Espumoso

Indisolublemente asociado a las celebraciones, el vino espumoso es el fiel compañero de los brindis y de los momentos especiales que comienzan con el famoso sonido de la liberación de la presión al descorchar la botella. Pero atención, no todos son conscientes de que es una de las mejores opciones para maridar alimentos, ya que realza el sabor de los ingredientes de una manera espectacular.

Los vinos espumosos son aquellos a los que se les ha añadido gas disuelto en el mosto tras su proceso de vinificación. Pero, ¿cómo se hace eso? Pues se consigue forzando una segunda fermentación en el vino, que puede llevarse a cabo tanto en depósitos como ya en la propia botella, y esto se puede conseguir añadiendo azúcar, embotellando el vino antes de que haya terminado de fermentar o cerrando la cuba de fermentación antes de que termine este proceso.

Entre los vinos espumosos, el más vendido del mundo es el Champagne, a pesar de ser también el más exclusivo para los bolsillos. Se elabora en la región de Champagne, a unos 150 kilómetros al este de París. Muchos Champagne, además, son una mezcla de uvas de diferentes añadas, aunque cuando surge una cosecha excepcional, se llaman «Millesimérs», a estos se les pone añada y están elaborados exclusivamente con uvas del año.

En España, los espumosos más conocidos son los cavas catalanes, que a diferencia del Champagne están elaborados mayoritariamente con tres uvas autóctonas: la Macabeo, la Xarel·lo y la Parellada, lejos de la Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier con las que se hace el Champagne. El cava posee una menor acidez que el primero, y las condiciones climáticas del suelo mediterráneo también marcan la diferencia entre ambos.