Doniene Gorrondona

San Pelaio, una comarca de origen medieval ubicada en la localidad de Bakio (Bizcaia), no puede ser mejor escenario para situar una bodega que, muchísimos años atrás era un sencillo caserío. Repasando la historia de esta comarca encontramos un hilo conductor que nos lleva siempre a dos palabras evocadoras: vid y txakoli.

Hablamos de un escenario en el que descubrimos los montes Sollube y Jata, ambos inferiores a los 500 metros de altitud y que entre ellos dejan una depresión llamada “cubeta de Bakio”. La línea costera, exceptuando su parte central con un bajo relieve donde se encuentra la playa, y compuesta de numerosos acantilados, es el paisaje que se visualiza desde la bodega. 

No en balde, el municipio de Bakio es considerado el alma del txakoli de Bizkaia. Su situación geográfica, a orillas del Cantábrico pero a su vez protegido en el centro de un valle, hace que la uva de los viñedos ubicados en las laderas orientadas al sur, la blanca Hondarrabi Zuri y la tinta Hondarrabi Beltza, tengan una personalidad propia.

Asimismo, también influyen la climatología y la orografía de la zona, que requieren de un esfuerzo adicional para el cuidado de los viñedos. Un trabajo arduo pero reconfortante a la vista de los resultados. 

El caserío Gorrondona cuenta con una tradición de hace siglos en la producción de txakoli y fue llevado por una familia hasta la década de los 70. La bodega necesitaba un relevo generacional y todo se conjuró para que una enóloga que realizaba un estudio sobre el Txakoli se uniera con tres emprendedores para hacerse cargo de la bodega. Esto ocurría en 1994 y desde ese momento no han parado de investigar e incorporar mejoras, técnica, experiencia y conocimiento. 

Filosofía

La profesionalización y la investigación continúa para entregar los mejores txakolis que resalten el carácter de una variedad casi extinta y única.

Actualmente estudian en profundidad los suelos, buscando un mayor equilibirio con una producción pequeña con una mayor calidad. Han dado incluso un paso más allá, iniciando un proyecto que tiene como fin crear un banco de aromas propios partiendo de la ecología de sus viñedos, apostando también por levaduras autóctonas, que aporten una mayor originalidad y complejidad a sus vinos y trabajando con microvinificaciones, en una búsqueda constante por la personalidad de sus vinos.