Familia Martínez Zabala: de Rembrandt a Norman Foster
La historia de la familia Martínez Zabala es parte de la historia del vino en España desde hace más de un siglo. Para ponerte en contexto si andas un poco despistado, tienes que saber que este grupo familiar es propietario de bodegas como Faustino o Campillo en Rioja y Portia en Ribera del Duero, entre muchas otras. Un coloso construido a golpe de trabajo, visión comercial y mucha intuición a lo largo de cuatro generaciones, lideradas ahora por las hermanas Lourdes y Carmen Martínez Zabala. El presente y el futuro de su camino lo hemos conocido de primera mano en un viaje que ha pasado por dos de sus proyectos más conocidos: Portia y Faustino.
Comenzamos el recorrido con su proyecto ribereño, que seguramente hayas visto aunque sea por la ventana del coche si has viajado por la A-1 a la altura de Gumiel de Izán, en Burgos. El edificio de Portia es imponente y además de deslumbrar con su rotunda estética sorprende por su eficacia y creatividad técnica para beneficio del equipo de enología de la casa. Tuvimos la suerte de ver cómo se descargaba la uva por el techo del edificio, beneficiándose así de la gravedad para manejar los racimos durante todo el proceso de vinificación.



Este despliegue de recursos no es algo casual. Para el diseño de estas instalaciones nombraron como responsable a un referente mundial de la arquitectura como Norman Foster. Su estudio Foster&Partners colaboró de forma estrecha con la familia a la hora de decidir los materiales y las necesidades de cada estancia con el objetivo de construir un edificio hecho para trabajar, disfrutar y custodiar. Precisamente esta última cualidad es ejemplo de una de sus salas más espectaculares: la sala de barricas. En ella envejece el vino en unas condiciones de máxima calma, quietud y silencio. Le llaman “la catedral” y si la visitas, entenderás el porqué.
Pudimos conocer los vinos a través de su enólogo, Raúl Quemada, quien llegó al proyecto en 2004 tras su paso por bodegas del grupo como Campillo. Con vinos como Triennia muestra un perfil redondo, intenso, profundo, frutal y con todo lo que se desea en un tempranillo de raza. En esta referencia se aprecia además el sello de Martínez Zabala Gallery, distintivo elegido solo para las referencias más especiales y limitadas de la familia.
El día siguiente comenzó en Oyón, al norte de Logroño, para visitar los viñedos e instalaciones de Faustino. En el campo Richard Goñi —director de viticultura— nos mostró la finca Malpica para explicar las claves de su viticultura, que se basan en conseguir una alta acidez para apuntalar sus largas crianzas. Para ello cuentan con viñedos repartidos por Alfaro, Mendabia, Oyón y Laguardia con el objetivo de tener una producción lo más variada y rica posible.



Ya en bodega descubrimos la magnitud de la casa que vende más grandes reservas de toda Rioja, además de la herencia y tradición acumulada desde hace más de 160 años. Eleuterio Martínez Arzok arranca esta aventura en 1861 con la adquisición de la casa palacio y los primeros viñedos que fueron dando fruto hasta las primeras marcas comerciales durante la primera parte del siglo XX: Viña Campillo, Viña Santana o Gran Faustino.
En 1958 deciden unificar todas las marcas comerciales bajo Faustino, que era un nombre fácil de pronunciar en el extranjero y comienzan a usar el icónico retrato de Rembrandt que aparece en todas las etiquetas. A finales de los años 50 lanzan Faustino I Gran Reserva con otros dos elementos que generaron una identidad reconocible y singular: el tratamiento opaco del vidrio y la malla metálica.



Tintos con larguísimos envejecimientos que pudimos catar en una vertical única en la que comprobamos la enorme capacidad de evolución de estos vinos. 1964, 1994, 2004 y 2016 fueron las añadas elegidas para la ocasión, destacando el punto de fruta y frescor que conservaba el 64; junto a la acidez y tensión que presentaba la radiante 94.
Para rematar, volvemos a la relación de la familia con Norman Foster. Su estudio fue elegido tras la buena experiencia de Portia para el último edificio que han construído en Oyón: Legado Bodega Faustino. Es la muestra de la vinculación de la familia Martinez Zabala con su tierra y con su pueblo, creando una instalación social y de cata que rompe con el clasicismo de esta compañía centenaria.
¿Qué llegará en el futuro? Seguro que más y mejor.
De Málaga, amante del vino y la comida en general, y de la manzanilla y los torreznos en particular. Publicitario de formación y profesión, dejé el mundo de las agencias de publicidad para entregarme a una pasión: la comunicación del universo vinícola.
