Aurora era el nombre de la bisabuela de Germán R. Blanco. En ella se inspiró para su proyecto en Villa de Albares, que le permite volver a sus raíces y viajar a su infancia a través de la creación de vinos fieles a esta tierra.
Albares, en el León, es el pueblo de este enólogo y el lugar elegido para rescatar viñedos viejos y las técnicas de trabajo de antaño. Es su forma de rendir homenaje a una tierra y a sus gentes: a través de una viticultura tan ancestral como respetuosa.
El cultivo de las vides se realiza mediante técnicas orgánicas. No se emplean fertilizantes o herbicidas; en su lugar se riegan las raíces con infusiones de cola de caballo o suero de leche, entre otros productos naturales, que se han empleado desde siempre para que las parcelas den lo mejor de sí mismas.
Aunque la mayoría de viñedo es de Mencía, también cuentan con una cuarta parte de Garnacha tintorera y otro cuarto de Palomino fino, la uva jerezana por antonomasia y que ha sabido adaptarse a la perfección a tierras leonesas. En menor medida también están presentes otras variedades autóctonas como son la Doña Blanca o la Godello.