Charles Heidsieck

Más de siglo y medio después de su fundación, se puede decir que esta emblemática casa ha conseguido los objetivos de Charles Heidseick con creces. Incluso la bodega subterránea en la que maduran sus vinos fue declarada en 2015 Patrimonio Mundial de la Unesco.

Heidsieck creció rodeado de viñedos en la zona de Reims, corazón de la región de Champagne. Siempre quiso dar rienda suelta a su pasión y desempeñarse en el negocio del champagne. Y quería llevar las riendas. Solución: crear su propia maison. 

En 1851, con tan solo 29 años, se armó de valor y levantó una magnífica bodega que unos años más tarde, en 1867, dio un gran salto hacia adelante con la adquisición de unas cavas subterráneas de tiza que databan del siglo III para la maduración y crianza de sus vinos. Ese aspecto iba a ser, y sigue siendo, uno de los más importantes para conseguir el valor añadido que los champagnes de Charles Heidseick tienen hoy día. 

El visionario bodeguero se dio cuenta de que en su país era difícil crecer en ventas ante la saturación de champagnes y no dudó un instante en abrir mercado en los Estados Unidos al año de haber puesto en marcha la bodega. Se convirtió de esta manera en la primera bodega que exportaba champagnes a América. Y eso le otorgó un prestigio que dura hasta nuestros días. 

El éxito americano le hizo regresar a Europa para abrir dos nuevos mercados, el belga y el británico, tras los reconocimientos que sus champagnes habían conseguido en las recientes Exposiciones Universales. Ahora la bodega estaba muy bien posicionada para crear los champagnes únicos que Charles deseaba. 

¿Y cómo son los espumosos de esta mítica casa? Pues únicos, elaborados con las típicas variedades de la zona: Chardonnay, Pinot noir y Meunier pero de forma muy diferente. Claro está que se sigue el método tradicional a la hora de crear los diferentes champagnes, pero se hacen cosas diferentes que se resumen en “más tiempo”. 

Más tiempo para la maduración y la crianza, no hay prisas por sacar el champagne al mercado, solo se venderá cuando esté en el punto óptimo que el jefe de bodega estime oportuno y que ya dejó tasado el fundador.

Siguen haciendo ensamblajes de vinos de añada con los de reserva como se ha hecho toda la vida en Champagne, pero sus mezclas emplean muchos más vinos de reserva que lo habitual, llegando hasta el 40% de la mezcla final. Y estos cuentan con más vejez de lo usual, llegando a tener más de 10 años. Esto convierte a los champagnes de Heidseick en únicos. 

Los viñedos en propiedad de la bodega se extienden por unas 60 hectáreas de las zonas de Aube y Marme, y controlan numerosos viñedos de Champagne con acuerdos con viticultores y cooperativas que siguen las directrices técnicas de la bodega a la hora de ser trabajados para abastecerse de vinos de cada añada.  

El resultado de todo este buen trabajo, pleno de paciencia y quietud, son unos champagnes elegantes, equilibrados y con una crianza original en las que el tiempo es un ingrediente esencial de estos vinos que al ser probados nos dejan una sensación de plenitud en el cuerpo que pocos espumosos consiguen.