Reliquias líquidas

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Venerados, los llaman en Barbadillo vinos para meditar. En sus botellas encierran demasiada historia. Días, semanas, meses, incontables años en los que el cielo y la tierra pasaron por todas las tonalidades posibles. Personas nacieron, vivieron y murieron y esos vinos seguían allí, aguardando el momento de ser descubiertos.

Para muestra un botón. Al fallecer D. Antonio Barbadillo Ambrossy en 1921, aparecen en su testamentaría unos vinos denominados “del abuelo”, en referencia a su abuelo Benigno Barbadillo Hortigüela, fundador en 1821 de la bodega. Estos vinos que pasaron de abuelo a nieto y de éste a la sexta generación, sin ser tocados, tienen por tanto una crianza de más de ciento cincuenta años.

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Vinos que son, por tanto,  síntesis y relato viviente de la historia de varias generaciones de Barbadillo en Sanlúcar de Barrameda. Son vinos venerados por su vejez, muy exclusivos y de hecho, sus botellas llegan a cotizarse en los mercados internacionales con cifras de cuatro dígitos. No sería descabellado decir que se encuentran actualmente entre los vinos más singulares del mundo.