10 curiosidades de Bollinger, el champagne favorito de James Bond

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Bollinger es historia viva de Champagne. Rondando los dos siglos oficiales de andadura, esta casa icónica atesora un buen puñado de particularidades y anécdotas que no hacen sino apuntalar la excelencia de un estilo sofisticado, poderoso y complejo que ha trascendido fronteras. En este post te invitamos a conocer 10 de ellas.

Un maison centenaria

Bollinger es una de las casas de Champagne con más historia. Sus orígenes se remontan a 1585 y su sede central, en el número 16 de la calle Jules Lobet de Aÿ, data de 1750. Aún así no fue hasta 1829 cuando tuvo lugar su fundación oficial de la mano del aventurero aristócrata Athanase de Villermont, heredero de la propiedad familiar, en asociación con dos apasionados del mundo del vino, el alemán Joseph Bollinger y el también francés Paul Renaudin.

1830, la primera cosecha

Al año siguiente de ser fundada, la casa presentó su primera cosecha. 80 años después, el pasado año 2010, se encontraron en la bodega, ocultas detrás de una pared, 54 botellas pertenecientes a esta añada inaugural. 13 de ellas pudieron ser restauradas y dos fueron catadas en junio de 2016 con motivo de la inauguración de Gálerie 1829, la enoteca histórica de la firma.

Independiente y familiar

Desde 1889 la gestión de Bollinger es familiar, siendo una de las últimas casas independientes de Champagne. 2008 supuso un hito a ese respecto en la trayectoria de la firma: Jérôme Philipon era nombrado nuevo presidente, convirtiéndose en la primera persona ajena a la familia en dirigir sus designios.

Madame Bollinger

La prematura muerte de su esposo, Jacques Joseph Bolliger, llevó a Elisabeth Law de Lauriston-Boubers a convertirse, a los 42 años, en la cabeza visible de la maison. Nacía así la leyenda de Lily Bollinger. Madame Jacques o la Primera Dama de Francia, dos de los sobrenombres con la que fue conocida, dirigió exitosamente la firma durante 31 años. Fruto de su carácter innovador y perfeccionista nacieron los exclusivos cuvées Bollinger R.D. y Vieilles Vignes Françaises. Además, su fino ingenio la convirtió en la mejor embajadora internacional de la firma, dejando para la historia un buen puñado de citas sobre el champán. “Lo bebo cuando estoy feliz y cuando estoy triste. A veces, lo bebo cuando estoy sola. Cuando estoy acompañada lo considero obligatorio. Juego con él si no tengo hambre y lo bebo cuando sí la tengo. En cualquier otro caso jamás lo toco…a menos que tenga sed”, es una de las más célebres.

Lily Bollinger paseando en bicicleta por sus viñedos

El ‘arma’ más sofisticada al servicio de su majestad

La excelencia de Bollinger pronto le hizo traspasar fronteras. En 1884 recibía la Cédula Real de la reina Victoria, convirtiéndose así en proveedor oficial de la corte británica. Capítulo aparte merece su larga y fructífera asociación con la figura de James Bond, el agente secreto más célebre del Imperio. Bollinger saltó de las páginas de la cuarta novela de Ian Fleming, Diamons are Forever, donde apareció citado por primera vez, a la gran pantalla en 1973. Live and Let Die fue la primera película en la que pudimos ver la pasión de 007 por las elegantes burbujas de este champán. Uno de los product placement más memorables y perdurables de la historia del cine, forjado por la amistad entre Christian Bizot, presidente de la maison en aquella época, y el entonces productor de la saga Albert R. Broccoli.

El ‘James Bond’ Roger Moore, con la botella de Bollinger

El ‘James Bond’ Roger Moore, con la botella de Bollinger

170 hectáreas de un viñedo único

A diferencia de otras muchas casas de la A.O.C., que compran toda la uva para elaborar sus champagnes, Bollinger cuenta con 178 hectáreas de viñedo propio. El 85% de este tiene la calificación de Grand y Premier Cru y está repartido entre las comunas de Aÿ, Avenay, Tauxières, Louvois y Verzena, Cuis y Champvoisy.

Viñedo de Cuis

La reina Pinot noir

Aunque también cultivan Chardonnay y Meunier, la Pinot noir representa el 60% del viñedo de la firma. Una proporción que, curiosamente, se corresponde exactamente al porcentaje empleado en el coupage de su emblemático Special Cuvée. Esta variedad confiere a los vinos de Bollinger la notable estructura, gran complejidad y potencia por la que son conocidos en todo el mundo y que lo convierten en espumosos extraordinariamente gastronómicos.

La Réserve

Otro de los pilares del inconfundible estilo Bollinger es La Réserve. La segunda bodega de la casa alberga una impresionante colección de 700.000 magnums de vinos de reserva, que se emplean en el coupage del Special Cuvée. Cada año, desde 1892, los mejores vinos pasan a conservarse en este botellero subterráneo donde maduran largamente antes de ser utilizados. El tiempo al servicio de la perfección.

La Réserve de Bollinger, con sus 700.000 magnums de vinos de reserva

El último tonelero residente de Champagne

Bollinger sigue contando con esta figura en su bodega. Y es que sus Cuvées Prestige son de los pocos en la región que realizan la fermentación en barrica junto con sus vinos de reserva. Este artesano examina, mantiene y repara a mano cada una de las 3.500 barricas, algunas de ellas casi centenarias, que dotan a los champagnes de la casa de esa complejidad y expresividad tan características.

La apuesta por crianzas largas

Después de la primera fermentación, ya sea en acero inoxidable o en barricas, como ya hemos visto en sus vinos más top, cada primavera llega el momento de pasar a botella para la segunda fermentación y una larga y silenciosa crianza. Este proceso, en el caso del Special Cuvée, dura al menos tres años, pero en los vintages como La Grande Année o Bollinger R.D. se alarga mucho más, llegando, incluso, a doblar o cuatriplicar lo reglamentado por la apelación de origen controlada.