Bodegas Peique

En 1999, tres generaciones de la familia Peique decidieron unir este contexto en un proyecto propio. Así nacía Bodegas Peique, que unía a los abuelos que plantaron hace 90 años las primeras vides con Sagrario y Luis (los padres) y los nietos Jorge (enólogo), Mar (actual consejera delegada) y Luis (responsable de viñedo).

La primera apuesta de esta entusiasta familia fueron 10.000 botellas de un tinto joven que se elaboró en Bodegas Castroventosa. El resultado fue óptimo y demostró que las condiciones de los viñedos de los Peique eran las adecuadas. Un año después compraron los primeros depósitos y la producción ascendió a 27.000 botellas, elaboradas en Bodegas Cobertizo, con quien también les une una gran amistad.

En 2001 tuvo lugar el gran salto y se construyó la bodega propia. Fue entonces cuando las horas de sueño, la falta de fines de semana y las renuncias personales comenzaron a valer la pena. En 2003 se amplió la bodega de 300 a 1.000 metros cuadrados. Tres años más tarde, estaban en el Royal Albert Museum de Londres para recoger el Decanter International Trophy por su Peique Selección Familiar.

Los abuelos Peique plantaron el viñedo entre 1930 y 1950 guiándose únicamente por el instinto y ubicaron las cepas entre 450 y 600 metros de altitud, lo que minimiza el riesgo de heladas tardías. La influencia de un clima atlántico parcialmente continental, suave y templado, con un pluviometría mínima en verano y abundante en invierno, contribuye a que el ciclo de la vid y la maduración de la uva se produzcan de un modo óptimo.

La extensión del viñedo repartido en diversas parcelas y con las cepas plantadas en vaso es de 20 hectáreas, propias o de vecinos que, por no poder ocuparse de ellas, las ceden para su cuidado y laboreo. 

La variedad mayoritaria del viñedo es la Mencía, que compone el 98% de los vinos tintos que la familia Peique ha elaborado desde hace tres generaciones.

Cuenta con un amplio parque de barricas de roble francés, que se renueva cada seis u ocho años, con tostados medios y ligeros, porque para el equipo técnico de Bodegas Peique, la Mencía necesita en la crianza una madera suave, que destaque su fruta y respete su identidad.