Conociendo la Tinta de Toro

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La uva más representativa de la región vinícola de Toro es la llamada Tinta de Toro, una variedad de la que no se conoce a ciencia cierta su origen, aunque se le atribuye a los romanos (sobre el 210 a.C) la verdadera promoción de la viticultura en la región y, por lo tanto, de esta casta.

Aunque pertenece a la familia de la Tempranillo, esta uva tiene características y cualidades específicas. Posee una piel gruesa y resistió como pocas a la plaga de la filoxera que asoló los viñedos europeos en torno a 1870, en parte gracias a los subsuelos arcillosos de la zona, la única del mundo en la que nace esta variedad de uva.

Sus granos, que son de pequeño tamaño, contienen abundante tanino y siempre que se recoge en su punto óptimo de madurez suele aportar sabores afrutados excepcionalmente concentrados.

Por otra parte, su maduración es más bien tardía y los rendimientos (agravados por las peculiaridades de suelo y clima de la zona) suelen estar entre los 2.000 y los 3.000 kilogramos por hectárea, es decir, entre los más bajos del mundo.

Sus características organolépticas más importantes son su capacidad para entregar vinos potentes, estructurados, de marcada personalidad e intensidad. A la generosa graduación que suelen tener sus vinos se añaden tintos con un gran cuerpo, color intenso y una importante presencia tánica.

Manuel Louzada, enólogo de Numanthia, destaca que la Tinta de Toro es lo que se conoce en enología como una “variedad completa”, ya que trabajada con precisión es capaz de dar por una parte vinos elegantes y con una buena textura pero sin renunciar a entregarnos una extraordinaria profundidad.