Entrevista a Tim Atkin Master of Wine

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Tim Atkin MW es uno de los prescriptores de vino del momento. Lleva cerca de 40 años en este negocio. Nació en Dartford, sureste de Londres y cuna del rolling stone Mick Jagger. Comenzó estudiando Filología Francesa y terminó dedicándose a la divulgación y a la cata y consiguiendo el título de Master of Wine. Es, sin duda, uno de los mejores críticos de la actualidad. Prolífico periodista, escritor y articulista, es un apasionado de la fotografía. Queremos que conozcas a la persona que está tras el personaje. En esta entrevista, a través de cuestionario, se muestra tal como es, sin trampa ni cartón.  

Tengo entendido que ibas para economista, ¿qué pasó por el camino?

No fue así del todo. Mi primera licenciatura fue en Lengua y Literatura Francesa. La segunda fue un máster en Estudios Europeos en la London School of Economics (LSE), pero estaba más centrado en política e historia que en economía. De hecho, se me dan fatal las matemáticas y la economía. Cuando estudié en la LSE, ya llevaba diez años trabajando como escritor especializado en vinos.

¿La vida hay que vivirla más siguiendo a Keynes o a Adam Smith?

Sin duda, a Keynes. Creo en la intervención del estado cuando se lleva a cabo teniendo en cuenta los intereses de toda la población. Eso es lo que nos dio el Servicio Nacional de Salud (NSA) en Inglaterra. Soy un emprendedor de corazón, pero también creo que las personas deben trabajar juntas para crear sociedades mejores, no solamente luchar por sus propios intereses.

Siempre me ha parecido valiente por tu parte definirte como progresista teniendo en cuenta que el mundillo del vino parece bastante conservador, ¿has recibido alguna crítica por ello?

Sí, muchas, sobre todo durante el periodo previo al referéndum sobre el Brexit. Hugh Johnson (el más veterano vendedor de libros sobre vinos) me dijo una vez: “cíñete al vino, Tim”, pero siempre me ha interesado la política y me complace utilizar mi posición para promover y defender las causas progresistas en las que creo. Espero no ser demasiado estridente. También me gusta discrepar con la gente y mantener una conversación al respecto.

¿En qué momento decidiste enfocar tu carrera profesional divulgando sobre vino y no te dedicaste a los asuntos relacionados con tus estudios?

Mi padre era periodista, así que crecí rodeado de periodistas y disfrutaba de su compañía. Quería ser escritor o académico, o trabajar en el cine. Y las tres cosas podrían haber sucedido. Antes de convertirme en periodista, gracias a un trabajo en una revista de vinos, estuve a punto de entrar en la industria cinematográfica trabajando en la película La misión, protagonizada por Robert De Niro y Jeremy Irons, y dirigida por Roland Joffé. También enseñé en una universidad en Francia durante un tiempo. Y luego, en 1985, conseguí un trabajo en una revista de vinos llamada Wine & Spirit. Así que el vino llegó realmente por casualidad. Me alegro de que fuera así.

¿Cuándo te diste cuenta de que tenías un don para la cata? ¿Cuánto vino hay que probar para llegar a tu nivel?

Buena pregunta. ¡Todavía estoy aprendiendo! Creo que (casi) cualquiera puede aprender a catar. Solo hay que entrenar los sentidos y escuchar a personas que sean mejores que tú en ese aspecto, sobre todo al principio. Catar es como entrenar un conjunto de músculos para una tarea específica. Creo que he mejorado mucho en los últimos 40 años. También he aprendido que tener confianza en tus propias convicciones es un don muy útil, además de seguir escuchando a otras personas y aceptar que hay más de una forma de entender un vino determinado.

Tim Atkin MW posa sonriente en un descanso de una jornada de cata y puntuación en una bodega de Argentina.
Tim Atkin posando. Foto de Nacho Gaffuri

Eres Master of Wine, ¿qué importancia le das a este título en tu carrera?

Cuando aprobé (a la primera) en 2001, ya llevaba 16 años trabajando como crítico de vinos, por lo que obtener el título de MW no me abrió realmente nuevas puertas. Pero sí que me dio confianza en mí mismo, sobre todo como catador. Y también la satisfacción de haber aprobado un examen difícil. Probablemente, me ha ayudado a conseguir algunos trabajos a lo largo de los años y a que me paguen mejor por ellos, además de proporcionarme algunos amigos para toda la vida.

Escribes sobre vino, hablas de él en varios programas de radio y televisión del Reino Unido y, sobre todo, catas por medio mundo.

Soy una persona enérgica y curiosa por naturaleza, además de extrovertida, por lo que escribir sobre vino es el trabajo perfecto para mí. Me apasiona lo que hago porque me divierte mucho. Soy muy consciente de que tengo suerte de hacer algo que me gusta, que me estimula intelectualmente y que me reporta buenos ingresos. 

¿No te cansas nunca, cómo haces para mantener la pasión? ¿Cuánto catas al día? 

Puede resultar agotador, pero intento mantenerme en forma y saludable y dormir mucho. Calculo que puedo catar entre 80 y 100 vinos al día, aunque ha habido ocasiones en las que he catado más. 

¿Te apetece tomar un vino por placer después de semejante periplo? ¿Cuáles son tus favoritos?

A menudo bebo vino por placer. De hecho, me encanta el vino en toda su diversidad. Compro demasiado y tengo gustos muy variados. Me gustan especialmente los vinos de España, Francia, Italia, Grecia, Sudáfrica y Argentina, pero no tengo ninguno favorito en concreto. Cuando me hacen esa pregunta, siempre bromeo diciendo que “depende de quién pague”. 

Tim Atkin MW descansando durante un impasse de una jornada de cata.
Tim Atkin en una hacienda en Argentina. Foto Nacho Gaffuri

Vayamos a la esencia de tu trabajo. ¿Cómo catas, cuál es tu técnica?

Para ser sincero, nunca lo había pensado. No presto mucha atención al color. Pero sí me concentro mucho cuando huelo un vino por primera vez. Ese es el momento crucial, ya que revela mucho, tanto lo bueno como lo malo. La cata es en realidad otra forma de oler debido a la olfacción retronasal, pero cuando me llevo el vino a la boca, intento concentrarme en su estructura. Cuando escupo, lo hago dos o más veces para eliminar todo el alcohol de mi cuerpo. Intento beber mucha agua. Ah, y sigo tomando notas a mano. Me parece que así escribo mejor. Supongo que soy de la vieja escuela.

Muchos lectores seguro que se preguntan cómo es el proceso en el que decides ir a una bodega a catar sus vinos. ¿Nos puedes contar un poco al respecto y qué ocurre desde que traspasas el umbral?

Ahora estoy dedicado solamente a unos pocos países: Argentina, Chile, Sudáfrica y España, así que suelo visitar a las mismas personas año tras año aunque siempre estoy abierto a probar cosas nuevas. Me encantaría poder visitar más bodegas, pero el día tiene las horas que tiene. Cuando voy de visita intento ser puntual, entusiasta y amable. Se nota que algunas personas están nerviosas, así que intento que se sientan cómodas. Por encima de todo, creo en tratar a todo el mundo como me gustaría que me trataran a mí, con respeto y educación. Hace unos años fui a una bodega en La Rioja y el propietario fue abiertamente grosero conmigo. Debería haberme levantado y marchado, pero lo que hice es no volver jamás. Por suerte, fue una excepción. Visitar bodegas y viñedos es, en general, una de las partes de mi trabajo que más disfruto.

¿Qué opinas de los críticos que obtienen prebendas de las bodegas a las que luego van a catar sus vinos? ¿Cómo debe ser la ética de un crítico?

La ética de escribir sobre vinos es un asunto complicado, especialmente con el auge y el crecimiento de los influencers, que, en mi opinión, no son periodistas. Para empezar, todos dependemos de muestras gratuitas y de cierto grado de hospitalidad. A veces tengo que alojarme en bodegas porque no hay otras opciones cerca, pero nunca aceptaría unas vacaciones en una bodega ni me quedaría en la casa de un viticultor durante un periodo prolongado, ya que lo consideraría un conflicto de intereses. En general, intento mantenerme lo más libre posible de influencias comerciales, aunque no me importa que el propietario de una bodega me invite a cenar si estamos catando sus vinos. No soy dogmático al respecto, pero me esfuerzo por comportarme de la forma más ética posible. Sin duda, tengo muchos amigos —y algunos enemigos— en el sector del vino, pero para mí es muy importante tratarlos (y a sus vinos) de la forma más objetiva posible. Ser honesto conmigo mismo es la piedra angular de lo que hago.

¿Cómo haces para que no te afecte el hecho de que tu juicio lleve aparejado que muchos consumidores y aficionados se decanten por un vino y no por otro? ¿Sientes algún tipo de responsabilidad?

Sin duda, siento una gran responsabilidad hacia los consumidores, hacia las personas que me leen y, lo que es más importante, compran mis informes. Siempre me he considerado primero periodista y luego catador de vinos. Dicho esto, respaldo los vinos que me gustan y en los que creo, los que yo mismo compraría y bebería. Y espero que las personas que me siguen respeten mi opinión. Soy muy consciente de que mis juicios se toman en serio y pueden afectar al sustento de las personas, por lo que también me tomo mi responsabilidad muy en serio sin dejar que me resulte demasiado aterrador o abrumador. Creo en mi capacidad de cata y en mi olfato para descubrir nuevos talentos enológicos. Aparte de eso, quiero que la gente respete mi honestidad. No tengo intereses comerciales en bodegas, no les presto servicios de consultoría y no hago favores a mis amigos.

¿Alguna bodega te ha presionado de alguna manera para que le otorgaras mejores puntuaciones a sus vinos? 

Nadie me ha amenazado nunca con violencia, pero es cierto que pueden enfadarse si creen que he menospreciado sus vinos, y al menos una D.O. ha intentado intimidarme en el pasado retirándome la financiación para un viaje que acabé pagando de mi propio bolsillo. Tengo la piel dura. Aparte de eso, alguna bodega puede decirme que otro periodista o concurso ha dado una puntuación alta a un vino antes de que yo lo pruebe, intentando influir en mí, pero soy bueno ignorando ese tipo de cosas. Hoy en día, algunas bodegas prefieren no mostrarme sus vinos. Sospecho que la razón es que piensan que obtendrán críticas más positivas y puntuaciones más altas de otra persona. A menudo se trata de una decisión comercial, como cualquier otra. Siempre hay alguien en algún lugar que inflará las puntuaciones para obtener beneficios. Yo no estoy dispuesto a hacerlo.

Muchos aficionados consideran a los críticos casi como dioses y no tienen en cuenta que la cata tiene muchísimo de subjetivo. Y hay otra parte que cree que sabe más que vosotros cuando ha probado 20 vinos en su vida ¿Qué les dirías a ambos sectores?

Obviamente, no somos dioses, aunque algunos críticos de vino a veces se comportan como si lo fueran. La cata de vinos es una habilidad, (casi) como cualquier otra. Las personas que llevan mucho tiempo dedicándose a ello y cuentan con una titulación profesional que acredita su capacidad son mejores en ello que el ciudadano de a pie. No permitirías que un dentista sin titulación te extrajera una muela, así que ¿por qué darías por sentado que la cata de vinos es diferente? Para ser bueno en la cata se requiere mucho trabajo. Los catadores tienen sus gustos y aversiones, así como sus puntos ciegos, pero hacerlo bien no es fácil. Los consumidores y los propietarios de bodegas deberían apreciarlo más a veces.

¿Cuáles son los críticos de los que más te fías en sus juicios? ¿Alguno español?

Respeto a cualquiera que trabaje duro y sea honesto. Soy un gran admirador de Jancis Robinson MW en el Reino Unido, Christy Canterbury MW en Borgoña, (que escribe para mi sitio web), Fabricio Portelli y Amanda Barnes MW en Sudamérica, y Jane Anson en Burdeos. También creo que la mayor parte del equipo de Vinous hace un trabajo muy profesional. En España, respeto sobre todo a Ferran Centelles, Alberto Gil, Pilar Cavero y Amaya Cervera. Y, aunque es australiana, no española, Beth Willard, que ahora vive en Madrid y escribe los informes sobre Bierzo, Navarra, Rueda y Descubre España para timatkin.com.

¿Hay mucho ego en el mundillo de crítica de vinos? ¿La cata a ciegas acabaría con los pedantes?

Para ser sincero, creo que hay muchos menos egos en el mundo de la crítica del vino que en el mundo de la producción vinícola. Hay lugar tanto para la cata a ciegas como para la cata a la vista. Las personas que son buenas en una suelen ser buenas en la otra. Pero es cierto que la cata a ciegas nos hace a todos más humildes en ocasiones. Hace años, alguien le preguntó al comerciante de vinos inglés Harry Waugh si alguna vez había confundido un Burdeos con un Borgoña. ¿Su respuesta? “No desde la hora del almuerzo”. La cata a ciegas se ha vuelto más difícil desde que aprobé el examen de Master of Wine en 2001. Basta con ver cuántos países producen chardonnays de categoría mundial. No siempre es fácil distinguir cuáles proceden de Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia, Chile, Borgoña, etc… ya que muchos viticultores utilizan técnicas muy similares.

Tim Atkin MW catando blancos y tintos argentinos.
TIm Atkin MW en pleno proceso de puntuación a vinos argentinos. Foto Nacho Gaffuri

¿Son fiables los concursos de vinos? ¿Es posible que haya más medallas que vinos? 

Depende del concurso. Algunos están muy bien organizados y cuentan con catadores profesionales. Otros son una farsa. El problema es que los consumidores no siempre saben distinguir entre los buenos y los malos, un poco como pasa con los críticos de vino. Yo aconsejaría a los consumidores que investigaran un poco comprando algunos vinos con medallas de oro o puntuaciones altas para decidir sobre la fiabilidad de un concurso determinado, o de un crítico.

A todos nos ha pasado que nos ha gustado mucho un vino un día y lo hemos vuelto a probar tiempo después y nos hemos quedado un poco defraudados. ¿Qué factores influyen en que no todos los días el vino nos de la misma sensación?

Los vinos cambian, al igual que los seres humanos. Por lo tanto, se podría argumentar, creo que con cierta justificación, que nunca probamos el mismo vino dos veces. Incluso si no se cree en el calendario biodinámico, que incluye cosas como los días de raíz y de flor, hay ocasiones en las que los vinos no parecen mostrarse en su mejor momento. ¿Es el catador? ¿Es algo relacionado con la presión atmosférica o el ciclo lunar? No estoy seguro de tener las respuestas. Lo único que podemos hacer como catadores es intentar eliminar los factores externos: enólogos que hablan demasiado, comerciales que llevan perfumes o aftershaves fuertes, catas junto a una barbacoa, cosas así. Y luego hacer todo lo posible por transmitir lo que encontramos en un vino.

Cuáles son los retos del universo vino para las próximas generaciones teniendo en cuenta el calentamiento global, el menor consumo per cápita, sobre todo entre los jóvenes cada vez más alejados del vino y de las bebidas espirituosas. 

Creo que los has descrito todos, salvo el movimiento antialcohólico, que ahora es más fuerte que en cualquier otro momento de mi vida profesional. Estoy convencido de que el mayor reto al que se enfrenta la industria del vino es el cambio climático. No creo que estemos haciendo lo suficiente, tanto industria como individuos, para detener este proceso. Sin viñedos, no puede haber vino. Pero todos los que amamos el vino deberíamos hablar de sus valores culturales y socioeconómicos. El vino es una parte muy importante de la historia y civilización humanas. Tenemos que defenderlo.

Como británico que viaja por todo el mundo, ¿cómo viviste el Brexit? ¿Cómo ha influido en el sector del vino y de los destilados? Supongo que el país se estará resintiendo, sobre todo Escocia con sus whiskies

El Brexit fue un acto de estupidez suprema. Es difícil pensar en alguna decisión que haya causado tanto daño a un solo país en tiempos de paz. Y nosotros (bueno, algunas personas) votamos a favor. Soy un europeo orgulloso que ha vivido en Francia durante tres años y pasa al menos dos meses al año en España, por lo que la decisión todavía me ofende. Espero que algún día podamos revertirla. El Brexit ha dañado la posición del Reino Unido como importador de vino, así como a su sector hotelero. No puedo hablar por los escoceses, pero ellos ni siquiera votaron a favor del Brexit, mientras que Inglaterra sí lo hizo, así que imagino que estarán bastante enfadados por ello.

Hablemos de España y sus vinos. ¿Qué hizo que un inglés nacido en Dartford se enamorara de nuestro país y aprendiera su lengua?

Me encanta España. Llevo viniendo aquí desde que tenía siete años y es un amor que se ha ido profundizando con los años. Fui a Sevilla cuando tenía diez años y vi por primera vez naranjos en las calles. En el hotel donde me alojaba con mis padres, un torero herido fue trasladado por el vestíbulo después de una corrida. Todavía recuerdo la sangre, el olor a sudor y arena, los colores brillantes de su traje de luces. España siempre me ha parecido familiar y, al mismo tiempo, muy diferente, incluso un poco exótica. Me encantan los paisajes, la gastronomía, la gente (en su mayoría) y el idioma. Una gran parte de mí se siente española y me gustaría jubilarme algún día aquí. Siempre me siento como en casa en España y con los españoles.

¿Qué opinas de los vinos españoles? 

Es una pregunta muy difícil de responder, ya que se trata de un lugar muy grande y diverso. Aquí se elaboran algunos de los mejores vinos del mundo, pero también algunos de los peores. Lo único que puedo decir es que el vino español, al menos el de gama alta, nunca ha sido mejor. Aunque a veces no lo parezca, estamos viviendo una edad de oro moderna para el vino.

¿Qué zonas vinícolas te gustan más de nuestro país y cuales crees que necesitan mejorar?

Creo que todas ellas tienen cosas buenas y otras menos buenas. Me interesan especialmente Rioja, Ribera del Duero, Rías Baixas y Canarias, ya que son los lugares sobre los que escribo habitualmente, pero me encanta visitar cualquier región vinícola española. Todas ellas podrían mejorar —¿no es así para todos?— inspirándose en los mejores productores. En mi opinión, el lugar con mayor potencial sin explotar sigue siendo Rioja, ya que tiene una diversidad increíble y una nueva hornada de jóvenes productores que están cambiando su imagen un poco anticuada. Sólo necesita una mejor gestión por parte de personas que se centren en la calidad más que en el volumen.

¿Qué aportaciones ha hecho España al mundo del vino a lo largo de la historia?

Sin duda, los vinos generosos del Marco de Jerez

¿Se puede entender el vino sin una cultura, un paisaje, unas gentes… ¿crees que la IA y las nuevas tecnologías acabarán con este bagaje?

Sinceramente, espero que no. Para mí el vino es inseparable de su contexto más amplio. De hecho, eso es lo que más me fascina de él. Por eso creo que es esencial que los periodistas dediquen tiempo a conocer las regiones vinícolas y a comprenderlas en profundidad. Sentarse en una habitación de hotel o en las oficinas de un Consejo Regulador y catar cientos de muestras no te enseña mucho. La Inteligencia Artificial podrá replicar muchas cosas, especialmente las notas de cata, pero no podrá sustituir al periodismo adecuado. La pregunta más importante es quién está dispuesto a financiar la buena escritura sobre vinos. ¿Organismos genéricos? ¿Suscriptores? No es tan fácil como parece conseguir que la gente pague por leer buenos artículos sobre vinos en Internet, y mucho menos en papel, hoy en día.

El crítico y periodista inglés Tim Atkin posa para los lectores.
Tim Atkin MW posando. Foto Miquel Frisach

¿Qué destilados te gustan? 

El vino es mi bebida alcohólica preferida. De vez en cuando tomo algún cóctel, el Negroni es mi favorito, pero casi nunca bebo licores ni cerveza. El vino es mucho más interesante y combina mejor con la comida. 

Los viernes a las 2 de la tarde, hora española, empieza el fin de semana para muchos de nosotros cuando nos llega tu newsletter en la que hablas de lo humano y lo divino. Muchos empatizamos con tu visión de las cosas. Tal y cómo está el mundo de violento y radicalizado, y con mucha gente dependiendo de ansiolíticos, ¿ves alguna solución humanista, o es mejor sentarse a la sombra en un viñedo con un palet de botellas o debajo de un alambique hasta que se baje la persiana?  

Es muy amable por tu parte. Empecé a escribir un boletín informativo, que sigue siendo gratuito, durante la pandemia y se ha convertido en una parte agradable de mi semana. Quería que tratara sobre el vino, obviamente, pero también sobre otras cosas, a veces inspiradas en lo que he estado leyendo, pero sobre todo en conversaciones que he tenido con otras personas. Creo que el vino y la comida, disfrutados en buena compañía, forman parte de lo que considero una vida bien vivida. El panorama general es bastante aterrador —el cambio climático, el autoritarismo, la corrupción, los peores aspectos de las redes sociales, la eficacia cada vez menor de la prensa—, pero creo que todos podemos contribuir a la felicidad humana a nuestra pequeña manera. Sé considerado. Sé amable. Sé honesto. Trabaja duro. Intenta irradiar energía positiva. Defiende tus valores, sean cuales sean. Defiende lo que crees.

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Licenciado en Ciencias de la Información en su rama de Periodismo por la Universidad Complutense, de Madrid y formando parte del equipazo de Bodeboca desde la primavera de 2018. Aparte de encantarme los vinos y los destilados, soy un viajero apasionado al que le gustan mucho el humor, la radio, el fútbol, la historia, el arte, la buena música, la criminología y la literatura. En los últimos tiempos he descubierto la paz en las plantas y la generosidad en los perros: se rumorea que estoy madurando. Ah, y como solamente se vive una vez, mi filosofía vital se encuentra a medio camino entre el hedonismo y el epicureísmo.