Jean Bererd et Fils

Actualmente, esta ‘maison’ está gestionada por los hermanos Bruno, Olivier y Frederic Bererd, quienes comenzaron a trabajar con sus padres en la elaboración de vinos en la década de los ochenta.

Estos tres hermanos comparten a día de hoy todas las responsabilidades tanto en la elaboración como en la comercialización de los vinos de la casa, así como han sido responsables de la ampliación del proyecto en los últimos años, gracias a lo cual Domaine de la Madone cuenta ahora mismo con 28 hectáreas de viñedo propias y vende aproximadamente 160.000 botellas al año.

Estos tres hermanos tienen a su vez una larga tradición familiar vinculada al vino. Ya en el siglo XVI, sus antepasados cultivaban uvas en las aldeas de Le Perréon, un municipio del departamento del Ródano a poca distancia de las colinas de Brouilly. La familia construyó en ese momento la que hoy está considerada como la casa más antigua del pueblo, que todavía es habitada por Marie y Jean Marie, padres de Bruno, Olivier y Frederic.

La finca situada alrededor a la casa se ha ido ampliando a lo largo de los siglos gracias al arduo trabajo y a la dedicación de cada generación, y no fue hasta la década de los sesenta, cuando ya tenía 12 hectáreas, cuando la familia decidió comenzar a comercializar el vino que elaboraban.

Esta finca está dividida en 90 pequeñas parcelas situadas a diferentes altitudes y orientadas a diferentes puntos cardinales. Los viñedos tienen entre 15 y más de 100 años, aunque la media se sitúa en torno a los 40 años. La variedad Gamay, tinta por excelencia del Beaujolais, se planta sobre laderas empinadas orientadas al sur sobre suelos de granito rosa, mientras que la Chardonnay se cultiva en una ladera orientada al norte sobre suelos más arcillosos.

Otra de las peculiaridades del proyecto Domaine de la Madone es su vocación ecológica. De hecho, 2,5 hectáreas de la finca son totalmente orgánicas, mientras que el resto se trabaja con métodos de viticultura sostenible. Debido a la fuerte inclinación de las laderas, la mayor parte del trabajo es manual, ya que no se puede introducir maquinaria en la viña. Los rendimientos por su parte son limitados y se realiza poda en verde cuando es necesario. Igualmente la cosecha es siempre manual y se realiza en pequeñas cajas para preservar la integridad de la uva.

Tanto en viñedo como en bodega se utiliza una mezcla de trabajos ancestrales y técnicas modernas para obtener uvas con un excelente estado sanitario y una óptima maduración. A su vez, en bodega se han realizado en los últimos años fuertes inversiones para mejorar la calidad de los vinos. Por ello han aportado por la tecnología comprando nuevas prensas neumáticas o fermentadoras que permiten controlar la temperatura del proceso en todo momento.