Una lanza a favor de Cangas del Narcea

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Poco se habla del vino asturiano. Contando esta zona con los elementos con los que cuenta: su viticultura heroica, sus laderas imposibles, sus variedades autóctonas, la frescura natural de sus vinos, bien podríamos tener en la boca a Cangas del Narcea un día sí y otro también.

Una tradición de antaño

Asturias ha sido de las últimas comunidades autónomas en tener una denominación de origen propia para sus vinos, pero no por ello su tradición vinícola es reciente. Al contrario, en la comarca de Cangas del Narcea, al suroeste de la región, hubo viñedos (y vino) desde el siglo IX, coincidiendo con la fundación de los primeros monasterios asturianos. 

Los monjes mantuvieron viva la tradición de elaborar vino hasta mediados del siglo XIX, cuando la plaga de la filoxera arrasó gran parte del viñedo europeo y, por ende, el asturiano. En aquella época la superficie de viñedo en la zona pasó de 5.500 a 1.900 hectáreas. Un descenso drástico que a lo largo del siglo XX no haría más que acrecentarse, hasta llegar a las 70 hectáreas registradas en 2017. 

Al borde de la extinción

La rápida desaparición del viñedo asturiano estuvo ligada al desarrollo de la minería del carbón, tal y como explicó el Master of Wine Pedro Ballesteros en un interesante artículo en Spanish Wine Lover. Como sucedió en otras regiones del mundo, “el vino recio siguió las rutas de los mineros”. Así, se fue poniendo de moda el vino tinto del sur, con más color y calor (léase, contenido alcohólico).

No obstante, en los últimos años y desde la creación de la Denominación de Origen Protegida Cangas, esta zona se erige como emergente en un mar de vinos acusados por las altas temperaturas como consecuencia del cambio climático y el calentamiento global. La altitud, las distintas exposiciones de sus viñedos y un patrimonio genético propio dota de una gran singularidad a unos vinos todavía por descubrir para muchos aficionados.

Viñedos de alta montaña

En España, solo las denominaciones Priorat, Ribeira Sacra y Cangas cumplen los requisitos para calificar su viticultura como Viticultura de Alta Montaña, según el Centro de Investigación, Estudio, Salvaguarda, Coordinación y Valorización de la Viticultura de Montaña. Ahí es nada.

Hablamos, por tanto, de una viticultura heroica prácticamente imposible de mecanizar, ejercida por la mano del hombre en un paisaje abrupto, montañoso y con pendientes que alcanzan el 30%. Viñedos en pequeñas islas (minifundios) de suelo pizarroso que conforman un paisaje de gran belleza. No podemos hacer otra cosa que rendirnos a los pies del agricultor.

Variedades autóctonas

Hubo un tiempo –el de la minería del carbón en la zona– en el que se buscaban para plantar variedades de uva que diesen más color, como la Mencía, traída desde León, aunque las autóctonas son otras: Carrasquín, Verdejo negro y Albarín negro. 

La Carrasquín suele aportar rusticidad a los vinos y suele ser el contrapunto de la Albarín negro, conocida por su elegancia. La Verdejo negro, en cambio, destaca por su alcohol más elevado, acidez más moderada y maduración temprana. No obstante, todas ellas tienen algo en común: la frescura que aportan a los vinos. 

En cuanto a variedades blancas, destaca la Albarín blanco, la más cotizada, conocida como Blanco verdín, sobre todo en el Concejo de Ibias. Puede recordar a la Godello por sus aromas de fruta de hueso, algo florales y acidez notable. Además de esta, se encuentran la Albillo y la Moscatel de grano menudo.

Vinos a los que seguir la pista

Lo cierto es que no abundan las bodegas en la zona de Cangas. Sobre todo porque hablamos de un número de hectáreas limitado y una orografía del terreno difícil para cultivar. Aún así, hay una serie de productores valientes que están trabajando para que sus vinos cada vez se beban más entre los aficionados. Apúntate estos tres:

  • Vive la Vida 2020: la mezcla canguesa tinta por excelencia. Antiguamente, el paisano vinificaba lo que tenía en la parcela, todo junto. Una práctica que se sigue llevando a cabo.
  • Pésico Blanco 2017: Albarín blanco en su mayoría y un poco de Albillo, ambas conforman un blanco fresco y vibrante especial donde los haya.

Fotos: DOP Cangas