¿A qué sabe un vino de suelo granítico?

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Queremos beber vinos frescos y fluidos. Lo queremos nosotros y un sinfín de aficionados repartidos por el mundo. Esta es una tendencia que ha llevado a muchos productores a mostrar un creciente interés por los suelos graníticos. El granito está de moda. Los viñedos plantados en estos terrenos entregan vinos en los que la exuberancia pasa a un segundo plano. Queremos elegancia.

De todo esto habló el Master of Wine Fernando Mora hace varias semanas en una cata magistral en el congreso gastronómico Madrid Fusión 2023, en la que hizo un recorrido por vinos de suelos graníticos. A raíz de aquella ponencia, hemos reunido algunas de sus conclusiones acerca de las particularidades que aportan estos terroirs al vino y cómo influyen en el sabor.

Para empezar, el granito –contaba Mora– tiene poca arcilla en su roca madre. La arcilla que poseen estos suelos es de baja reserva hídrica y baja fertilidad. Esto quiere decir que son suelos pobres, de bajo intercambio catiónico. En otras palabras: hablamos de suelos con pocos nutrientes pero con una gran capacidad de drenaje. ¿Y esto en qué se traduce? Básicamente, hace que las raíces de la planta bajen hasta cuatro metros de profundidad en busca de agua y nutrientes. Aquí podemos empezar a hablar de mineralidad.

“Para conseguir finura, frescor y mineralidad en un vino, y evitar la exuberancia, hay que minimizar la presencia de arcillas y maximizar la presencia de cuarzo, limo y arena”, explicaba Mora. Esto es lo que hace que un vino granítico ofrezca esa sensación mineral, algo etérea, como de fruta contenida y tensión, incluso un poco de dureza, “una energía dura y frontal”, como lo definió él.

Ahora querrás saber de qué vinos estamos hablando. Porque aquí, lo que más nos importa es saber a qué saben esos terruños y paisajes en los que predomina el granito. Toma nota de estos ejemplos:

El Canchorral 2020. Un francés muy castellano

La Sierra de Francia, en Salamanca, es una de esas zonas un poco recónditas pero llena de sorpresas o, lo que viene a ser lo mismo, variedades minoritarias interesantístimas a las que se ha prestado poquísima atención. Este vino, elaborado con Rufete, Aragonés y Calabrés, entre otras, viene a ponerlas en valor. Un tinto muy francés elaborado por Viñas Serranas en una zona de suelos graníticos y viñedos muy viejos. ¿El resultado? Esa mezcla de frescura, elegancia y finesse incomparables. Lo queremos siempre en nuestro equipo.

Leirana Genoveva 2021. Un albariño un poco enfadado

La mayoría de los albariños suelen ser alegres, pero existe otra categoría que Fernando Mora calificó de «un poco enfadados». Este es uno de ellos, pero no nos importa. Lo queremos igual (o más). De los de fruta contenida, tensión en boca, austero, directo. Elaborado por Rodrigo Méndez, ese enólogo empeñado en demostrar la belleza de los tintos gallegos, capaz de sorprendernos una vez más, pero esta vez con un blanco que ofrece más textura que fruta. Para Fernando Mora –y también para nosotros–, un bonito ejemplo de vino de suelo granítico en una zona como Galicia, con una pluviometría altísima.

Sorte Antiga 2020. Un godello naranja muy elegante

Hablamos de vino naranja cuando se trata de un blanco elaborado en contacto con las pieles de la uva, sus hollejos. A menudo, esta técnica de elaboración entrega vinos que se caracterizan por cierta rusticidad. Para Luis Gutiérrez, catador de The Wine Advocate en España, este godello de Rafael Palacios, está a años luz de ese tipo de blancos, a pesar de haberse elaborado así. En ello influye también que se trata de viñas centenarias y –oh, sorpresa– de suelos graníticos en el Valle del Bibei, en Valdeorras. Hay que quitarse el sombrero ante el hermano mayor de As Sortes y Louro.