Entrevista a María José López de Heredia

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Firma sus correos con la palabra Biznieta. Podría poner que es la Directora General de Viña Tondonia (R. López de Heredia), propietaria y depositaria de un legado que lleva 140 años entregando unos riojanos míticos. Con su elegancia innata una sola palabra la define. Es una mujer respetada, profundamente respetada, por su buen hacer y criterio y no es de extrañar que esté considerada como una de las mujeres más importantes del vino. La entrevistamos para Vignerons con el objetivo de conocer su faceta más personal y a tenor de lo que a continuación se puede leer, creemos que lo hemos logrado. Será bonito, beberse uno de sus vinos y acordarse de estas líneas.

¿Coincides en que cada vez más se vuelve a lo clásico en el vino?

Te puedo decir que en 140 años hemos visto ir y venir a las modas y parece que ahora se nos reconoce, o se reconoce más, a los vinos clásicos, los vinos envejecidos. Nosotros siempre hemos tenido nuestros clientes fieles, esos que nos pedían siempre que no cambiásemos nuestro estilo. Lo cierto es que las modas no nos han afectado negativamente, pero dentro del gran conjunto de consumidores, muchos no entienden nuestros vinos porque están más acostumbrados a vinos jóvenes, con más fruta. (ambien)

Sin embargo, hemos durado hasta hoy porque se nos ha apreciado en todas las épocas.

¿Qué aprendizaje rescatarías de los tres hombres que marcaron tu vida: bisabuelo, abuelo y padre? 

Llegué a conocer a mi abuelo, él falleció cuando yo tenía 17 años. A mi bisabuelo no lo conocí pero he leído y sigo leyendo las cartas que escribió a mi abuelo. Él vivía entre Madrid y Haro, algo que se estilaba mucho en aquella época cuando era mejor formar a los hijos en Madrid. Como se pasaba largas temporadas fuera de Haro, se veía obligado a dar instrucciones por correspondencia sobre todo tipo de detalles cotidianos: muestras de vino, trabajos en la viña, etc.

De toda esta correspondencia se deduce la personalidad de mi bisabuelo y me di cuenta de que mi bisabuelo y mi abuelo eran iguales: muy exigentes consigo mismos y lo transmitían en todos los sentidos. Existe un hilo conductor que siento que se ha transmitido hasta nuestros días y de hecho muchas de mis decisiones son tremendamente parecidas a las que en su día indicó mi bisabuelo en esas cartas.

Mi bisabuelo era un hombre de negocios, mi abuelo era un inventor, más bien bodeguero, y mi padre era más viticultor. Cada uno tenía una forma de ser, pero el aprendizaje que nos han dejado es común a los tres y fue el altísimo nivel de exigencia.

¿De esas cartas puedes contarnos algo que te haya sorprendido mucho?

En esas cartas ya se hablaba de enoterapia en relación al “enoturismo”, mi bisabuelo daba instrucciones de mantener la bodega siempre limpia, y decía literalmente que a los extranjeros no les gustaba ver la bodega desordenada. Las instrucciones del bisabuelo tienen total vigencia ahora y la conclusión a la que llego es que hemos sido modernos durante 140 años.

Ahora está de moda el vino natural, lo ecológico, y puedo decirte que casi cualquier cosa que ahora está de rabiosa actualidad yo te puedo sacar una carta que lo refleja.

He sabido los deseos de mi bisabuelo a través de estas cartas, como un castillo que quería terminar en 1913 y hoy es el día en el que aún no lo hemos terminado.

Es una suerte también que tú te hayas dedicado personalmente a leer y documentar toda esta correspondencia.

Ahora las bodegas parecen ser más sensibles a su patrimonio e invierten tiempo en esto. Yo estoy en ello desde hace tiempo, pero somos una bodega más austera. Hemos tenido un antropólogo ordenando nuestro archivo documental porque somos muy conscientes de que los documentos de familia son nuestro patrimonio principal. Es la historia de Rioja, incluso hay datos sobre otras bodegas.

Selección y amor son vuestras máximas ¿qué significan para ti?

Esta frase que resume muy bien lo que somos y lo que hacemos la escribió un amigo que murió recientemente, de Parkinson. Le habían prohibido beber y era un enamorado del vino. Me enviaba textos muy inspiradores con un respeto muy profundo por nuestros vinos y nuestro trabajo y uno de estos textos contenía esta frase.

Hay que enamorar siempre, educar siempre, no hay que desistir. Para trabajar mucho hay que ponerle cariño, si no hay sentimiento y convicción profunda no se perdura en el tiempo. Puede sonar cursi lo de amor, pero es que realmente amamos lo que hacemos.

Selección en todos los sentidos, pero fundamental en la viña. Es el viñedo, es la bodega, es el trabajo en todos los sentidos.

¿Cuál es la parte más difícil de tu trabajo?

Uno tiene que disfrutar de todo aquello que le toque hacer. En este momento la parte más difícil del trabajo es no estar en casa, y es que viajo mucho. Espiritualmente hablando, estoy sufriendo la falta de estar en mi casa, en la bodega, en el viñedo… Así como hay gente que echa de menos el mar y necesita verlo, yo necesito estar en mi Rioja, necesito ver crecer la viña, y lo tengo que hacer en la distancia en este momento.

¿Y la más satisfactoria?

Todas esas personas que aprecian muchísimo y de forma tan profunda lo que haces. El respeto que tienen por el trabajo que hacemos. Familias que llevan tres generaciones bebiendo Viña Tondonia y que te lo cuentan, es una maravilla.

Que la gente beba su vino es la mayor satisfacción de un bodeguero. Quien hace marca verdaderamente es el cliente.

En el debate sobre el futuro de Rioja ¿cuál es tu postura?

No creo en las fronteras ni el encorsetamiento. Creo que las clasificaciones de calidad se hacen solas. Lo que ocurre actualmente en Rioja es bueno porque de vez en cuando hay que cuestionarse las cosas, porque, como en como todas las zonas, hay que quien lo hace bien y quien no tanto.

Cuantos más proyectos y bodegas en Rioja apuesten por la calidad, más va a beneficiar a Rioja. A veces confundimos la circunstancias con la realidad, pero Rioja existe con sus cosas buenas y malas, como en todas partes. Por ejemplo, En Jerez da igual lo que haya ocurrido, es el propio español el que no ha reconocido la grandeza de Jerez. No me gusta la demagogia y creo que hay que trabajar con coherencia, hay que discutir menos y trabajar más.

Ahora se habla mucho de las clasificaciones pero por sí solas no son la solución. No voy a hacer un vino de parcela, mi Viña Tondonia es un vino de 100 hectáreas y muchas parcelas, yo lo que lucho es por hacer un vino con buena uva.

Pienso que el futuro del vino es que se venda como alimento y en un segundo paso como medicina, que se beba una copita al día. Pero como todo alimento debe tener sus controles.

Se te considera una de las mujeres más importantes del mundo de vino ¿es un orgullo o una responsabilidad?

Para mí es un exageración y mi padre solía decir que lo mejor, es enemigo de lo bueno. Nací con esta responsabilidad y es motivo de satisfacción que se me considere, pero pienso que simplemente hago aquello en lo que creo. “Memento mori” decían los romanos, los reconocimientos de los hombres son limitados. (Adderall)

¿Cuál es el vino que siempre has querido hacer y no has podido?

El Viña Tondonia. (risas).

Hacer algo que te planteas como muy grande es lo que nunca podrás hacer, es una utopía. Rescato algo que siempre dice en muchas ocasiones Pablo Alvarez, “el mejor vino está por venir, es el que nunca has hecho”.

Mi ambición no es otra cosa que hacer el vino que hacía mi bisabuelo. Nunca he querido hacer otro vino porque si hubiera querido, lo habría hecho, pero prefiero enfocarme en el día a día de nuestra casa.

Completa la frase “el mejor vino es el que….?

Es el que te has bebido en el mejor momento con la mejor compañía, el que disfrutas.

¿Qué bebe María José López de Heredia cuando nadie la ve?

Soy famosa porque me gusta mucho el champagne y el Jerez. Me gustan los vinos que tienen finura y elegancia. Me gustan todos esos vinos que al probarlos no puedes describirlos y para encontrarlos hay que beber mucho.

¿Cuál es la frase que más repites a lo largo del día?

Hay algo que repito mucho pero no lo hago en voz alta: vive el presente. En voz alta te diría que repito mucho “mi abuelo, mi bisabuelo, mi padre…” me doy cuenta de que lo uso siempre, es algo que indisolublemente está en mi mente y en mis palabras.