Clos Cor Ví, vinos gastronómicos para viajar con los sentidos

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Nos ponemos rumbo al interior de la provincia de Valencia para vivir una experiencia hedonista de gran nivel. Emprendemos este recorrido de la mano de Clos Cor Ví, un proyecto familiar que se ha ganado el respeto y la admiración de los amantes de los vinos blancos de guarda.

Esta bodega combina lo mejor del terroir mediterráneo con variedades llenas de personalidad como la alemana Riesling, la francesa Viognier o las autóctonas Verdil y Bobal. Todo un abanico de matices organolépticos que culminan en un desfile de sensaciones cuando sus botellas se sientan a la mesa para protagonizar cualquier comida o cena que te puedas imaginar.

A través de seis interesantes creaciones enológicas vamos a proponer una batería de maridajes en los que estarán presentes sabores propios de la tierra a la que pertenecen y otros que solo buscan echar a volar la imaginación y el placer de cualquier que se atreva a probarlos.

Clos Cor Ví Riesling 2019 y all i pebre

El all i pebre (ajo y pimentón) es un guiso tradicional de la Albufera que destaca por su intensidad gracias a la potencia de sus ingredientes, entre los que destaca la anguila. Su contundencia y sus notas picantes necesitan acidez y equilibrio, por lo que este riesling es una pareja de baile perfecta con la que unimos lo mejor de dos mundos: el valle del Rin y el Levante.

Clos Cor Ví Viognier 2019 y arroz de costilla de cerdo y verduras

No podemos hablar de la terreta sin recordar su ingrediente cumbre, el arroz. Para acompañar a este viognier proponemos un arroz con costilla y verduras de temporada, como setas, alcachofas o espárragos. El sabor del cerdo, más contundente que el tradicional pollo o conejo de la paella, necesita de un acompañante untuoso y de gran recorrido en boca. Este dúo va a dar que hablar.

Clos Cor Ví Versat 2019 y canelones de gambas y setas

Si hablamos de comida de confort, la pasta debe estar presente. No hay mejor plan de domingo que unos buenos canelones, con su cremosa bechamel y su queso gratinado. ¿Quién no ha matado por ese rustido que se queda siempre pegado a la bandeja? Pues bien, huyendo del tradicional relleno de carne optamos por las gambas y las setas, un combo infalible que pide limpieza y acidez. Este monovarietal de Verdil cuenta con un ligero punto amargo que nos va a ayudar a la hora de seguir disfrutando de cada bocado.

Clos Cor Ví Maloco 2019 y marmitako

En esta fiesta del blanco se cuela un invitado tinto de excepción a través de una Bobal que es una bomba aromática. Para armonizar con este vino, vamos con una elaboración inesperada. En este caso, viajamos al norte de España para rendirnos ante el placer que provoca un buen marmitako de bonito. Este «guisote» de pescado es un plato infalible si conseguimos que el punto del bonito quede jugoso. Este juego entre taninos maduros y notas minerales del vino hará que con cada cucharada y con cada sorbo vivamos una pequeña fiesta privada en nuestra boca.

Clos Cor Ví Corsalvatge 2020 y pizza de panceta ibérica, salvia y parmesano

Si sumas dos más dos da cuatro. Si sumas sabor más sabor, nos da mucho sabor. Pues imagina una pizza de masa fina cuberita de panceta, hojas de salvia y una montaña de parmesano. Aquí nos encontramos con un torrente de emociones que precisa de un vino que nos limpie por completo el paladar y nos ponga en la línea de lanzamiento hacia el próximo bocado. Repetimos con otro 100% Verdil con el que nos vamos a aficionar a una variedad poco conocida y que Clos Cor Ví está potenciando para que no se pierda nunca.

Clos Cor Ví Cimera 2020 y calamaritos con huevo frito y salsa tártara

Para terminar con estos pasajes hedonistas lo hacemos con un capricho. Cimera es el vino tope de gama de la bodega, un coupage de Riesling y Viognier que aúna lo mejor de cada variedad. Hay que estar muy seguro de lo que se hace cuando se juntan dos uvas tan llenas de personalidad, pero parece que lo han conseguido. Este blanco se merece un plato a la altura de su imaginación. Imagina unos calamaritos frescos, de esos casi traslúcidos, arropados por una cobertura frita bien crujiente que se coronan con un huevo frito. A su yema le colocamos un poco de sala tártara, un toque, y lo fusionamos todo. Una apuesta sobre seguro.

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De Málaga, amante del vino y la comida en general, y de la manzanilla y los torreznos en particular. Publicitario de formación y profesión, dejó el mundo de la agencia de publicidad para entregarse a su pasión: la comunicación del universo vinícola.