A menudo llaman "mago del Priorat" a Álvaro Palacios. Él supo revitalizar esta zona como nadie y hacer de sus vinos obras de arte reconocidas mundialmente. Hazte ya con ellas en primeur. [break]
Estas producciones limitadas vienen a ser el objeto de deseo la crítica y el público año tras año. Aún afinándose en barricas, ya prometen entregar unos excepcionales vinos solo aptos para quienes sepan esperar.
No será hasta finales de 2020 y comienzos de 2021 cuando estos vinos se embotellen y por fin podamos enviarlos a tu casa. La compra en avanzada ofrece siempre esa maravillosa oportunidad de hacerle un regalo a tu yo futuro.
Será en ese momento cuando descubras a qué sabe lo que fue un año especialmente lluvioso en el Priorat, algo poco habitual en esta zona habitualmente escasa de precipitaciones. La añada 2018 registró niveles muy altos de lluvias, sobre todo en primavera.
"Aún nos parece oír el alegre borboteo de mil arroyuelos bajando entre encinares luminosos y limpias lajas de pizarras", explican desde la bodega. El verano daba entonces sus primeros pasos con el ambiente sano de la tierra satisfecha.
Durante la recta final de este año las uvas maduraron a la perfección y fue a principios de octubre cuando se empezó a vendimiar, aunque las viñas de L'Ermita se cosecharían más tarde.
En conjunto, la del 2018 fue una excepcional añada en Priorat, lo que se trasluce de una conjunción de aciertos y azares resumidos en una fruta como hacía años que no se obtenía.
Junto a los vinos de Priorat de Álvaro Palacios, te traemos los del proyecto compartido con su sobrino Ricardo Pérez Palacios en el Bierzo. Allí también se dieron las condiciones en cada estación del año para finalmente entregar una maravillosa cosecha.
Las viñas de Corullón recibieron el agua que necesitaban y también hizo el frío que no se sufrió años atrás. Como resultado, vinos que revelan la acidez y el nervio de una singular añada que ya despierta el entusiasmo y la admiración.
Estás de suerte si puedes hacerte con estos vinos antes que nadie.
Álvaro Palacios, con una filosofía y personalidad enraizada en la espiritualidad, la cultura y la tradición, llega en 1989 a Gratallops y se enamora del paisaje místico del cultivo de la vid.
Descendientes de J. Palacios es el homenaje a un padre y a un abuelo, el de Álvaro Palacios y Ricardo Pérez Palacios respectivamente, dos figuras muy relevantes de la enología española.