Siete vinos para celebrar la cultura hispanoamericana

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Ante ti, siete vinos nacidos en siete países distintos, representantes de siete regiones muy dispares entre sí y, por supuesto, elaborados por siete bodegas que nada tienen que ver entre ellas. Pero uniéndolos a todos, un nexo en común: la lengua de Cervantes.

Esta vez hemos querido conmemorar el Día de la Hispanidad con un ramillete de etiquetas originarias de países americanos de lengua española. Todos ellos son fieles representantes de la diversidad cultural de estos lugares cuya producción vinícola está en auge impulsada tanto por el aumento del consumo interno como por el fortalecimiento de sus exportaciones.

Hay que recalcar que el vino nacido al otro lado del Atlántico no siempre ha contado con la atención necesaria en Europa. Hasta hace poco, lo que llegaba al Viejo Continente era una mínima representación de lo que se producía en América. Esas muestras, a menudo procedentes sólo de las bodegas con mayor músculo financiero, no hacían sino simplificar nuestro conocimiento sobre la riqueza vinícola de esas latitudes.

Por suerte, las bondades de la globalización y la aparición de distribuidoras especializadas nos ha facilitado el acceso a un mayor conocimiento de etiquetas, elaboradores, formas de trabajar y regiones que, pese a quedarnos a mucha distancia, nos pueden resultar más familiares de lo que pudiéramos imaginar. Y es que nunca fue tan fácil beber algo procedente de tan lejos. Aquí van algunos ejemplos.

Viñedos en la bodega de la familia Queirolo, en el espectacular valle de Ica (Perú).
Viñedos de la familia Queirolo, en el espectacular valle de Ica (Perú).

Seña (Chile)

Si pusiéramos un mapa de Chile sobre otro de Europa comprobaríamos que la extensión del primero alcanzaría desde Lisboa hasta más allá de Moscú, cubriendo la práctica totalidad del Viejo Continente. Tales dimensiones permiten hacernos una idea de la enorme diversidad natural y paisajística del país sudamericano. 

En el valle de Aconcagua, a unos 90 kilómetros al norte de Santiago de Chile y a apenas 40 del océano Pacífico, se encuentra Viña Seña, el proyecto que hace 30 años crearon Eduardo Chadwick —presidente de la célebre bodega chilena Viña Errazuriz— y el fallecido Robert Mondavi —padre del vino californiano—, con el objetivo de elaborar un vino chileno de clase mundial.  

Ese vino es Seña, un tinto que agrupa la variedad más importante del país andino, la Carmenere, con la tipicidad europea gracias a la utilización de otras variedades también típicamente bordelesas como la Cabernet, la Merlot o la Petit verdot. Todas ellas se cultivan siguiendo una filosofía biodinámica y sostenible.

Proyecto las Compuertas Malbec 1914 (Argentina)

El conocimiento del vino hispanoamericano en España se ha limitado durante muchos años al vino argentino, el país del entorno que más presencia ha tenido en Europa con mucha diferencia sobre el resto, siendo también el de mayor producción vinícola, una circunstancia auspiciada por grandes casas como Catena Zapata o Zuccardi, entre otras.

Otro de los nombres que se han sumado al hall of fame argentino durante los últimos años ha sido el de los hermanos Héctor y Pablo Durigutti, que a comienzos de siglo decidieron hacer su primer vino en común. Para ello adquirieron viñedos en Las Compuertas, uno de los parajes más codiciados de Argentina, situado en Luján de Cuyo, municipio de la famosa provincia vitivinícola de Mendoza. 

Los hermanos Durigutti, que fueron nombrados Mejores Enólogos Argentinos de 2023 por el crítico y master of wine Tim Atkin, elaboran en este lugar una serie de vinos con la Malbec como protagonista, la variedad nacida en el suroeste de Francia que fue trasladada al país de los alfajores y el dulce de leche a mediados del siglo XIX. 

Uno de los más singulares es este tinto que procede de un viñedo plantado hace más de 110 años y que además ha sido vinificado íntegramente en huevos de hormigón. 

Campos de Solana Marselan (Bolivia)

Aunque históricamente han permanecido a la sombra de los de Argentina y Chile, los vinos de Bolivia están emergiendo como una propuesta interesante para los aficionados más curiosos y exploradores.

Dentro de los proyectos vinícolas de este país andino destacamos el de Campos de Solana, ubicado a casi 2.000 metros de altitud, siendo así una de las bodegas situada a mayor altitud de cuantas conocemos. Esta casa se ha convertido en un icono del vino boliviano gracias al terruño extremo en el que se enmarca y a una filosofía basada en la recuperación de suelos y en la investigación de las uvas que mejor se adaptan a la zona. A pesar de que muchas de esas castas son variedades francesas muy conocidas como la Petit verdot, la Tannat o la Viognier, destacan otras mucho más inéditas para el gran público como la Marselan, un cruce entre la Cabernet sauvignon y la Garnacha con la que elaboran el vino que te proponemos, capaz de regalarnos un perfil muy fresco y jugoso en boca.

Casta de Vinos Dómina (México)

México no solo es la cuna del tequila y el mezcal. Su producción vinícola está en auge desde hace años y el nivel de sus etiquetas también es cada vez mayor. No obstante, la cercanía de su costa occidental con California, cuna de algunos de los vinos más célebres del Nuevo Mundo, constituye un filón para la elaboración de blancos y tintos de calidad.

Un ejemplo lo encontramos en Casta de Vinos, una bodega fundada en 2010 a raíz de una reunión de amigos que querían demostrar el potencial vinícola del país centroamericano. Situada a menos de 30 kilómetros del océano Pacífico, en el municipio de Ensenada (Baja California), esta bodega está influida por el clima cálido de la región, aunque su proximidad con la costa favorece la existencia de las brisas procedentes del océano que permiten airear las viñas y mantener la acidez necesaria para alumbrar vinos armoniosos. Uno de ellos es Casta de Vinos Dómina, un monovarietal de Merlot expresivo en nariz y envolvente en boca del que se elaboran poco más de 3.000 botellas en cada añada y que varios de nuestros clientes han valorado muy positivamente en nuestra tienda online.

Intipalka Nº1 Gran Reserva (Perú) 

Seguramente Perú no sea el primer país que te venga a la cabeza cuando trates de recomendar un vino del continente americano. Sin embargo, aquí tienen su origen vinos de alta calidad como los de la familia Queirolo, saga genovesa que emigró hasta Perú en 1877 convirtiéndose, años más tarde, en un referente del vino y del pisco peruano.

Actualmente es la tercera generación de esta familia la que lleva las riendas de la bodega ubicada en el valle de Ica, uno de los lugares más secos del planeta, con apenas un registro de 20 mm de lluvia al año y más de 300 días de sol. Y es que precisamente Intipalka, el nombre que lleva nuestra recomendación peruana, significa “valle del sol” en quechua.

El tinto más exclusivo de esta casa es su Nº1 Gran Reserva, elaborado con un coupage de Malbec, Tannat, Cabernet y Petit verdot. Complejo, con intensos aromas de frutas maduras y un paso por boca elegante y concentrado, promete ampliar nuestros horizontes vinícolas haciéndonos viajar a una región fascinante sin movernos del sofá.

Bouza Cocó (Uruguay) 

Vamos con otro país inédito para la mayoría de aficionados. Uruguay es tierra futbolera, con un gran nivel de vida y una curiosidad digna de quesito de Trivial. ¿Sabías que estamos ante el país con mayor número de vacas por habitante del mundo con una relación de 3,6 reses por persona? Pues además de eso, también hacen buen vino.

Aquí la mayoría de proyectos son familiares, de producción limitada y siguen una filosofía muy artesanal. Un ejemplo es Bouza, bodega construida a mediados del siglo XX a imagen y semejanza de los châteaux bordeleses. Al frente de su dirección técnica se encuentra Eduardo Boudo, reconocido en 2020 como Elaborador del Año por parte de Tim Atkin MW; toda una garantía de calidad.

Aunque la uva más característica de los viñedos uruguayos es la Tannat, que se implantó procedente de Francia en 1870, os queremos recomendar un vino blanco muy singular que se elabora tanto con Chardonnay como con Albariño. Sí, como lo lees. ¿A quién no le llama la atención probar una variedad tan familiar para el consumidor español y que se cultiva también a 10.000 kilómetros de distancia? 

Marimar Mas Cavalls Pinot Noir (EE.UU) 

Terminamos nuestro viaje por la cultura hispanoamericana con un vino que, pese a no nacer en un país cuya lengua oficial es el español, sí tiene una historia muy vinculada con la herencia española. No obstante, la lengua castellana es la segunda más hablada allí. Hablamos de Estados Unidos.

En Sonoma (California), nos encontramos con la bodega Marimar Estate, perteneciente al grupo Torres, una bodega que se ha convertido en un símbolo del vino español en Norteamérica. Su nombre hace alusión a Marimar Torres, que desde 1975 vive en Estados Unidos dirigiendo este proyecto.

La bodega, diseñada como si de una masía catalana se tratara, elabora blancos singulares como su albariño californiano. Pero hoy os recomendamos un monovarietal de Pinot noir que sorprende por su intensidad aromática y su paso carnoso y complejo en boca gracia a una crianza en roble procedente de cuatro de las mejores tonelerías de Francia. Sin duda, un ejemplo de unión entre el continente europeo y americano y una muestra de que el vino, si de algo no entiende es de fronteras, por muchos aranceles que se interpongan en el camino.

Foto de portada: Bodega Viña Seña (Chile).

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A pesar de ser de Teruel, no me gusta el frío. En 2011 me licencié en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y he trabajado en medios como la Agencia EFE o Unidad Editorial. En 2013 me incorporé al equipo de Contenidos de Bodeboca y desde entonces he aprendido mucho sobre el mundo del vino y los destilados, el cual forma parte de mi día a día. Actualmente soy el Content Lead de Bodeboca y coordino a un apasionado grupo de redactores. Me encantan también el fútbol, el cine, descubrir nuevos restaurantes y viajar.