Viña Sastre

Ya en los años cincuenta, Severino elaboraba sus primeras vinificaciones en las bodegas subterráneas de La Horra. Poco a poco, con los beneficios obtenidos, fue comprando más tierras y plantando más vides en sus alrededores.

Historia

En 1957 participó, junto a un grupo de viticultores con espíritu emprendedor, en la creación de la cooperativa Virgen de la Asunción. La tradición familiar continuó con su hijo Rafael, quien mantuvo el carácter artesanal del oficio y, en 1992, hizo realidad el sueño que le acompañaba desde la infancia: fundar su propia bodega en pleno corazón de la Ribera del Duero. Para ello contó con el apoyo de su padre y de sus hijos, Pedro y Jesús. Desde entonces, la filosofía y las bases del proyecto se han mantenido inalterables.

Viñedos

Los viñedos se encuentran en La Horra, entre los 800 y 840 metros de altitud, sobre suaves colinas orientadas hacia los ríos Duero y Gromejón. Esta ubicación permite aprovechar el calor del verano, favorece una maduración pausada de la uva y facilita un drenaje natural del terreno.

Todo ello se traduce en vinos con personalidad: potentes y expresivos, pero al mismo tiempo elegantes y frescos. Un equilibrio que nace tanto de la variedad Tinto fino como de unos suelos donde la caliza y la arena se combinan de forma armoniosa, aportando pureza y finura al resultado final.

El éxito de la bodega se basa en una viticultura fundamentada en el cuidado constante de la vid, la atención al detalle y el respeto por los tiempos naturales. El sosiego y el mimo con el que se trabaja, tanto en el campo como durante la crianza, forman parte esencial de su identidad.

La bodega cuenta con aproximadamente 45 hectáreas de viñedo, algunas de ellas con más de 60 años de antigüedad, cuya calidad permite obtener vinos estructurados, equilibrados y de gran personalidad, reconocidos por críticos y catadores especializados.

Desde el inicio, el cultivo se realiza bajo criterios estrictamente ecológicos, con el objetivo de expresar fielmente la tierra y la planta. Todo el proceso es natural, prescindiendo del uso de abonos minerales, herbicidas, insecticidas, pesticidas y cualquier otro producto químico inorgánico, asegurando así la máxima calidad de la uva.

Elaboración

La elaboración de los vinos parte de un principio esencial: cada vino se define desde su origen en el viñedo. Tras una vendimia realizada por parcelas y por tipos de vino, cada partida de uva se conduce de forma independiente a su depósito correspondiente. Allí tiene lugar la fermentación mediante levaduras autóctonas, con un estricto control de la temperatura gracias a depósitos equipados con sistemas de refrigeración.

Concluida la vinificación, los vinos se someten a un proceso de estabilización por frío realizado de manera natural. Para ello, los depósitos se trasladan al exterior durante el invierno, aprovechando las bajas temperaturas de La Horra, que en los meses de diciembre y enero pueden alcanzar hasta los 15 ºC bajo cero. Este método permite clarificar los vinos de forma respetuosa, sin recurrir a técnicas físicas o químicas agresivas que puedan alterar sus cualidades.

Posteriormente, los vinos pasan a las naves de barricas, donde se inicia el periodo de crianza hasta el momento del embotellado. Siguiendo el modelo de los grandes châteaux, la bodega divide sus naves en dos espacios diferenciados: uno destinado a los vinos más representativos de la casa, como el Roble o el Crianza, y otro reservado para las elaboraciones de gama premium, entre las que se encuentra el Pago de Santa Cruz. Todo el proceso combina el saber hacer tradicional con el apoyo de la tecnología más avanzada.

Variedades

La bodega elabora principalmente sus vinos a partir de Tempranillo, acompañada de otras variedades como Cabernet sauvignon, Merlot y Jaén. De esta combinación nacen vinos caracterizados por su riqueza, densidad y dulzor, que destacan por su elegancia, raza, pureza y frescura.