El majestuoso Ebro y las crestas de la Sierra de Cantabria a la luz del sol riojano, entre viñedos y lomas, el perfil dorado de Fuenmayor, donde empieza todo.
El origen de Montecillo se encuentra en Fuenmayor, uno de los pueblos de mayor tradición vitícola de la Rioja Alta. Cerca del Ebro y su cinta de plata, su entorno está enmarcado por altozanos de cumbre llana y la inconfundible mole rocosa de la Sierra de Cantabria.
En la segunda mitad del siglo XIX, Don Celestino Navajas Matute apostó por el método de elaboración bordelés y empezó a producir vino con la voluntad de trascender los límites del mercado nacional.
Las siguientes generaciones fueron educadas en la cultura del vino para proseguir con la obra de Don Celestino. La última generación, sin descendencia, encabezada por José Luis Navajas, tras introducir técnicas innovadoras como la vinificación en frío, decide ceder el testigo a otra gran familia del vino: los Osborne.
Desde 1973, la familia Osborne ha potenciado las grandes virtudes de la bodega de Fuenmayor: la calidad, la tradición y el saber hacer. La primera decisión de importancia fue la construcción de unas nuevas instalaciones de elaboración, más espaciosas y funcionales entre los pueblos de Fuenmayor y Navarrete. Es la actual bodega Montecillo, concebida para una vinificación cuidadosa y para elaborar vinos de larga guarda.
Con cerca de 1,3 millones de botellas, el botellero de Montecillo es, probablemente, el botellero manual más grande del mundo. En el corazón de la bodega se encuentra la nave de crianza, con un impresionante parque de más de 20.000 barricas.
Más de 140 años después de la fundación de la primera bodega, Montecillo mantiene su sólida filosofía de respeto al viñedo, de selección de la mejor uva, de una crianza en barricas de roble de alta calidad y de un afinado en el sosiego de sus impresionantes calados, donde se guardan botellas de añadas que se remontan a 1926, el mismo año de creación de la Denominación de Origen Calificada Rioja.