Entrevista a Dominik Huber, enólogo de Terroir Sense Fronteres

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Hablamos con el enólogo y viticultor alemán afincado en el Priorat que nos desvela cómo es su nuevo proyecto en la D.O. Montsant, Terroir Sense Fronteres, y cual es su idea de lo que debe ser un vino de corte moderno. Dominik Huber es un tipo directo y sin adornos dialécticos, al igual que sus vinos.

La historia del viñedo más destacado de Terroir Sense Fronteres se podría decir que es fruto de la casualidad: Les Manyes te lo trajo debajo del brazo. Cuéntame un poco cómo fue esa historia. 

Exacto. Tuvimos la posibilidad de comprar Les Manyes y el propietario del viñedo era el mismo que el de Montalts, que es de donde salen las uvas de Guix Vermell. Esta viña tiene la misma calidad que Les Manyes. 

¿Cuál es la filosofía que inspira a los vinos de Terroir Sense Fronteres?

La filosofía es una bodega en la que no se usa la madera, los vinos son mucho más frescos, directos y naturales que los que elaboramos en Terroir al Limit

¿Puedes darme unas pinceladas de los cuatro vinos que forman parte de este proyecto? 

Estos cuatro vinos están pensados con la idea de que tengan carácter, personalidad y se caractericen por su gran frescura y acidez. Todos tienen esas características y muy poco grado alcohólico, ninguno sobrepasa los 13 grados de alcohol. 

¿Los vinos se elaboran en la misma bodega en la que creas los Terroir al Limit?

No, tenemos una nueva bodega en Capçanes donde hacemos los cuatro vinos de Terroir Sense Fronteres. 

¿Cuáles serían las diferencias más elocuentes entre ambos proyectos y cómo se trasladan éstas a los vinos de cada uno?

La principal diferencia es que en Terroir Sense Fronteres no se usa nunca la madera. Usamos cemento para el Guix Vermell, tinajas de barro para Vértebra de la Figuera y depósitos de acero inoxidable para los pequeños, Brisat y Negre

¿Cómo definirías Montsant? Es increíble cómo puede haber tantas diferencias con el Priorat estando ambas tierras pegadas la una a la otra. 

La gran diferencia entre ambos terruños es el suelo, en el Priorat es mayoritariamente pizarra (llicorella) y en el Montsant es en su mayoría arcilla, aunque en la viña de donde procede Guix Vermell, Montalts, y en la de Vértebra de La Figuera también hay suelos con gran contenido en yeso.  

¿Cuánto tiempo del que dedicas a crear tus vinos pasas en el viñedo y en la bodega? ¿Qué te gusta más, el trabajo en el campo o en la bodega? 

(Risas) Mitad y mitad, en tiempo y en gusto. 

Dominik Huber

¿Cómo animarías a nuestros socios para que prueben los cuatro vinos de Terroir Sense Fronteres? 

El mensaje sería que son vinos muy gastronómicos que se adaptan perfectamente a la cocina mediterránea más moderna y no tienen nada que ver con el típico vino español. 

¿Crees que tus vinos pueden llegar a ser para todos los públicos?

Bueno, esa es una buena pregunta. Como te decía no son típicos estos vinos porque no tienen madera, no tienen mucha madurez, son muy frescos y directos, vinos con mucho terroir y mucha mineralidad. Son vinos más bien para las personas que buscan algo nuevo y fresco, que van a los restaurantes, por ejemplo de San Sebastián, buscando buenos pescados y mariscos, en definitiva, gente que quiere tener las cosas que son de verdad. En ese sentido, son muy verdaderos estos vinos. 

Pero parece que el gusto del público español está cambiando poquito a poco y está yendo hacia los vinos más frescos, con menos madera y concentración. Se supone que en algún momento elegirán más el tipo de vino que elaboras. Hace quince años hubiera sido más difícil que los quisieran probar. 

Sí, estoy de acuerdo.  

Sabemos que le pegas a la cocina, que te gusta cocinar. ¿Qué te comerías con cada uno de ellos? 

Con Brisat iría muy bien el marisco fresco tipo ostras. Al Negre le veo más bien con carne tipo cordero asado. Como Vèrtebra de la Figuera es muy sutil y fino lo vería con pescado al horno. Y con Guix Vermell también con carne, pero más contundente y con más fuerza, como un buen guiso. 

¿Cuál es tu vino favorito de Terroir Sense Fronteres? 

Para mi el Vértebra de la Figuera es, con seguridad, el vino con mejor relación calidad-precio y el mejor si se quiere conocer en su totalidad este proyecto. 

¿Cada uno de los vinos sirven para ocasiones distintas o se pueden tomar en cualquier momento? 

Se pueden tomar en cualquier momento, incluso los tintos se pueden tomar más frescos de lo habitual. 

Has recibido tus primeros 100 puntos Parker de la mano de Luis Gutiérrez por Les Manyes 2016. ¿Qué significa ese reconocimiento? ¿Te importan los puntos de la crítica o eres un punky?

No, sinceramente no soy nada punky. Este es un reconocimiento muy importante y un honor porque la persona que lo ha catado es Luis Gutiérrez que es un gran amante del vino y del estilo de vinos que hacemos nosotros o gente como Dani Landi, vinos frescos y modernos. Es un reconocimiento importante para mi. 

Para ir terminando, a quién quieres más, a papá o a mamá: Alemania, Italia, Sudáfrica o España. ¿En qué país de los que has vivido quieres terminar instalado?

En Italia. 

Tu apuesta por los vinos de estas comarcas catalanas recupera la forma en la que eran los vinos de la región hace décadas. ¿Eres más fiel a la tradición de ese terruño que los elaboradores nacidos en la zona? En definitiva, has recuperado la forma en la que se hacían los vinos hace siglos. 

Lo que hacemos nosotros es bastante peculiar y único en la zona. Estamos recuperando esa tradición. Estamos haciendo más caso a la zona que los elaboradores que han nacido en ella.

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Licenciado en Ciencias de la Información en su rama de Periodismo por la Universidad Complutense, de Madrid y formando parte del equipazo de Bodeboca desde la primavera de 2018. Aparte de encantarme los vinos y los destilados, soy un viajero apasionado al que le gustan mucho el humor, la radio, el fútbol, la historia, el arte, la buena música, la criminología y la literatura. En los últimos tiempos he descubierto la paz en las plantas y la generosidad en los perros: se rumorea que estoy madurando. Ah, y como solamente se vive una vez, mi filosofía vital se encuentra a medio camino entre el hedonismo y el epicureísmo.