Futuro viñador, la revolución silenciosa del viñedo español

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Son un colectivo de 16 bodegas agrupadas bajo una asociación sin ánimo de lucro. Se constituyeron oficialmente hace apenas cuatro meses y de momento no han hecho demasiado ruido, pero su objetivo es claro y ambicioso: mejorar la viticultura que se realiza en España a través del paisaje y de sus gentes.

A comienzos del año 2016, alrededor de 150 personalidades del mundo del vino en España, impulsadas por el elaborador riojano Telmo Rodríguez, firmaron lo que se dio a conocer como el Manifiesto del Club Matador, un alegato en favor de los viñedos excepcionales y la viticultura honesta en contraposición a lo que sus promotores consideraban una política que favorecía a las grandes producciones por encima del resto.

Las líneas maestras de dicho manifiesto se desarrollaron posteriormente en el I Encuentro de Viticulturas que tuvo lugar solo unos meses después en La Granja de Nuestra Señora de Remelluri, cerca de la localidad alavesa de Labastida. De ahí surgió un grupo de trabajo formado por distintos bodegueros de todas las zonas del país que durante más de tres años se han ido reuniendo periódicamente, formando así el germen de lo que hace unos pocos meses ha desembocado en la constitución de la asociación Futuro Viñador.

Futuro Viñador agrupa en su documento fundacional a 16 de las bodegas más prestigiosas de España: Zárate, Algueira y Guímaro en Galicia; Artuke, Remelluri, Ostatu y Telmo Rodríguez en Rioja; Dominio del Bendito en Toro; Dominio del Águila en Ribera del Duero; Domaines Lupier en Navarra; Bodegas y Viñedos Ponce en Manchuela, Raventós i Blanc en Cataluña, Celler del Roure en Valencia; Casa Castillo en Jumilla; 4 Kilos en Baleares y Suertes del Marqués en Canarias. Entre ellas, proyectos consolidados y otros más recientes, bodegas familiares y otras que no lo son, pero todas representativas de las zonas de producción más influyentes de nuestro país, quizás con la única ausencia notable de Jerez, algo que sus fundadores esperan subsanar pronto.

Viñedo de Adegas Guímaro, en Ribeira Sacra (Galicia)

Las reuniones privadas en las distintas bodegas que forman parte de la asociación fueron el punto de partida de Futuro Viñador. En ellas, cada miembro explica sus técnicas de cultivo, su paisaje o las peculiaridades de su zona. Además, suelen contar con invitados externos que ayudan a entender mejor la región al resto de componentes del grupo. Tienen por tanto un enfoque basado en el conocimiento y la cultura de cada territorio.

La primera acción pública de Futuro Viñador tras su constitución en febrero de 2020 tuvo lugar paradójicamente fuera de nuestra fronteras. Concretamente en Londres, y no fue un hecho casual, ya que uno de los objetivos de esta organización es desterrar la visión imperante en el mercado internacional sobre el vino español, más enfocado en las grandes marcas y el bajo precio que en los pequeños productores, los pagos singulares o las variedades autóctonas, como sí ocurre con los vinos franceses o italianos, según nos cuenta Eulogio Pomares, presidente de Futuro Viñador. “Hicimos un par de cenas en paralelo al salón Viñateros, concretamente en Brat y Noble Rot, dos templos para los aficionados al vino de esa ciudad, y allí dimos a conocer nuestra visión a algunos de los principales prescriptores del sector”.

Tras esas primeras acciones en el Reino Unido, la agenda de Futuro Viñador se trasladó al campo, donde realmente tienen su campo de acción. En marzo estaba previsto llevar a cabo un taller de construcción y reparación de muros de piedra seca en Ribeira Sacra dirigido a profesionales de la viticultura, pero tuvo que ser pospuesto por la crisis del Coronavirus. Y en el mes de abril esperaban realizar en Rioja un taller de injerto en viña que se celebró finalmente de manera online con la colaboración de Fernando Mora MW. Dos actividades que reflejan muy bien la intencionalidad de este colectivo: la divulgación, otra de las patas en las que se sustenta Futuro Viñador. “Nuestro ánimo principal no es vender, no hemos nacido como una asociación comercial”, se anticipa a aclarar su presidente, que por otra parte no descarta llevar a cabo alguna acción de promoción conjunta con el fin de dar mayor visibilidad al grupo de cara a 2021.

Vendimia en la bodega canaria Suertes del Marqués

Relevo generacional 

Mediante estas actividades a pie de viña, que una vez superada la crisis sanitaria esperan poder retomar físicamente en distintas regiones españolas, los integrantes de Futuro Viñador buscan poner en contacto a los viticultores más veteranos con las nuevas generaciones. “En Ribeira Sacra, por ejemplo, la media de edad de los viticultores es de 65 años y apenas hay jóvenes que quieran dedicarse a esto. Queremos por tanto que a través de nuestros talleres las personas mayores enseñen a las que se quieran incorporar a este oficio, ya que también es la manera de preservar las formas tradicionales de cultivo y los paisajes que forman parte de nuestro patrimonio”, explica Eulogio Pomares, quien recuerda que precisamente el de la Ribeira Sacra es el primer viñedo español que opta a convertirse el próximo año en Patrimonio Mundial de la UNESCO.

En este sentido, los integrantes de Futuro Viñador se muestran como parte de la solución a la lacra de la despoblación que sufre el entorno rural. “Creemos que somos el futuro de la España Vacía. Lo que queremos es atraer gente al campo. Todos nosotros estamos anclados a un territorio, por eso entre nuestros planes está llegar a acuerdos con escuelas de viticultura y que sus alumnos puedan hacer prácticas en nuestras explotaciones, y vean que hay mucho futuro en el campo si lo desean”, aseguran. Al respecto, consideran que la posibilidad de dar visibilidad al mundo rural es actualmente mucho mayor gracias a las redes sociales, unas herramientas que no existían cuando muchos de los miembros de la asociación comenzaron sus actividades. Además, las ventajas de vivir en un entorno rodeado de naturaleza se han acentuado a raíz de la reciente crisis de la Covid-19, refuerza Pomares, quien asegura sentirse un privilegiado por haber pasado el confinamiento de la pasada primavera en un ambiente de estas características.

Panorámica del paisaje de Celler del Roure, en Moixent (Valencia)

Modelos a seguir

Eulogio reconoce que las discusiones previas a la fundación de Futuro Viñador fueron intensas, ya que había muchos puntos de vista sobre la mesa. Finalmente optaron por desarrollar unos principios fundamentales que tienen que ver con preservar el paisaje y la biodiversidad de cada territorio, defender las variedades tradicionales y promover el cultivo tradicional. “Es un documento que constituye una hoja de ruta”, explica el propietario de Bodegas Zárate.

Los ejemplos a seguir son variados, aunque admiten que el modelo VDP, que agrupa a los grandes elaboradores de Alemania y clasifica sus vinos en función de los viñedos de origen, es inspirador. Así que preguntado sobre la posibilidad de que las etiquetas de los vinos de Futuro Viñador tengan algún símbolo que los identifique en el mercado al estilo de los vinos alemanes, su presidente se muestra abierto a esta opción.

Respecto a la posibilidad de ampliar su número de asociados, son claros: “somos un ente abierto y nuestra filosofía no es marginar a nadie”. De hecho reconocen que ya tienen en cartera a unos cuantos candidatos. “No queremos poner un tope, aunque no aceptaremos elaboradores que no tengan control sobre su viñedo”.

Terruño de la bodega murciana Casa Castillo

Colaboración externa

Uno de los aspectos más interesantes de la creación de Futuro Viñador es su convivencia con las propias denominaciones de origen en un momento en el que la utilidad de estos organismos está en entredicho por parte de algunos productores de calidad. “El de las D.O. es un tema muy candente. Hay algunas que van en la dirección que creemos correcta y otras que son más inmovilistas. Nosotros hemos arrancado de forma autónoma, sin el apoyo de nadie, aunque no queremos abandonar las denominaciones de origen a las que pertenecemos. Queremos formar parte de ellas, pero necesitamos que algunas evolucionen, igual que nosotros hemos evolucionado como elaboradores con el paso del tiempo”, cuenta Eulogio Pomares.

En cuanto a su colaboración con otros organismos oficiales, como el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Pomares se muestra abierto a trabajar de forma conjunta siempre y cuando se les tenga en consideración como una realidad más de la viticultura española, una realidad que representa al modelo más tradicional y que busca además mejorar la calidad media de los vinos elaborados en nuestro país con medidas más restrictivas desde el origen.

Logotipo de Futuro Viñador

Nombres propios

El ADN de Futuro Viñador está reflejado en la filosofía de sus miembros, muchos de ellos viejos conocidos en Bodeboca. Por ejemplo, Adega Algueira, en Ribeira Sacra, es uno de los proyectos que lidera la búsqueda de la identidad de esta histórica región. Algo similar sucede con Adegas Guímaro, un nombre que en gallego significa “rebelde” o “inconformista”. Toda una declaración de intenciones.

Si nos vamos a otras regiones como Rioja nos encontramos con proyectos como Artuke, cuyos responsables han heredado las prácticas ancestrales que ya desarrollaban sus antepasados, realidad que también define a Ostatu, cuya familia trabaja la viña desde el siglo XVI con variedades autóctonas muy apegadas a las localidades de Samaniego, Laguardia, Leza o Abalos.

Situación parecida en Ribera del Duero con Dominio del Águila, cuyo proyecto se basa en hacer una viticultura de calidad con viñedos de marcada personalidad. O en el interior de la Comunidad Valenciana con Celler del Roure, que pese a ser una bodega relativamente moderna, trabaja con variedades históricas y vinifica en tinajas de barro y lagares de piedra al estilo tradicional. O con Casa Castillo, una bodega pionera en Jumilla que imprime toda la esencia mediterránea en sus vinos.

*Foto de portada cortesía de Raventós i Blanc.