soler, el que fuera sumiller y copropietario de El Bulli, fallecido en 2015. 

Del mítico Villa Paramesa, en su Valladolid natal, Rocío se marchó a Camboya para visitar a un amigo y de paso ayudar en la apertura de la primera tienda de vinos del país. “Fue un proyecto muy interesante en el que estuve trabajando durante año y medio haciendo de todo, desde llevar a cabo la estrategia de marketing de la empresa hasta realizar formaciones a mujeres que no tenían acceso a la educación. Fue un reto llevar la cultura del vino a un país donde mucha gente no sabe incluso que el vino se obtiene de la uva”, asegura.

Cuando volvió a España entendió que no podía seguir siendo autodidacta si quería progresar en el oficio y se matriculó en el curso de sumillería de la Cámara de Comercio de Valladolid mientras trabajaba con Javier Rodríguez, de Bodegas Rodríguez y Sanzo. “Fue una época en la que pude compaginar trabajo y estudios y entonces me percaté de que si me quería dedicar de verdad a esto tenía que estudiar mucho”, consejo que exporta a todo aquel que quiera dedicarse a cualquier vertiente del sector vinícola.

Preguntada precisamente qué echó en falta en su formación vinícola, nos cuenta: “en Dubai es más fácil el acceso a vinos de todo el mundo. En España encuentro que la formación está más desactualizada. Mi generación no consume de la misma manera que lo hacían las anteriores y creo que los canales utilizados para comunicar sobre vino no son los que tienen que ser para llegar a los jóvenes”. En este sentido, pone el énfasis en la responsabilidad de las denominaciones de origen. “Creo que la clave está en llevar a cabo formaciones de calidad como hacen en Montilla-Moriles, Jerez y Rioja y poder atraer a gente de fuera que se conviertan en embajadores de esas zonas”, afirma. 

Hasta llegar a los Emiratos Árabes, donde ha formado parte del equipo que se ha encargado de la apertura del restaurante Jaleo (propiedad del chef José Andrés) y ha diseñado una carta que incluye unas 300 referencias nacionales, Rocío ha recorrido un apasionante viaje que ha tenido paradas en los restaurantes Lera y Ambivium. “En Lera metimos unas secciones de champagnes y jereces muy potentes. Fue el momento en el que el vino de Jerez entró en mi vida gracias a Willy Pérez e hice unos maridajes que ahora creo que no haría”, nos dice entre risas con su habitual estilo espontáneo y desinhibido del que hace gala cada dos domingos en el podcast ‘La Picaeta’ junto a sus compañeros Javi, Adri y Ramón. 

“Creo que la decisión de dejar Lera fue de las más duras de mi vida, pero necesitaba conocer de primera mano todos los vinos que estaba estudiando, y Ambivium se presentó entonces como la oportunidad perfecta por la ambición del proyecto. Allí pude trabajar por primera vez con un numeroso equipo de sumilleres. Fue una experiencia corta pero intensa y pude probar cosas que creo que no volveré a probar en mi vida, y todo sin salir de Peñafiel”.  

Al preguntarle por la clave de su éxito, sale a relucir su capacidad de adaptación. “Creo que como cada año de mi vida profesional ha sido diferente, me he tenido que adaptar a todo, aunque mi estilo de hospitalidad es muy cercano, y por eso Lera era un sitio perfecto para mí, ya que es un restaurante al que vas a comer que te mueres pero sin renunciar a un trato cercano, que es como yo entiendo el servicio en sala”, asegura. 

Rocío Benito en una foto de su archivo

Tras consultarle si en un entorno de superlujo como el de Dubai puede ejercer con libertad ese mismo tipo de servicio, la respuesta no puede sorprendernos más. “Jaleo es Jaleo, el mismo nombre lo dice, y aquí impera el concepto mediterráneo de pasárselo bien. Aunque nuestros clientes tengan mucho dinero, yo voy por las mesas como si estuviera en mi casa, hacemos el servicio del porrón y la sidra y estoy en mi salsa. El otro día pusimos un remix de Andy y Lucas, con eso te lo digo todo”.

En Jaleo Dubai, Rocío trata con una clientela de lo más ecléctica, desde españoles que residen allí por trabajo hasta clientes internacionales muy experimentados en el mundo del vino, y también aficionados rusos que buscan siempre lo más exclusivo. “Por eso lo que más vendemos es Vega Sicilia”, relata, “traemos 6 botellas de Único y no nos duran más de una semana en carta”.

Al charlar con ella sobre las particularidades de vivir y trabajar en un lugar tan singular como son los Emiratos, defiende que Dubai es la plaza perfecta para dar a conocer el potencial de España como productor de vinos de máxima calidad, y sobre todo, para posicionar a España como el país con los vinos con mejor relación calidad-precio del mundo. “Ahí es donde somos imbatibles”, admite. “Lo importante es tener embajadores de calidad que sepan mostrar la diversidad del país, saber guiar al aficionado que se quiere acercar al vino español y demostrarles, por ejemplo, que si les entusiasma Borgoña pueden disfrutar a cambio de un vino del Bierzo de Raúl Pérez que tiene un estilo muy borgoñón y encima les va a costar mucho menos, ya que no hay Borgoña para todos”.

En su faceta de comunicadora, Rocío ha colaborado con publicaciones como Hule y Mantel y actualmente lo hace en Hambre y en El País Gastro, además de en el podcast La Picaeta; y en todas esas plataformas lo hace con un mismo estilo marcado por la informalidad y el buen rollo. “En ‘La Picaeta’ empecé con un bloque de 3 minutos y ahora tengo media hora de sección. Todos los que hacemos el podcast entendemos que hay que quitarle el corsé y la caspa a la comunicación gastronómica. Comunicamos de una manera cercana, pero ojo, sin simplificar las cosas. Yo no te voy a explicar el vino como si fuera un catedrático, pero tampoco te lo voy contar en un segundo. Para mi el principal problema es intentar explicar el vino a los jóvenes simplicándolo en exceso”, cuenta mientras justifica que algunos de los canales de Youtube más visitados por los jóvenes en la actualidad son precisamente de temáticas de arduo estudio como la filosofía o la música que han encontrado en el “cómo” la clave de llegar a ese tipo de público a pesar de su larga duración.  

Respecto al resto de proyectos en el que está involucrada, a Rocío se le ilumina la cara cuando nos habla de Albariza en las venas, su proyecto más personal, que desarrolla junto a Juan Carlos Carrasco, al que conoció en la bodega jerezana Luis Pérez. “Albariza en las venas es un proyecto que comenzó en Instagram, donde empezamos a hacer videos didácticos sobre los vinos de Jerez explicados de forma sencilla y amena, pero queremos que no se quede solo en un proyecto divulgativo. De hecho, este próximo verano tengo pensado viajar a España para hacer nuestra primera vendimia allí”, finaliza esta joven sumiller que en los últimos meses ha ganado visibilidad gracias a los últimos reconocimientos que ha ido cosechando y que estamos seguros que no quedarán ahí. Una gran noticia para un sector siempre ávido de savia nueva.