¿Qué necesita un vino para ser de coleccionista?

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Todo winelover sueña con tener una vinoteca como la de los grandes templos del vino. Poco a poco vamos comprando joyas que guardamos con un cariño especial, sabiendo que en el futuro nos regalará un momento inolvidable. Ya sea por placer propio o como inversión, los vinos de coleccionista son cada vez más deseados. Pero, ¿qué virtudes necesita tener un vino para que podamos considerarlo “de coleccionista”?

Aunque hay una parte subjetiva, hay hechos que, indiscutiblemente, convierten a un vino en una pieza de museo.

Añadas únicas: unas condiciones climáticas excelentes son la clave para poder elaborar vinos de máxima calidad, equilibrados, con gran intensidad aromática y capacidad de guarda. Muchas de las referencias más buscadas pertenecen a añadas míticas e irrepetibles. La de 1982 en Rioja, la de 1996 en Champagne o la de 2009 en Bordeaux son algunos ejemplos. 

Gran capacidad de guarda: estos vinos pueden envejecer durante años en botella y nos regalan hechizantes aromas terciarios, aportando complejidad y suavizando los taninos. No obstante, no todos los vinos tienen lo necesario para dormir en vinotecas durante años. Para que puedan evolucionar necesitan presumir de una óptima acidez, de una gran concentración aromática y de estructura. Si la crianza en botella se realiza en las condiciones idóneas, es decir, en un ambiente fresco, estable y oscuro, los vinos ganan valor con el paso de los años. 

Casas y viñedos históricos: estas obras de arte no están al alcance de todos. Muchos de estos vinos pertenecen a prestigiosas casas que son emblemas de su región. Lo mismo ocurre con las botellas que nacen de viñedos privilegiados. La altitud, la orientación, el tipo de suelo y un alto porcentaje de viñas viejas conectan en estas fincas para dar vida a gotas de auténtico placer. 

Producción muy limitada: viñedos muy selectos, largas crianzas, creaciones solo de añadas únicas… todo esto hace que los vinos de coleccionistas sean referencias generalmente de unidades muy limitadas, muchas veces numeradas. Esta exclusividad y la alta demanda hacen que la mayoría porten precios premium o superpremium.

Alabados por la crítica: no es de extrañar que estas joyas sean coronadas por los críticos y las publicaciones más influyentes. De hecho, estas buenas valoraciones contribuyen a agrandar el mito y el deseo por estas botellas.
Cada país y cada región presume de vinos de coleccionistas. Aquí te recomendamos algunos de los más emblemáticos de las principales regiones españolas:

L’Ermita 2019: un auténtico tesoro del vino español admirado en el  mundo entero. Como no podía ser de otra manera, el genio Álvaro Palacios está detrás de esta maravilla del Priorat: un preciso ensamblaje de Garnacha y de Cariñena con la pequeñísima aportación de otras uvas. Las cepas casi centenarias, el clima árido y los suelos de licorella contribuyen a dar vida a este tinto puro, expresivo, penetrante y eterno. Esta añada se coronó con los 100 puntos Parker.

Castillo Ygay Gran Reserva Especial 2011: una de las etiquetas centenarias de Rioja y gran artífice del éxito de una de las regiones más célebres del vino europeo. Este ensamblaje de Tempranillo con la pequeña aportación de Graciano es un símbolo del clasicismo, de la elegancia y de la tradición. Añada tras añada, enamora a los críticos más prestigiosos y a los paladares más exclusivos. En 2020 fue elegido por Wine Spectator como mejor vino del mundo.

Vega Sicilia Unico Reserva Especial Edición 2022: no hay lista de vinos top españoles en la que Vega Sicilia no esté presente. Esta perla es una de las más célebres de la bodega. Se trata de un ensamblaje de distintas añadas del prestigioso Único. El resultado no podía ser de otra manera: sublime, memorable y legendario. Aplauso unánime de todos los críticos internacionales y 100 puntos del Master of Wine británico Tim Atkin.

La Faraona 2017: nos volvemos a encontrar con la firma del mago Álvaro Palacios, esta vez, junto a su sobrino Ricardo. Después de convertir Priorat en lugar de culto, con esta creación tocan el cielo del Bierzo. A partir de cepas viejas de Mencía plantadas a casi mil metros de altitud sobre suelos pizarrosos, esta pareja talla este tinto puro, refinado y realmente cautivador. Siempre roza los 100 puntos Parker.

Casa Castillo Pie Franco 2019: el sabor mediterráneo de Jumilla no puede faltar en la vinoteca de un winelover español. Este tinto captura lo mejor de esta región y es la estrella de los vinos del levante. A partir de viñas plantadas en pie franco en 1941, combina a la perfección el carácter cálido del Mediterráneo con apuntes balsámicos y especiados. Pura armonía en un tinto que todavía puede evolucionar durante más de una década. Solo 6.800 botellas de esta espectacular añada con 97 Parker.

Leirana Genoveva 2020:  el norte también esconde magníficas referencias para las vinotecas más selectas. Este albariño de las Rías Baixas refleja a la perfección el carácter de los suelos graníticos y la frescura del clima atlántico. Fermentado y madurado en toneles de roble neutros que aportan estructura, Leirana Genoveva es una opción perfecta para descorchar en unos años y ver la sorprendente evolución de la reina de las Rías Baixas. Solo 5.000 botellas de esta maravilla con 97 puntos Parker.

Don PX Convento Selección 1931: increíble pero cierto, este vino ha envejecido en barrica durante 84 años. El resultado es un Pedro Ximénez concentrado, complejo, envolvente, persistente y sublime. Historia viva de Andalucía. 98 puntos Parker nos parecen incluso poco para una de las joyas de la corona del sur de España.