Si existe una referencia sólida para entender lo que significa Priorat, esa es Clos Mogador. Su tinto homónimo es una joya, un vino que ilustra muy bien el concepto de recorrido de un gran vino. [break]
Guillermo Cruz, sumiller de Mugaritz, lo expresa muy bien en su cata de Clos Mogador 2014, recién lanzado al mercado: "estamos ante un vino que resistirá al paso del tiempo, buscando perdurar y envecejer con carisma, ese carisma digno de una gran creación".
Clos Mogador se encuentra en esa categoría de vinos cuyas etiquetas inspiran un respeto casi reverencial. Tener una botella en casa es como tener un tesoro. Encontrar el momento preciso para disfrutarlo es un anhelo. Parece mentira que la magia de una región que se encuentra entre los mejores terroirs del mundo pueda estar contenida en una botella.
La finca de Clos Mogador se podría definir como “pura y salvaje”, y en ella no se arranca ni una sola hierba. Repleta de biodiversidad, allí conviven viñas de 100 años con otras de 20, de 12 e incluso con viñas recién plantadas, es un viñedo experimental del que salen auténticas maravillas. Barbier, al que entrevistamos para nuestro blog, se considera un obseso de la expresión del terroir. Tanto así que ha inculcado esta sana obsesión en sus hijos, sobre todo en Christian, quien recibe una formación continua en cultura biodinámica en la federación biodinámica española y científica en la escuela Claude Bourgignon.
El vino siempre tiene un contexto. Clos Mogador es hoy en día el fruto del trabajo de muchas generaciones. Bisabuelos, abuelos, padres, hijos y nietos, todos han disfrutado, disfrutan y continúan disfrutando de la belleza y de la fragancia del romero silvestre, mezclado con la aroma de tomillo y lavanda. "El suelo después de la lluvia y el barro cocido, duro, en los meses de verano, cuando la lluvia es escasa. Las rocas que son calentadas por los rayos del sol, y su intenso olor que se mezcla con las aromas de especies y con las cenizas de la quema de los sarmientos en la poda de invierno". Emociones y aromas que se recogen en un viaje mágico en cada uno de sus vinos y que esperamos encontréis en los que hoy presentamos.
René Barbier llegó a España de la mano de la bodega Palacios Remondo, de la que fue distribuidor desde 1976 a 1979. Más tarde comenzó su propio proyecto adquiriendo una finca en Gratallops.
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