Esta casa fundada en 1893 vivió momentos de gloria durante el siglo XX, pero su éxito se apagó a comienzos de los años 90. Gracias a un nuevo impulso familiar, vuelve a brillar con luz propia.
Laurent Delaunay, miembro de la quinta generación de esta saga, recuperó en 2017 la propiedad de la bodega para situarla en la posición de prestigio en la que se encontraba décadas atrás.
Esta familia está ligada al vino desde 1711, primera fecha de la que hay constancia de esta relación según un documento de registro oficial. Edouard Delaunay compró la base del negocio a Victor Carbillet de Bellecherre, un distribuidor de Borgoña; comenzando así la historia del proyecto.
Fueron sus hijos, Jean y Marcel, quienes llevaron los vinos por todo el mundo. Con el auge de la industria del turismo, tuvieron la visión comercial para posicionarlos en grandes compañías de transporte, como Air France, Orient Express o Cunard.
En 1954 adquieren el Château de Charmont, en l'Etang-Vergy, que desde entonces se ha convertido en la sede oficial de la maison. Desde allí gestionan con viticultores de la Côte de Nuits y de la Côte de Beaune su amplia gama de referencias, por supuesto con la Pinot noir y la Chardonnay como grandes estandartes. Elaboran desde vinos de entrada genéricos hasta limitados premier crude apelaciones tan prestigiosas como Pommard o Volnay.
Respecto al reflote de la bodega, el milagro se debe al empuje de Edouard Delaunay y su esposa Catherine. Ambos emprendieron una aventura vinícola en el Languedoc durante los años 90 que fue todo un éxito: Badet Clément.