Entrevista a Carlos Moro, presidente de Matarromera

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Carlos Moro González (Valladolid, 1953) es el fundador y presidente de Grupo Matarromera, al que pertenecen bodegas como Matarromera, Emina, Valdelosfrailes, Rento, Cyan y Bodega Carlos Moro.

Hijo, nieto y biznieto de viticultores y bodegueros, ha crecido rodeado de viñedos. Se licenció como Ingeniero Agrónomo y doctor en Enología y Viticultura, ocupando varios puestos de alta responsabilidad en la Administración. Tras esta enriquecedora etapa decidió regresar a su tierra natal y centrar su actividad en el vino aportando toda su experiencia. Desde entonces ha fundado 8 bodegas en regiones emblemáticas como Ribera del Duero, Rioja, Rueda, Toro o Cigales, además de un museo del vino, una almazara de aceite de oliva, una destilería, un restaurante, un hotel rural, una empresa de biotecnología aplicada al sector alimentario y otra de cosméticos. En 1997 comenzó a firmar sus creaciones más personales, aquellas que llevan su nombre y que denotan una diferenciación llena de personalidad propia. Vinos de autor que expresan su manera de entender la viticultura. Medalla al Mérito Turístico en diciembre de 2014 y Premio Nacional de Innovación en 2016, es una de las figuras sin las cuales no puede entenderse el vino en nuestro país.

carlosmoro-2Procede de una familia de viticultores y bodegueros desde hace 4 generaciones. Con estos antecedentes, ¿Su camino estaba marcado de antemano?

Dedicarme al campo y a la viticultura estaba bastante marcado en mi vida, ya que tanto mi bisabuelo como mis abuelos materno y paterno y mi tío se dedicaron al mundo agrícola. Yo desde pequeño acompañaba a mi tío a la bodega y le ayudaba hasta la vendimia, cuando comenzaba el colegio. Mi fascinación por la técnica agrícola me llevó a estudiar después en la Universidad Politécnica de Madrid y a formarme en distintas lides, pero siempre relacionadas con el campo y con la viticultura.

Durante 7 años estuvo trabajando en la Administración Central e incluso fue experto agroindustrial para las Naciones Unidas. ¿Qué le llevó a dar este giro?

Mi padre pensó que lo mejor era que me formara fuera de casa porque lo de dentro siempre tendría ocasión de aprenderlo más adelante. Fue una etapa fantástica de formación a nivel de investigación, de desarrollo y de legislación entre otras cosas. Fue sumamente positivo añadir a mi base agrícola esos conocimientos más técnicos.

Tras Matarromera, la bodega más simbólica del Grupo, usted ha creado ya otras 8 bodegas. ¿Qué le mueve a la hora de poner en marcha un nuevo proyecto?

Todas las bodegas de nuestro grupo son simbólicas. De hecho, no pretendemos ser un gran grupo, sino un conjunto de pequeñas y medianas bodegas de la máxima calidad. Cada bodega tiene su peculiaridad y su idiosincrasia, en algunos casos nos ha movido hacer vinos con crianza en una zona sin gran tradición por ello como ocurrió con Valdelosfrailes, en otro caso como Emina hacer vinos más frutales, en otros casos como Rento hacer vinos ecológicos y con elaboraciones más especiales, y en otros hacer vinos prácticamente sin alcohol. Cada proyecto tiene su motivación. Lo importante es aportar algo nuevo al mundo del vino de calidad.

Grupo Matarromera es un gigante del vino español cercano a cumplir 30 años de vida. Cuando echa la vista atrás, ¿de qué se siente más orgulloso de estos años?

Me siento orgulloso de tener un equipo profesional extraordinario, muy cualificado y seleccionado. También muy orgulloso de haber creado desarrollo y empleo en zonas rurales donde antes apenas había, y por último, de tener 600 hectáreas de viñedo y un millón de olivos plantados que son fuente de sostenibilidad ambiental.

Su último proyecto bodeguero es la bodega que lleva su nombre, en Rioja.

Desde hace casi 20 años vengo haciendo vinos muy personales en cantidades más reducidas. Siempre he querido hacer un vino especial en cada región, fruto de la investigación de la tierra y de los procesos de vinificación, con el fin de dar un salto cualitativo. En Rioja hemos venido a continuar con la historia de estos vinos, por ello no queremos tener aquí una bodega industrial, sino hacer vinos muy cuidados, que dan voz a parcelas muy especiales. Para ello utilizamos barricas nuevas de tonelerías de ensueño y contamos con un edificio de 5 niveles en las que trabajamos mediante gravedad pensando en una ultraselección de las uvas.

Los vinos de Rioja de Bodegas Carlos Moro no saldrán hasta 2017. ¿Nos puede adelantar qué perfil vamos a encontrarnos en ellos?

Van a ser vinos procedentes de viñedos de entre 35 y 100 años de dos pueblos concretos: San Vicente de la Sonsierra y Labastida, que es el pueblo de al lado. Están situados en la zona más alta de la Sonsierra, en la margen izquierda del Ebro, y esto les imprime una singularidad extraordinaria. Desde la añada 2014 hemos hecho experimentaciones y nos encontramos con vinos con una riquísima acidez, con una gran aromaticidad, de alta intensidad sápida y de color. Van a ser muy frutales, con una enorme complejidad y con mucha consistencia. Todavía no están en botella pero ya son bebibles. Empezaremos presentándolos en los países más lejanos y a partir del verano de 2017 esperamos lanzarlos en España.

Los vinos de esta bodega tienen nombres de fincas. ¿Cree que la división de regiones vinícolas por pueblos y parcelas singulares es el futuro?carlosmoro-1

Nosotros tenemos desde hace 12 años un proyecto de trazabilidad siguiendo un modelo de Microsoft. Tenemos identificadas las ciento y pico parcelas que tenemos en el Duero y la mayoría de los viñedos de los que proceden nuestros vinos son propios. Hay distintos tipos de funcionar en el mundo del vino, y todos son muy respetables. Nosotros somos partidarios de sumar esfuerzos comunes, no de romper. La marca Rioja es importante y vende, igual que Ribera del Duero. El consumidor que quiera apreciarlo, ahí lo tiene; y el que quiera otro perfil, también tiene sus vinos. Los vinos de autor enriquecen al consumidor y al panorama vinícola en general.

Son cada vez más las bodegas que caen en manos de grandes fondos de inversión extranjeros que no han pisado nunca el viñedo. ¿Necesitamos más Carlos Moro en España?

Tengo colegas extraordinarios y existen grupos vinícolas que no solo son respetables, sino encomiables, pero cuantos más seamos ejerciendo una labor de empuje hacia nuestros vinos, será mucho mejor para todos. Creo que este empuje se hace mejor desde empresas familiares y arraigadas en el territorio, porque eso da un valor añadido al proyecto. Si detrás no hay un equipo profesional importante y personas que le pongan el alma y la vida, no suele funcionar. El vino es una artesanía, responde a un parámetro creativo, no mecánico. Eso no quita que las inversiones extranjeras no sean bienvenidas, ya que existen modelos ejemplares que yo aplaudo.

Siendo como es una de las figuras más destacadas del mundo del vino en España, ¿Qué legado le gustaría dejar en nuestro sector?

Quiero dejar un legado lo más amplio e integral posible. Me gustaría ser un granito de arena que ayude a cualificar los vinos españoles a nivel internacional, ya que nos cuesta mucho penetrar en países de Asia y América como nuestros vinos merecen. También me gustaría ser referente en investigación, aportarlo al resto de los colegas y a la sociedad, y dejar unos paisajes, unas viñas y unos olivos que permanecerán muchos años al lado de una población que tendrá que cuidarlos.