El resurgir de las viñas viejas de Soria

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La galería porticada de la iglesia de Santa Maria del Rivero de San Esteban de Gormaz acogió el pasado 20 de mayo la presentación oficial de la Asociación Viñas Viejas de Soria, entidad que aglutina a 14 bodegas de la provincia. Corrían aún tiempos prepándemicos cuando se forjó su creación. “Fue en 2019. Varias bodegas nos reunimos en vísperas de la vendimia, convocadas por un medio de comunicación local, y al final del encuentro surgió la idea de unirnos en una asociación al darnos cuenta de que todos aportábamos en la misma dirección. En Soria somos poquitos y vimos que podíamos juntar fuerzas”, recuerda para BODEBOCA su presidente, Bertrand Sourdais.

Porque precisamente dejar bien claro que los vinos sorianos también existen, (y de qué manera) es la principal razón de ser de la asociación integrada por Bodegas Antídoto, Dominio de Es, DO5 Hispanobodegas S.L. (Bodegas Gormaz), Bodegas y Viñedos Aceña (Terrasesteban), Taruguín, Tierras El Guijarral (Rudeles), Bodegas y Viñedos Señorío de Aldea, Dominio de Atauta, Señorío de Villálvaro, Bodega Aranda-De Vries, Bodegas Castillejo de Robledo, Bodegas Valdeviñas, La Quinta Vendimia y Lunas de Castromoro. “Nuestro objetivo número uno es comunicar y poner en valor los vinos de viñas viejas de Soria. Que se conozca lo que tenemos aquí”, apunta Sourdais.

La soriana, aparte de ser la Ribera del Duero más fría y lluviosa, es también la más pequeña y aún la gran desconocida por el público. Con 1.274 hectáreas de viñedo, la provincia representa solo el 5% de la D.O. “Casi no ocupamos espacio, por eso tenemos que llamar la atención”, sostiene el vigneron.

Y qué mejor forma de hacerlo que a través de un patrimonio vitivinícola incomparable y realmente singular. No es casual el nombre elegido por la asociación para darse a conocer. El peso del viñedo viejo en el campo soriano es apabullante y un factor diferenciador, además de su citado peculiar microclima y la altitud, con buena parte ubicado entre los 750 y los 950 metros sobre el nivel del mar. La provincia cuenta con 938 hectáreas de cepas a partir de 70 años, lo que representa más del 73% del total plantado. De estas, 240 hectáreas son de vides de entre 90 y 120 años, y otras 120 hectáreas están cultivadas con plantas que superan esos 120 años.

Reunión de socios de la asociación Viñas Viejas de Soria

Reunión de socios de Viñas Viejas de Soria

Junto a la edad de los viñedos también destaca su gran heterogeneidad genética. “Tenemos la suerte de tener este importante patrimonio y la gran incógnita de hoy en día, que es esta maravilla de Tinto fino de la zona. Esa heterogeneidad se produce por la forma en la que las viñas fueron plantadas en su momento, con sarmientos de distintas procedencias, donde además de la Tinto fino, encontramos variedades como la Garnacha tintorera o la blanca Albillo, también muy abundante”.

En suma, la herencia excepcional de 100-150 años en los viñedos que atesora Soria “es algo que ha desaparecido en el resto del mundo y aquí la encontramos intacta. “Por eso” —cuenta Bertrand—  “lo principal para nosotros como asociación es poder preservar este patrimonio genético y no dejar de ponerlo en valor. Nuestra gran suerte es que elaboramos vinos con uvas de Soria exclusivamente, no tenemos que ir a por uvas fuera, por eso podemos hablar de la pureza absoluta de la expresión de nuestro terroir. Y esto nos permite construir una identidad cristalina, como sucede en Francia”.

Partiendo de estas grandes y alentadoras premisas, los vinos sorianos hacen gala de una particular idiosincrasia. “En nariz no tenemos ese dulzor característico de los riberas convencionales. Nuestros vinos son de corte más floral, menos especiados, más frescos y ligeros y con menos presión. En boca, también resultan más verticales, con una estructura más ácida. No existe esa materia dulce, generosa del resto de la Ribera. Aquí hay más tensión. En definitiva, la boca está totalmente coordinada con la parte aromática, dando lugar a vinos más ligeros, con más aire y más primavera”, sostiene el presidente de Viñas Viejas de Soria.

Sourdais, como cabeza visible de la asociación, seguirá junto a los demás integrantes, dando pequeños pasos para lograr que sus vinos ocupen el lugar que merecen. “Primero queremos que Soria conozca lo que tenemos. Lo importante es trabajar en esta zona para luego dar pasos más allá”. En este sentido, entre sus próximas acciones figuran la creación de la página web de la entidad, la participación de la misma como anfitriona en la visita en julio del Consejo Regulador de Ribera del Duero para celebrar el 40 aniversario de su constitución, y su puesta de largo ya en septiembre en Soria capital.

La travesía no tiene vuelta atrás. La Soria vinícola encara su presente y futuro más inmediato con el reto de saber mirarse a sí misma y ser capaz de transmitir el orgullo de una identidad realmente única que sueña con volverse universal.