Ana Barrón: «La mejor intervención en bodega es la mínima»
Vocación, esfuerzo, dedicación, entrega, trabajo bien hecho, equipo, determinación y pasión. Son los principales conceptos que articulan el discurso honesto y bien medido de Ana Barrón, directora técnica de Marqués de Vargas y flamante enóloga del año en Rioja. Todos ellos han forjado su brillante trayectoria en un firme propósito doble: despertar emociones en aquellos que descorchan sus vinos y acercarles a una tierra de tradición y paisajes incomparables.
Acaba de ser nombrada por el crítico y Master of Wine, Tim Atkin, como Winemaker of the Year (enólogo del año), ¿cómo ha recibido esta distinción? ¿se la esperaba tras su visita o le ha sorprendido?
Ha sido una enorme sorpresa. Tim Atkin lleva varios años visitándonos en la bodega y él ha apreciado la evolución de nuestros vinos, lo que también se ha reflejado en las puntuaciones que nos ha ido dando, pero en ningún momento me imaginé que me distinguiría con esta mención. Estoy muy agradecida.
Aunque los buenos aficionados saben bien de usted, para aquellos que no la conozcan, ¿quién es Ana Barrón?
Soy riojana, apasionada del vino y de mi familia. Nací en Badarán y desde joven me interesó el mundo del vino. Me formé en enología en Logroño, finalicé mis estudios técnicos en la Escuela de la Vid y del Vino en Madrid, y luego completé mi carrera con el D.N.O. (Diploma Nacional de Enólogo) en la Facultad de Enología de la Universidad de Burdeos. Después volví a La Rioja, donde he desarrollado gran parte de mi carrera profesional. Otra gran influencia profesional para mí fue el bodeguero Jaime Rodríguez (el que fuera fundador y propietario de la Granja Nuestra Señora de Remelluri), quién me descubrió que el mejor vino es aquel que habla de la tierra de la que proviene. En 2016 me incorporé a la Bodega del Marqués de Vargas y aquí desempeño el cargo de directora técnica y enóloga junto a un equipo entregado y tan apasionado como yo por hacer grandes cosas.
¿Cuál es su primer recuerdo relacionado con el vino?
Crecer en un pueblo de La Rioja, rodeada de viñedos y del aroma a vino, fue algo que me marcó sin darme cuenta.
¿Cómo surgió su vocación? ¿Cuándo descubrió que quería dedicarse a hacer vino?
Todo comenzó con paisajes, olores, aromas de vino en mi pueblo… Hay una gran cultura de viticultura y de vino de pueblo, de donde yo procedo. Aunque mis padres no se dedican a este sector, fueron ellos quienes me dijeron “vete a estudiar a Burdeos”, fueron años duros y a la vez maravillosos, pero con su ejemplo de esfuerzo y dedicación en su propio oficio, me enseñaron el valor del trabajo bien hecho, algo que siempre he tenido presente a lo largo de mi carrera de enóloga. Los años en Francia, aprendiendo de grandes maestros, resultaron determinantes en mi interés por esta profesión. Pero además tuve el privilegio y la gran suerte de ser partícipe de un sueño, lo que ha sido un referente y ha fomentado en mí el trabajo, la constancia y sobre todo la pasión.
¿Cuál es la enseñanza más importante que aprendió en Burdeos?
En Burdeos me di cuenta de la cantidad de conocimientos que hay alrededor del mundo del vino. De la mano del profesor Yves Glories, aprendí a conocer el viñedo en profundidad y a comprender que un gran vino se empieza a hacer en la viña, comprender la personalidad que tiene un terroir. También adquirí un conocimiento más profundo sobre la composición del vino y la importancia de su crianza, aprendiendo a respetar el equilibrio entre la fruta y la madera para conseguir vinos más elegantes y expresivos. Estas enseñanzas las he aplicado en Marqués de Vargas, donde buscamos elaborar vinos que reflejen su origen con honestidad y autenticidad y en los que la fruta es la protagonista.
Antes de liderar el equipo enológico de Marqués de Vargas, responsabilidad que como ha apuntado lleva desempeñando desde 2016, fue enóloga de Remelluri, como riojana de pro, ¿se ve elaborando vinos en otras regiones fuera de Rioja de forma continuada? ¿Y si se lanzara, cuál le gustaría o le atrae más?
A día de hoy me encuentro muy a gusto en Marqués de Vargas y el proyecto me continúa motivando, así que actualmente no puedo imaginar cambiarme a otra región.

Volviendo al último informe de Atkin, desde 2015, de las 12 personalidades reconocidas como mejor enólogo-enóloga, solo encontramos tres mujeres además de usted, ¿cree que hay mucho camino aún por recorrer para las mujeres en el mundo del vino?
El papel de la mujer ha cambiado radicalmente; cuando yo empecé entrábamos al laboratorio y apenas había mujeres en otros puestos, pero ahora hay bodegueras, directoras financieras, de ventas, ingenieras de campo y, por supuesto, enólogas con mucha más responsabilidad que hacer análisis de los vinos. Cada vez hay más mujeres en el mundo del vino, y, sobre todo, más preparadas y formadas. Se han creado nuevos y diferentes perfiles vinculados al vino donde las mujeres nos hemos identificado perfectamente. No obstante, aún queda mucho camino por recorrer en la conciliación de la vida profesional con el hogar, especialmente en lo que respecta a la maternidad.
Maite Fernández (Abel Mendoza), María Vargas (Marqués de Murrieta) y Mercedes López de Heredia (López de Heredia) fueron sus predecesoras en este reconocimiento. ¿Siente que comparte con ellas algo en común en la forma de ver el vino o en la dedicación a él? ¿Se ve un referente como ellas? ¿Le gusta serlo?
Siento que las cuatro somos mujeres apasionadas por este mundo vitivinícola, amamos a nuestra Rioja de origen, tenemos una filosofía muy clara para desarrollar nuestro trabajo y que despierte emociones. Por otro lado, el secreto del éxito de la mujer en el mundo del vino radica en la vocación, la determinación, la personalidad y en contar con buenos referentes. En mi caso, lo fueron mis padres, quienes lograron conciliar el negocio familiar con la vida doméstica; Yves Glories, mi profesor en Burdeos; y Jaime Rodríguez, con quien trabajé durante 16 cosechas en Remelluri.
¿Hay alguna joven elaboradora que le haya sorprendido últimamente y que nos recomiende seguirle la pista?
En la actualidad hay muy buenas elaboradoras, que hacen un muy buen trabajo y sería injusto nombrar solamente a una.
Atkin destaca de usted su “talento y humildad”, ya que cada éxito prefiere atribuirlo al trabajo grupal y no al mérito personal, ¿cree que sobra ego en el mundo del vino?
Para mí no se trata de egos, sino de reconocer que detrás de cada enólogo hay un buen equipo de viñedo y de bodega. Los éxitos que se cosechan son mérito del trabajo y del talento del equipo. En este sentido, el reconocimiento de Tim Atkin confirma que estamos haciendo un buen trabajo y nos anima a seguir con mayor motivación.
Con este informe, es la cuarta vez que Marqués de Vargas figura entre los viñedos y las bodegas más top de Rioja (consideradas First Growths por Atkin), con Hacienda Pradolagar y Marqués de Vargas Selección Privada entre los mejores vinos riojanos de 2025 con la categoría de Viñedo Singular, altas puntuaciones… Además de un equipo excepcional, ¿cuáles cree que son las claves de tal éxito?
En Marqués de Vargas damos gran importancia al origen ya que es la viña la que define el vino. Nuestro viñedo está situado en un paraje privilegiado para el cultivo de la vid y la elaboración de vinos de calidad. El suelo, de nuestra propiedad, es nuestro patrimonio y utilizamos prácticas vitícolas de calidad y sostenibles para su protección. Al mismo tiempo, tenemos una premisa muy clara: que haya una conexión del viñedo y su entorno por un lado y conseguir en nuestros vinos la expresión más auténtica del terruño. Por eso, buscamos en las elaboraciones que nuestros vinos ganen en densidad y concentración, guardando por su puesto su elegancia y sobre todo su diferenciación. Para ello hemos adaptado los procesos de vinificación en los depósitos, teniendo en cuenta cada tipo de suelo. También trabajamos con una selección de los mejores toneleros y tipos de barricas de roble para realzar el terroir y su singularidad.



¿Qué retos futuros se le presentan? Leí que uno de los principales que le preocupan es el que representa el cambio climático y su afección al viñedo, ¿cómo ve la situación al respecto en Rioja? ¿La búsqueda de más altitud y suelos frescos es la solución?
En Marqués de Vargas prestamos mucha atención a la adaptación de nuestras prácticas al cambio climático, con el objetivo de preservar la identidad de nuestros vinos sin comprometer el entorno. Las medidas que adaptamos se basan principalmente en la gestión del viñedo, el manejo del suelo con cubiertas vegetales para evitar radiación del suelo y la erosión por lluvias y la gestión de la vegetación frente al estrés térmico para atenuar los efectos de la radiación y de las altas temperaturas en hojas y racimos. También aumentamos la biodiversidad del suelo y mejoramos el nivel de materia orgánica del suelo porque puede tener efectos positivos sobre el contenido en agua del suelo. Por último, la selección de las variedades de uva también influyen, ya que algunas variedades como por ejemplo el Mazuelo pueden ayudar a mantener la acidez y la frescura.
Aunque ya nos ha dado pinceladas, ¿cómo concibe Ana Barrón el vino? ¿Cuál es su filosofía como enóloga? ¿Qué busca lograr en sus vinos?
Mi filosofía es mantener la esencia del vino riojano y dotarlo de identidad propia, respetando la tipicidad del terruño. Utilizamos una tecnología razonada, una viticultura a medida que favorezca las características propias de nuestros viñedos para mejorar la calidad de la uva, pero siempre respetando los métodos tradicionales que han definido la identidad de los vinos de La Rioja. Creo que la mejor intervención en bodega es la mínima, y para ello hay que trabajar bien la viña, con un enfoque ecológico que garantice la pureza y autenticidad del vino. Desde mi llegada a Marqués de Vargas, he trabajado para reforzar el equilibrio y la elegancia en nuestros vinos, con crianzas más suaves y maderas seleccionadas.
Los vinos de Marqués de Vargas son adalides de un estilo clásico, ¿qué define a ese clasicismo?
Para nosotros ese clasicismo se basa en mantener la identidad y el prisma de calidad que siempre ha caracterizado los vinos riojanos. Para ello es esencial respetar nuestro origen, el equilibrio entre la fruta como protagonista y la madera, para conseguir vinos más elegantes, expresivos y en los que la fruta es la protagonista. Tenemos una personalidad propia lo que nos permite formar parte de los viñedos y de los vinos más representativos y singulares de la denominación.
¿Cómo es el vino que sueña elaborar? ¿Cree que ya lo ha hecho o está cerca de lograrlo?, ¿Podría ser un gran blanco de Garnacha blanca, variedad que creo que le gusta mucho?
Mi principal objetivo es conservar el alma y la tipicidad de este paraje privilegiado que es Pradolagar e intentar sacar el mejor partido posible de todo lo que nos ofrece. En cuanto a blancos, sí que me gusta mucho la Garnacha blanca, pero como acompañante de una gran Viura. Sería un blanco al que me gustaría darle su tiempo y que combinara la singularidad de sus suelos, con intensidad y frescura emocionante y gran potencial de envejecimiento
Para terminar, ¿qué vino nunca falta en su bodega? ¿Y el último que ha catado y le ha enamorado?
En lo que respecta a Marqués de Vargas estoy muy ilusionada con nuestro próximo Hacienda Pradolagar 2019.
Madrileña de Aluche de cuna y militancia, licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y, desde noviembre de 2019, miembro del equipo de Contenidos de Bodeboca. La mayor parte de mi trayectoria laboral ha estado ligada a la información local de mi ciudad en prensa escrita y radio. La casualidad (¿o causalidad?) hizo que cambiara ruedas de prensa, plenos municipales y visitas de obras por historias de bodegas, variedades de uvas y notas de cata con palabras mágicas como sotobosque. Viajar, el mar con los míos, los días soleados, perder la noción del tiempo en un museo y las canciones de siempre de Calamaro, U2 o Bruce Springsteen, son algunas de mis cosas favoritas. Y, por supuesto, si se dan acompañadas de vino, la perfección.
Enhorabuena, Ana.
Continúa con esta ilusión en tu trabajo.
Te mereces todos los éxitos!