Sordo

Desde el corazón de Barolo, la región vinícola más destacada de Piamonte, los vinos de Giovanni Sordo recorren medio mundo bajo las alabanzas de los aficionados. [break]

Allí, en la provincia de Cuneo, se elaboran algunos de los mejores vinos piamonteses del momento. No solo barolos, sino tintos de casi todas las denominaciones de origen de la región.

Esta bodega familiar que tiene más de un siglo de historia, cuya tercera y cuarta generación son las que llevan sus designios de la mano de Giorgio Sordo, fue fundada por Giuseppe Sordo, pero fueron su hijo Giovanni y la esposa de éste, María, quienes la impulsaron definitivamente. Ésta fue quien compró los mejores viñedos de la variedad Nebbiolo en Barolo y alrededores. 

Y es que el suelo de estos viñedos, de marga calcárea compacta, es rico en micronutrientes. Esto, unido a que el microclima único de la región de Langhe crea un entorno perfecto para el cultivo de la Nebbiolo, hacen de los tintos de Sordo algunos de los más destacados del Piamonte.

La bodega cuenta con 53 hectáreas a lo largo de los municipios de Castiglione Falletto, Serralunga d'Alba, Monforte d'Alba, Barolo, Novello, La Morra, Verduno, Grinzane Cavour y Vezza d'Alba. De estos viñedos salen los ocho tipos diferentes de barolos que allí se crean, la única de la zona que puede presumir de este logro. Sordo tiene en propiedad varios crus en las mejores zonas de cinco de estos municipios. 

Sordo emplea los mejores equipos de última generación para todo el proceso de vinificación, almacenamiento y embotellado. Cuenta con una espectacular bodega en la que atesora 135 grandes barricas de 50 a 120 hectolitros elaboradas con roble de Eslovenia. El secreto de Sordo son estas barricas que le procuran matices que no tienen el resto de vinos de la zona. Este roble no enmascara la fruta porque su esencia es la suavidad y, por tanto, el vino saca las notas del terruño más que de la madera que solo sirve para redondear el conjunto.

En la Azienda Sordo apuestan por mantener la tradición cueste lo que cueste ya que consideran que no se puede dilapidar la herencia de sus ancestros. Todo el proceso de elaboración se puede seguir en persona visitando la bodega, en la que se podrá ver el trabajo de todo el equipo en vivo. Hasta podrás bajar al “infierno mágico”, expresión piamontesa que significa pequeño sótano oscuro donde la familia vive, en este caso, donde guardan sus mejores vinos.