Catar: un asunto de narices

|Categoría

¿Sabías que nuestra capacidad para saborear y detectar matices en cualquier tipo de alimento depende directamente de nuestro olfato? Pues así es.
A nivel gustativo el ser humano solo puede diferenciar entre sabores primarios: dulce, salado, ácido, amargo y el llamado umami. El resto es cosa de la nariz, ya que la cavidad bucal está conectada internamente con la región olfatoria, motivo por el cual se dice que esos aromas que a menudo asociamos al gusto nos llegan por vía retronasal.

Seguro que recuerdas haber tenido dificultad para «saborear» alimentos o bebidas cuando sufres de congestión nasal. Y es que sin olfato no podemos disfrutar de la comida, pero tampoco del vino.

Lamentablemente todos tenemos el olfato algo atrofiado, cosas de la vida moderna. Pero no te preocupes, podemos entrenarlo para ir afinándolo poco a poco.
A continuación, algunos consejos que harán que tu experiencia de cata a nivel olfativo sea mucho más satisfactoria y que te ayudarán a ejercitar la nariz:

  • Huélelo todo: para empezar a distinguir los diferentes aromas necesitamos poder asociarlos con descriptores concretos. No tengas miedo a meter la nariz en los tarros de especias que tengas en casa. Huele la fruta recién cortada, la verdura, los vegetales, las hierbas aromáticas, el queso, el pan, la mantequilla… TODO. (Xanax) Así, poco a poco irás creando un registro mental de aromas, muy útil cuando te pongas delante de una copa. Y es que es imposible saber si un vino huele a mango si no tienes ni idea de cómo huele el mango.
  • A la hora de catar intenta utilizar copas de vino: la forma de las copas, más anchas en el cáliz que en la parte superior, permiten concentrar los aromas para que cuando metas la nariz (no seas tímido) puedas detectarlos más fácilmente.
    El vino es para disfrutarlo, así que mientras te lo bebas me da igual que lo hagas en vaso ancho o a morro, pero para catar siempre es mejor una copa en condiciones.
  • El vino necesita aire. Una vez servido, veremos que la aireación favorece una mayor profusión de aromas. Aún así podemos ayudar a que el vino se abra dándole algo de movimiento a la copa. Así las moléculas que contienen los componentes aromáticos se rompen. Puedes apoyarte en una mesa para mover la copa con movimientos circulares.

Permanece atento a esta sección que poco a poco iremos dando más claves que te permitirán ir mejorando tus dotes de catador.
Y ya sabes, ¡a olisquear se ha dicho!