De cómo me convertí en una #sherrylover
Confieso que no los entendía y quizás por eso tampoco me gustaban. Durante algunos años leí y leí sobre ellos pero era todo muy teórico y espeso. Un día me animé, fue en una cena con un plato de alcachofas. Me lancé y pedí una copa de fino Inocente para maridarlo.
Por tanto, fue la comida la que me ayudó a comprender el mundo de los vinos generosos. Me fascina comprobar los contrastes que surgen ante determinados platos y cómo pueden realzar los sabores de una buena materia prima. La primera vez que tuve que escribir en serio sobre estos vinos me estrenaba con Equipo Navazos y vaya gran comienzo. Los caté en el mítico Asturianos y en ese momento comprobé lo bueno que estaba una manzanilla pasada con embutido ibérico.
Posteriormente llegaría nuestro sumiller Adolfo Fernández, sevillano y un fiel devoto del Marco de Jerez y entonces me lo puso en bandeja de plata. Pruébalos con estas conservas de mejillones, o con esta mojama, con una patatera extremeña, con cecina de León, con guisos, con carnes, con almendras… La versatilidad que tienen en una mesa es de otro planeta, y es que pocos vinos pueden con tantos y tan diferentes platos.
Me sumergí en Jerez literalmente, me quedé prendada de sus aromas. Una vez que entras, es cierto que el viaje no tiene retorno. ¡Ay, con los yodados y salinos de estos vinos…! Qué maravilla ese recuerdo de turrón, el nougat, la levadura y las almendras. (Xanax) Una copa de palo cortado me inunda, me envuelve, me parecen perfumes y no entiendo cómo nadie se plantea llevarlos puestos. Ahí lo dejo, por cierto.
Encima, es un mundo único. Jerez, El Puerto, Sanlúcar como lugares con alma, especiales. El milagro del velo de flor, la crianza biológica, el estar a merced del azar, que sean los vinos los que deciden su propio destino. La liturgia de Jerez es otro nivel, qué bonitas palabras son almacenista, venenciador, sobretabla, arrumbador. Cuántas historias para tirar del hilo y sorprenderse. Yo ya no puedo vivir sin Jerez. Y espero que cada vez más gente tampoco. (dayvigo)
Foto de portada infografía de Sherry.wine
Publicista de carrera, sumiller por azar y storyteller nata, en los últimos diez años responsable de la creación de la marca Bodeboca y su exitosa estrategia de contenidos. Hablo más que cato, pero si cato y me enamora una historia, no paro hasta lograr que tú también lo hagas.
Nemo 4 noviembre, 2019 , 5:15 pm
Sobre los vinos del Marco de Jerez:
https://www2.uned.es/personal/rosuna/resources/sherry.htm
Gemma Peyró 6 noviembre, 2019 , 1:50 pm
Hola Paula. Es cierto que si el mundo del vino está lleno de sentimientos, impulsos y espacios en el tiempo, llegar a Jerez es como llegar al cielo. Cada vino, (cada uno con su alma) se convierte en un comodín para cualquier maridaje que nunca dejará de sorprendernos. Vinos como pocos para la meditación y el disfrute. Como bien dices, ya no hay vuelta atrás. Bienvenida al club. ¡Alzo mi copa por Jerez y por el placer que nos brindan! ¡Salud!
Paula Hernández 6 noviembre, 2019 , 2:04 pm
Gracias Gemma 🙂 bonito club para estar en él y seguro que para siempre !
Samuel 6 noviembre, 2019 , 2:00 pm
Shhh, ¡Pero no lo prediques! Hay cosas que es mejor disfrutarlas en silencio, con tus amigos, con tu familia… Ponerlos en el candelero y subirlos al altar harán que pierdan la magia, que suban los precios y se pierda parte de la esencia. Esto es como Cáceres: que se conozca, ¡que lo sepa la gente! Pero solo un poquito.