Marcelo: la sentida oda al viejo oficio de barman

|Categoría

Reinterpretando y dando la vuelta a la letra del conocido tango, 55 años es todo, y más si transcurren detrás de una barra sirviendo tragos, sonrisas amables y miradas de complicidad. Este es el tiempo que Marcelo Hernández Salcedo lleva reinando entre brillantes copas y botellas en su cubículo congelado en el tiempo del Oyster Bar de la estación Grand Central Terminal de Nueva York, y que tan magistralmente ha novelado el periodista, escritor y mitad de Gomaespuma, Guillermo Fesser.

Marcelo es una oda al viejo oficio de barman, y por extensión al mundo de la restauración y a quienes con tanto sacrificio lo sustentan. Sus secretos se entremezclan con el relato de su vida y mucho más. (daveseminara.com) (https://www.creativesystems.com/) Porque la del rey de los cócteles de Nueva York, el hombre de las mil corbatas coloridas y jocosas, es también la historia del sueño americano en su versión más cruda y realista, pero también más emocionante, humana e impregnada de dignidad: la de los millones de emigrantes que abandonaron su hogar en pos de la promesa de una vida mejor. Fesser nos la cuenta con una prosa ágil, que engancha y desprende verdad, ternura, admiración y humor, haciéndonos soñar con sentarnos en uno de los ocho taburetes de la barra del Oyster Bar y dejar que el gran Marcelo nos sirva lo que guste.

Ficha técnica

Título: Marcelo

Autor: Guillermo Fesser

Editorial: Editorial Contraluz

Año: 2022

Páginas: 516

PVP: 21,37€

+ posts

Madrileña de Aluche de cuna y militancia, licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y, desde noviembre de 2019, miembro del equipo de Contenidos de Bodeboca. La mayor parte de mi trayectoria laboral ha estado ligada a la información local de mi ciudad en prensa escrita y radio. La casualidad (¿o causalidad?) hizo que cambiara ruedas de prensa, plenos municipales y visitas de obras por historias de bodegas, variedades de uvas y notas de cata con palabras mágicas como sotobosque. Viajar, el mar con los míos, los días soleados, perder la noción del tiempo en un museo y las canciones de siempre de Calamaro, U2 o Bruce Springsteen, son algunas de mis cosas favoritas. Y, por supuesto, si se dan acompañadas de vino, la perfección.