Al limit. Nunca antes el nombre elegido para un proyecto que ya alcanzó el olimpo de los 100 puntos Parker ha significado ahora tanto. [break]
El bávaro Dominik Huber se recluyó hace más de 10 años en un diminuto pueblo de 100 habitantes, en medio de la nada, para hacer fácil lo más difícil: llegar a la esencia de Priorat.
Decimos ahora que lo hizo fácil pero no es cierto. Implicó mucho sacrificio. Desechar una manera de elaborar, arriesgar, apostar por una filosofía en la que nadie creía. También, y ya podemos intuir que no fue fácil, enfrentarse a la soledad de una zona inhóspita y dura, casi monacal, si lo que más te estimula en esta vida son las personas.
Estos vinos por tanto nacen de una gran introspección, una especie de comunión entre el misticismo de un sitio mágico y la mano de un hombre que llevó al límite de lo físico y lo emocional su relación con la naturaleza y el entorno.
No hace falta ser un lince para entender por tanto que estamos ante vinos muy especiales, y esta singularidad no pasa desapercibida para aquellos que buscan vinos con alma. La crítica se ha rendido a Dominik y nosotros hace tiempo que también lo hacemos. Tras la aparente dureza de un carácter complicado, subyace la complejidad de una persona que ha encontrado una respuesta. En su repertorio encontraremos las razones de su apuesta.
Proyecto purista que busca recuperar un estilo de vinos anterior a la revolución del Priorat,con una filosofía que rescata la expresión más pura de la Garnacha y la Cariñena.