Lana: amarás la carne por encima de todo
Delante de la brasa te detienen para elegir un aperitivo. Mientras decides y te lo sirven, ya te has dejado hipnotizar por las llamas, el olor de la leña y el recuerdo metálico de la sangre fresca.
Tú no lo sabes pero has ralentizado tus pasos y a partir del momento en el que te sientas, el ritmo lo marcará tu predisposición al disfrute. Comerás durante horas y nada te parecerá prescindible de una carta concisa y al mismo tiempo provocadora de antojos inmediatos que no sabías que tenías.
La carne llegó desnuda y elocuente, entregada y hermosa. Nosotros fuimos, por un instante, dioses satisfechos ante el altar de un sacrificio.
Sonó a priori pretencioso que la carta de vinos se presentase con un: Argentina y Champagne, sin concesiones. Me pareció un tanto osado de inicio pero cuando la abrí y empecé a pasearme por nombres y lugares – creo que al menos son 600 referencias de vino argentino – obviamente cobró todo el sentido del mundo.
Elegí mi cuchillo gaucho verijero entre divertida y expectante y nada defraudó. La carne y su textura en comunión con una espectacular Pinot Noir de Mendoza. La grasa de la pieza madurada, untada en pan y fundida en champagne rosé. Una escandalosa unión.
Volveré y volverás, lector. No abundan ya los sitios en los que el tiempo en mesa no cuenta y nadie, absolutamente nadie, mira las horas pasar.
Me fui de allí pensando en lo que escribiría y todavía hoy se me hace agua la boca al recordar. Quiero más Lana.
No te pierdas:
- Los chinchulines de lechal y las mollejas de ternera.
- La ensalada de lechuga y cebolleta, va de tapada pero cumple una función vital.
Me gusta por:
- Los detalles del servicio, el pan caliente en brasa y la cristalería.
- El conocimiento que tienen del producto sólido y líquido.
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