Diez vinos excelentes nacidos en pueblos de la España Vacía

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La mayoría de los mejores vinos de España nacen muy lejos de las mesas de los restaurantes de moda, de las ferias internacionales, de las sedes de las guías vinícolas de referencia y de las exclusivas tiendas en las que se exhiben y se venden.

El mundo del vino une como pocos el campo y la ciudad; y la viticultura es una importante tabla de salvación para muchas regiones que sufren la lacra de la despoblación, por lo que dar a conocer sus productos supone incentivar la actividad de estas zonas menos desarrolladas.

Desde Bodeboca hemos elegido una decena de vinos nacidos en algunos de los pueblos de la España Vacía, homenajeando de esta forma a las personas que conservan con cariño y no poco esfuerzo un patrimonio cultural único que conecta con nuestros orígenes.

Son vinos avalados por la crítica y por los aficionados que tienen algo en común: nacen en localidades cada vez más olvidadas, habitadas principalmente por personas mayores que ya se han jubilado de sus actividades agrícolas y esperan que las siguientes generaciones tomen el relevo.

Acompáñanos en este recorrido por la España del interior saltando de cepa en cepa.

Rubus (Rubielos de Mora, Teruel)

La provincia de Teruel es el paradigma de la España Vacía. Aunque en esta tierra las condiciones climatológicas son extremas para el cultivo de la vid, existen iniciativas valientes como la de Jesús Romero, autor de Rubus, un vino elaborado en la comarca de Gúdar-Javalambre, a casi mil metros de altitud. Como curiosidad, Jesús debe proteger sus viñas con una malla antigranizo durante algunas épocas del año.

Dominio de Atauta (Atauta, Soria)

Soria es la provincia con menor número de habitantes de España, y lo que muchos no saben es que algunos de los mejores vinos de la D.O. Ribera del Duero nacen allí. Dominio de Atauta, procedente de viñedos que llegan a alcanzar los 160 años, es un buen ejemplo. Por cierto, os recomendamos una escapada a esta localidad, en la que se todavía se conserva un antiguo barrio de bodegas excavadas en la arena.

Vía Cénit (Villanueva de Campeán, Zamora)

En Villanueva de Campeán, municipio zamorano donde se encuentra la bodega Viñas del Cénit, viven poco más de cien habitantes. Considerada la cabecera de la histórica comarca de Tierra del Vino, su enorme atractivo radica en sus viejísimas cepas de Tempranillo, que en muchos casos superan el siglo de vida. Para la obtención de este vino se han utilizado en concreto vides de entre 80 y 100 años.

Altos de Tamarón Gran Reserva (Olmedillo de Roa, Burgos) 

Las cepas de origen de este vino de Pagos del Rey son complicadas de trabajar, pues cada una produce un máximo de 4 o 5 racimos de uva. Lo normal en estos casos es que, cuando el viticultor se jubila, las vides caigan en el olvido debido a su escasa rentabilidad. Pero no es el caso de las viñas de las que se obtienen las uvas para elaborar este Gran Reserva que ha obtenido decenas de reconocimientos y medallas internacionales.

Finca Río Negro 2016 (Cogolludo, Guadalajara)

La provincia de Guadalajara es otra de las más afectadas por la despoblación. Buena parte de la misma está considerada técnicamente desierto demográfico, aunque existen localidades como Cogolludo, de apenas 500 habitantes, donde el vino sigue creando riqueza. Un buen ejemplo es este tinto, procedente de viñas cultivadas a mil metros de altitud. Un motivo más para descubrir los pueblos de la Arquitectura Negra.

Finca Valdehierro (Cubillas de Santa Marta, Valladolid)

En los últimos años, algunas de las grandes firmas del vino español han abierto bodegas en distintas regiones españolas. Ese es el caso de Carlos Moro, fundador y presidente del grupo Matarromera, quien elabora este vino en Cubillas de Santa Marta, una pequeñísima localidad vallisoletana de Cigales muy próxima a Palencia. Su viñedo de origen es otro tesoro, pues cuenta con más de 70 años.

La Estrecha (Villanueva de la Jara, Cuenca)

La Estrecha es uno de los vinos más exitosos del proyecto familiar de Juan Antonio Ponce, una bonita historia de recuperación de variedades y viñedos antiguos en la vertiente conquense de la D.O. Manchuela. El nombre de este vino procede de la parcela de la que se obtiene, cuya distancia entre cepas es muy estrecha, lo que obliga a vendimiarla a mano. Está reconocido como uno de los mejores tintos de su D.O.

Blanco Nieva Pie Franco (Nieva, Segovia)

Blanco Nieva se fundó en el año 1989 con el objetivo de resucitar la tradición vinícola que existía en Nieva, en Segovia. Esta localidad de menos de 300 habitantes tiene la peculiaridad de contar con los viñedos más orientales de toda la denominación de origen Rueda, y también con algunos de los más antiguos. No es de extrañar por tanto que algunas de las mejores bodegas de la D.O. tengan aquí sus plantaciones.

Estay Prieto Picudo (San Román de Bembibre, León)

Uno de los grandes retos de los elaboradores asentados en zonas vinícolas de larga tradición es la posibilidad de recuperar variedades autóctonas casi extintas. Eso es lo que hace Dominio Dostares con la Prieto Picudo, una uva autóctona de León y Zamora de la que apenas existen 1.500 hectáreas cultivadas. Se trata de otro vino de altura, ya que su viñedo de origen se ubica en una meseta a 850 metros de altitud.

Casal de Armán Blanco (Ribadavia, Ourense)

Ourense es la provincia menos poblada de Galicia, y la D.O. Ribeiro está repleta de pequeñas aldeas dispersas alrededor de su capital, Ribadavia. En una de esas localidades se encuentra Casal de Armán, una bodega familiar gestionada por la cuarta generación de la saga. Las uvas con las que elaboran su Casal de Armán Blanco son una buena representación de la tipicidad del Valle del Avia. Otra joya alejada del mundanal ruido.