De grandes vinos y determinantes viajes

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El ser humano es capaz de grandes gestas y de singulares viajes. Es algo que nos conviene recordar en estos aciagos tiempos en los que el viaje de nuestras vidas tendrá que ser temporalmente interno

La historia, sin embargo, nos permite volver atrás y evocar grandes viajes que en su día fueron impensables y que nos dan una buena idea de lo que el ser humano es capaz de hacer cuando se lo propone. 

Viajes de altura, como el que hizo Amelia Earhart, la primera mujer piloto que cruzó el océano Atlántico en solitario. La primera vez en 1928 como acompañante de dos pilotos y posteriormente en 1932 ya por fin pilotando y sola, desde Harbour Grace (Canadá) hasta Londonderry (Irlanda). Nosotros nos permitimos ahora imaginar a esta intrépida mujer disfrutando un vino como Ramón Bilbao Viñedos de Altura 2016, que obviamente no está a los 4.267 metros en los que se puso ella, pero que con sus viñedos a 700 metros sobre el nivel del mar ofrece la altura justa.

Un trago vibrante y elegante

La que se necesita para deleitarnos con un trago más fresco, frutal y elegante gracias a la excelente maduración de su Tempranillo y Garnacha. Un vino pensado para gente curiosa e inquieta como de hecho lo fue Amelia Earhart, y que a nosotros nos hace descubrir un Rioja diferente con el plus de complejidad que ofrecen sus viñedos más extremos. 

Extremo también fue el viaje de Robin Knox-Johnston, un oficial inglés de la marina que con apenas 29 años partía de incógnito desde el Puerto de Falmouth a bordo del Suhaili. Su objetivo era convertirse en la primera persona en circunnavegar el planeta en solitario y sin escalas, y lo consiguió.

Cuentan que justo antes de salir, el Sunday Times le envió un psiquiatra para comparar su estado mental antes de la regata con el de su regreso. Zarpó «penosamente normal» dijeron, como si la normalidad – tan ansiada ahora – no pudiese ser un detonante para embarcarse en tamaña aventura. Y seguro que a Knox-Johnston no le habría disgustado en lo absoluto recurrir a un valor seguro, alguno tenía que tener entre tanta proeza, como el crianza de Ramón Bilbao. Un tinto que podría ser perfectamente la inspiración de cada día con sus agradables y – siempre agradecidos – aromas de fruta negra, regaliz y especias dulces. 

Menos arriesgados quizás pero muy determinantes por su aportación al registro botánico fueron los viajes de la inglesa Marianne Nort, quien dedicó su fortuna a viajar por todo el mundo, descubriendo y pintando con todo lujo de detalles numerosas especies de plantas.

Mirto es un tinto evocador y único en su estilo

De sus viajes imaginamos que en algún momento se cruzaría con el mirto, una planta que se cultiva desde la antigüedad por sus flores y sus hojas aromáticas y que es la inspiración para Mirto 2014, el tinto de alta gama de Ramón Bilbao, que se elabora sólo en los mejores años con las mejores parcelas de Tempranillo de la Rioja Alta de la bodega. Un vino superlativo, concentrado y con toques herbales en nariz que habría hecho las delicias de North. 

El explorador noruego Roald Amundsen se apuntó el tanto de la hazaña más prestigiosa en el mundo de la exploración: llegar al polo Sur. Un hombre muy meticuloso que seguro habría disfrutado mucho con el Sauvignon blanc de Ramón Bilbao, cuyo secreto de su éxito es la lenta y minuciosa vinificación de la variedad en hormigón, foudres de madera poco tostada y acero inoxidable. Amundsen, proveniente de una familia acomodada de marinos y armadores, además habría combinado los exquisitos frutos del mar a los que estaba acostumbrado con un blanco como este. 

Para finalizar este bonito recorrido entre grandes viajes y vinos, me he dejado para el final Lalomba, el delicioso vino rosado que he elegido para la hazaña personal que nos sigue manteniendo a todos en casa. Una botella que es capaz de hacerte viajar a lugares idílicos, sin moverte de tu asiento y paladear la palabra placer en cada sorbo.